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En los últimos treinta años se han llevado a cabo estudios sobre el potencial educativo del aprendizaje entre iguales con resultados prometedores. El origen se sitúa en el ámbito anglosajón en los trabajos sobre niños discapacitados (1971). A partir de ahí, en las junior high schools norteamericanas, tomó fuerza el denominado movimiento a favor del aprendizaje cooperativo. Fueron los profesores de educación primaria los que se dieron cuenta de los beneficios de la construcción de conocimientos e interacción entre iguales, que fueron adoptados después por la enseñanza secundaria y superior.
Existe un cambio en las concepciones acerca del aprendizaje. Actualmente, el trabajo en equipo es una circunstancia indispensable para que el aprendizaje tenga lugar. Varios autores se refieren a la transición desde el modelo de aprendiz individual (de origen piagetiano) al modelo de sujeto que actúa como ser social en un determinado contexto histórico y cultural (de influencia vygotskiana). El punto de vista social expresa que el contexto es una parte esencial del proceso de aprendizaje, no un simple soporte accesorio (Rodríguez y Escudero, 2000).
La enseñanza tradicional se ha caracterizado, entre otros aspectos, por la importancia que concede a la relación profesor-alumno. Dicha enseñanza ha realizado la mayoría de sus experiencias pedagógicas con un enfoque de dos elementos: instrucción-resultados de aprendizaje. Este tipo de perspectivas, la mayoría de las veces, no ha tenido en cuenta la importancia y relevancia de las relaciones entre compañeros como estrategia para generar mayores cotas de conocimiento, tanto cognitivo como social. La enseñanza formal en nuestra cultura tiene un papel importante, ya que los ciudadanos han ido delegando a la escuela cada vez más aspectos de la formación de los niños.
Escuela de Ginebra: el conflicto cognitivo y sociocognitivo
Las investigaciones en la escuela de Ginebra demuestran que la interacción entre compañeros puede resultar más adecuada que la interacción con adultos para fomentar la construcción del conocimiento. La idea es que la actividad del sujeto es una actividad social y que el conflicto socio cognitivo además de generar progresos en el pensamiento lógico, también favorece el conocimiento social. Es imprescindible poseer ciertas estructuras cognitivas que le posibiliten al sujeto la construcción del conocimiento. Además, desde el punto de vista social, el educando debe ser capaz de comunicarse de forma adecuada y procesar correctamente el contenido de la información que le transmiten sus pares (Medrano, 1995).
Escuela soviética: la tutoría entre iguales y el aprendizaje cooperativo
La escuela soviética ha centrado su interés y estudio en la interacción social y la transformación de la actividad práctica. La teoría de la actividad, un paradigma basado en la teoría Histórico Cultural de Vygotski, cuyo precursor es Leontiev, ha considerado la cooperación entre compañeros una de las estrategias más adecuadas para estimular el área de desarrollo potencial (Villouta, 2017).
La interacción social se conceptualiza como el origen y motor del aprendizaje, otorgando al lenguaje un papel fundamental. La interacción entre iguales ofrece a los alumnos la posibilidad de verbalizaciones que sirven como instrumento a la propia interacción. Una de las ventajas que ofrece el trabajar a través de tutorías es que permite al alumno utilizar el lenguaje en una situación pocas veces experimentada. La hipótesis de la función reguladora del lenguaje, desde esta perspectiva, permite explicar en otros contextos interactivos dónde no tiene lugar el conflicto socio-cognitivo, el valor que posee la interacción entre iguales.
La tutoría entre compañeros, cuando se trata de sujetos de la misma edad, les ofrece la posibilidad de invertir los roles, ya que un educando realiza el papel de enseñante (tutor) y el otro de alumno (tutelado). Esto les facilita la participación de una manera dinámica y activa en la elaboración del conocimiento. El aprendizaje cooperativo es obra de las estrategias de enseñanza-aprendizaje que puede incluirse en el marco de la posición vygotskiana.
La relación entre compañeros se conceptualiza como una manera de estimular el “área de desarrollo potencial”. En las investigaciones ejecutadas para comprobar la incidencia de las formas de organización entre alumnos (individualista, competitiva y cooperativa) en el rendimiento escolar, se concluye que la cooperativa produce mejores resultados que la individualista y la competitiva.
Interacción entre iguales y desarrollo cognitivo
Se llevó a cabo una investigación situada bajo la perspectiva de la Escuela de Psicología Social de Ginebra. Los participantes fueron 874 alumnos de 11 a 13 años. En los resultados se observó que los sujetos que trabajaron en diadas obtuvieron mejoras significativamente superiores a quienes lo hicieron individualmente. Sin embargo, estas diferencias se dieron únicamente en la prueba de generalización.
Quienes trabajaron de forma individual lograron un aprendizaje de la prueba estudiada semejante a las diadas. Consiguieron, no obstante, un nivel menor de reestructuración y de la capacidad de generalización a otros problemas. Entre los que realizaron su tarea en parejas, los mayores progresos correspondieron a quienes trabajaron con un compañero afectivamente indiferente; la amistad y el rechazo afectivo fueron circunstancias no favorecedoras del desarrollo (Elices, Del Caño y Verdugo, 2002).
Construcción de conocimientos e interacción entre iguales: Aprendizaje cooperativo
Según Johnson y Johnson (1999) aprender es algo que los alumnos hacen, y no algo que se les hace a ellos. El aprendizaje no es un encuentro deportivo al que uno puede asistir como espectador. Requiere la participación directa y activa de los estudiantes. Al igual que los alpinistas, los alumnos escalan más fácilmente las cimas del aprendizaje cuando lo hacen formando parte de un equipo cooperativo. La cooperación consiste en trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. En una situación cooperativa, los individuos procuran obtener resultados que sean beneficiosos para ellos mismos y para todos los demás miembros del grupo.
El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos. Mismos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás. Este método contrasta con el aprendizaje competitivo, en el que cada alumno trabaja en contra de los demás para alcanzar objetivos escolares. Estos pueden variar en una calificación de “10”, que solo uno o algunos pueden obtener; y con el aprendizaje individualista, en el que los estudiantes trabajan por su cuenta para lograr metas de aprendizaje. Mismas que son desvinculadas de las de los demás alumnos.
En el aprendizaje cooperativo y en el individualista, los maestros evalúan el trabajo de los alumnos de acuerdo con determinados criterios. Sin embargo, en el aprendizaje competitivo, los alumnos son calificados según una cierta norma. Mientras que el aprendizaje competitivo y el individualista presentan limitaciones respecto de cuándo y cómo emplearlos en forma apropiada, el docente puede organizar cooperativamente cualquier tarea didáctica, de cualquier materia y dentro de cualquier programa de estudios. El aprendizaje cooperativo comprende tres tipos de grupos de aprendizaje: los grupos formales, los grupos informales y los grupos de base.
La construcción de relaciones en el aula
El humano por naturaleza es un ser social. Esto se convierte en una de las principales necesidades en el mismo, siendo esta la base para construir relaciones interpersonales. Además de ello, esto juega un papel importante en el campo de la educación, debido a la retroalimentación que puede producir el roce social. Se hace entonces fundamental que el educador profesional tenga presente diferentes estrategias que ejecutadas de la manera adecuada, promuevan esta habilidad. Para ello, se hace necesario que esta figura cuente con el conocimiento para ello, mismo que es adquirido mediante la especialización académica.
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