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La respuesta vacunal es el sistema más inmediato, pero inespecífico (reconoce y responde a los patógenos de forma general aunque su respuesta no mejora a exposiciones múltiples de la misma infección) y sin memoria inmunológica. Constituye la primera línea de defensa frente al patógeno. Está formado por las barreras físicas (piel) y químicas del organismo que impiden la entrada de los microorganismos al cuerpo.

El componente humoral de este sistema lo forman un conjunto de veinte proteínas denominadas sistemas de complemento. El proceso es una reacción de activación secuencial que finaliza en una respuesta inflamatoria . La activación del sistema de complemento puede producirse mediante tres vías: clásica, alternativa y de las lecitinas. En tal control intervienen diversas proteínas reguladoras (solubles y de membrana), de las que destacan el C1-inhibidor para la vía clásica y el factor H/factor I para la vía alternativa.

Sistema inmune adquirido

El sistema inmune adquirido, a diferencia del sistema inmune innato, es altamente específico y con capacidad de memoria inmunológica (permite mejorar la respuesta). El organismo necesita diseñar mecanismos de defensa individuales contra cada patógeno. La activación de la segunda línea de defensa del organismo es más lenta que en el sistema innato, pero es capaz de reconocer miles de millones de antígenos diferentes y responde ante ellos de forma individual. Tiene memoria inmunológica, ya que recuerda el contacto previo con el antígeno para que en un segundo encuentro responda de mejor manera y más rápida.

El componente celular inmune lo constituye células altamente especializadas (linfocitos) y, entre ellas, destacan las células T colaborador (T-helper), que son las responsables de la iniciación en la respuesta inmunitaria adquirida que coordina al resto de las células. Otro tipo células son los linfocitos B, que se encargan de la respuesta humoral. Se transforman en células plasmáticas y su tarea es producir unas glucoproteínas denominadas ‘anticuerpos’ o ‘inmunoglobulinas’ (Ac o Ig), encargadas de unirse a los antígenos específicos.

Existen hasta cinco tipos de anticuerpos denominados isotipos que son los siguientes: IgG, IgA, IgM, IgD e IgE. Todos tienen estructuras y funciones diferentes. Se entiende como ‘inmunidad colectiva’ la protección que una población presenta frente a una infección debido a la presencia de individuos inmunes a ella. Este concepto es importante para al diseño de los planes de vacunación. El término fue introducido en 1906 por William Hamer a raíz de una discusión sobre el sarampión.

Funciones y distribución de los principales isotipos de inmunoglobulinas en el ser humano

  1. Inmunoglobulina G IgG: proporciona mayor nivel de protección inmunitaria frente a los patógenos invasores. Es el único anticuerpo con capacidad para cruzar la placenta y proporcionar al feto inmunidad de forma pasiva desde la madre. La IgG puede tardar un tiempo en formarse después de una infección o vacunación. El isotipo a veces cambia durante el desarrollo y la activación de los linfocitos B, expresándose como isotipo IgG e IgM. Tras la activación de la célula B se denomina el cambio isotípico o switcing. Las maneras anteriores transmutan a los tipos restantes como IgG, IgA o IgE, que desempeñan diversos papeles en la respuesta inmunitaria.
  2. Inmunoglobulina A (IgA): se encuentra en los recubrimientos de las vías respiratorias y del sistema digestivo, así como en la saliva, las lágrimas y la leche materna.
  3. Inmunoglobulina M (IgM): se encuentra principalmente en la sangre y en el líquido linfático. Este es el primer anticuerpo producido para combatir una nueva infección.
  4. La inmunoglobulina E (IgE): normalmente se encuentra en pequeñas cantidades en la sangre. A veces se halla en cantidades superiores cuando el cuerpo reacciona de una manera exagerada a los alérgenos o cuando está combatiendo una infección provocada por un parásito. E. Inmunoglobulina D (IgD): existe en pequeñas cantidades en la sangre y es el anticuerpo que menos se conoce.

Organización de la respuesta inmunitaria

Respuesta inmunitaria eficaz: es el resultado de interacciones celulares a través de una estructura anatómica organizada.

  1. Estos tejidos linfoides periféricos se mezclan con células linfoides provenientes de los tejidos linfoides primarios (médula ósea y timo) y establecen complejas interacciones con células reticulares, macrófagos y otras células accesorias.
  2. Los ganglios linfáticos filtran la linfa recogiendo las bacterias, virus, células cancerosas y otras sustancias indeseadas que son retenidas y eliminadas.
  3. La interacción entre los linfocitos T y los linfocitos B se produce cuando ingresa una sustancia indeseada en un ganglio linfático y activa a los linfocitos T. Posteriormente se dirigen hacia la zona de linfocitos B con el propósito de iniciar la respuesta inmunitaria.
  4. El bazo, cuya tarea es filtrar la sangre, se encuentra organizado en áreas que contienen linfocitos T (vainas periarteriolares) y linfocitos B (zona marginal). Los folículos primarios de linfocitos B se activan y proliferan en centros germinales para convertirse en folículos secundarios a raíz de un encuentro con una sustancia extraña.
  5. El sistema inmunitario de las mucosas o tejido tifoideo asociado a las mucosas (MALT) protege las superficies mucosas de las vías respiratorias, digestivas y genitourinarias. Los linfocitos que forman parte de este tejido linfoide se denominan linfocitos intraepiteliales (linfocitos T).

Respuesta inmunitaria a las vacunas

La respuesta a las vacunas es diferente si la vacuna se administra vía parenteral o mucosa

Inyección como señal de alarma

La mayoría de vacunas son vía parenteral (IM, SC e ID). Esta vía se elige en las fases iniciales de los ensayos clínicos y la respuesta a la vacuna depende de factores (tipo de vacuna y el adyuvante empleado). La vía de administración que mayor inmunidad genera es la intradérmica (ID), seguida de la SC e IM que tienen respuestas similares. Tales reacciones se producen debido a la elevada concentración de células dendríticas alojadas en la dermis, cuya función es facilitar la captación del antígeno y, por otro lado, se produce una mayor inflamación, induciendo a una rápida maduración y migración de las células hacia los ganglios linfáticos.

No obstante, tiene sus desventajas como mayores reacciones adversas a nivel local, por lo que su uso suele estar restringido. Los Centros para el Control y la Prevención de enfermedades (CDC) recomiendan que aquellas vacunas inactivadas que contienen algún adyuvante se administren de forma IM. La inyección se considera la primera señal de alarma, ya que se produce una ruptura en el epitelio, generando una liberación de mediadores (su función es dar la señal de alarma). Se denominan alarminas. Las células de Langerhans capturan el antígeno y migran a los ganglios linfáticos donde presentan el antígeno a las células especializadas.

  • Ganglio linfático: con la llegada de las células de Langerhans se desencadena una compleja interacción entre la célula y el linfocito T presente en la paracorteza, produciéndose la sinapsis inmunológica y logrando que se activen los linfocitos T que migran hacia las zonas del ganglio donde se encuentran los linfocitos B.
  • Linfocitos B: proliferan los linfocitos B hasta producirse una mutación a nivel genético en las regiones variables que codifican las inmunoglobulinas.

Desarrollo de vacunas

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