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En la actualidad, y debido al acceso a la información, pueden nombrarse al menos cinco de las religiones más conocidas en la era moderna, algunas de las cuales son las más practicadas. Es importante considerar esta base para comprender que se entendía por la primera forma de la religión y sus representaciones. Por eso, en este artículo se profundizará en las religiones de toda la historia humana, con el fin de conocer su origen en las sociedades primitivas, las primeras formas de religión, al igual que su evolución. Finalmente, se recordará la tipología de las que se consideran más importantes o influyentes.

Primeras formas de religión

El estudio de la religión y de su aparición viene ligado a un amplio abanico de conocimientos sociales, del entorno y contexto social, así como del propio estudio de las raíces gnoseológicas, ya que toda esta información se complementa mutuamente. En la etapa primitiva se presenta de ciertas formas como pueden ser: animatismo, animista, magia y totemismo.

Para determinar cuándo se originó la religión se debe introducir en la sociedad comunitaria primitiva. Allí donde su relación, además con ciertas ciencias, ayuda a comprender su significado en la etapa y su posterior desarrollo. Sujov (1968) afirmaba que, “para resolver dicho problema, se debe empezar con la participación conjunta de la antropología, arqueología y etnografía, con lo cual ayuda a comprender una serie de problemas relacionados con la sociedad”. En el caso de la antropología es una ciencia que estudia el origen, transformaciones y desarrollo físico de los hombres.

En este sentido, contribuye a entender ciertas condiciones en que transcurre la vida de la sociedad. La etnografía acercándose a la situación social, da importancia a las acciones de las personas, su comportamiento e interacciones. En el caso de la arqueología, su estudio en las estructuras, objetos y elementos físicos antiguos aportan una significativa cantidad de información.

El animatismo, como base para desdoblar el mundo del más acá y del más allá, originó la primera forma de religión, siendo seguida por el animismo, la magia, posteriormente por el totemismo, hasta la finalización de la sociedad primitiva. En las antiguas sociedades no existían clases sociales, por lo que la aparición de la religión se basa, fundamentalmente, en las preguntas del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre el porqué del desarrollo de las fuerzas productivas. Marx y Engels consideran como un punto de partida la producción de los instrumentos de trabajo.

El origen de la religión

La forma más temprana de religión fue la creencia en la existencia de almas y espíritus (animismo), y nació en la primera formación económico-social, llamada sociedad primitiva, gracias a ciertas condiciones donde el hombre primitivo consideraba a las cosas, los objetos como seres vivos. Dicha creencia fue denominada animatismo por Shternberg, citado en Sujov (1968).

En esta etapa, el hombre primitivo no distinguía entre lo orgánico y lo inorgánico, sino que figuraba a la realidad circundante como seres orgánicos, vivos. Shternberg “cuenta que los guilliaki (nivji) del río Amur le aseguraron numerosas veces que una roca que se alzaba en el mar, no lejos de la costa, había llegado de lejos, del norte, después de haber reñido con su hermana.” (Sujov, 1968, p. 36).

Lo anecdótico es que, el propio autor observó que “en aquellas latitudes los enormes bloques de piedra que trasladan los témpanos de hielo empujados por la corriente marítima, lo que para él quedaron claros los motivos que habían dado lugar a semejante mito” (Sujov 1968, p. 37). Por esto Shternberg, en su libro La religión primitiva a la luz de la etnografía, presenta varias premisas para la existencia de la fe como una de sus primeras formas de creencia, pero de no religión propiamente dicha.

El animatismo “consiste en considerar todas las cosas de la naturaleza como seres vivos, semejantes al hombre […] vivificación general de la naturaleza” (Sujov 1968, p. 37). Se encuentran afirmaciones en otros autores para explicar esta primera forma de la religión. Por ejemplo, para el inglés Marett, el animismo ha sido precedido por un período caracterizado por el animatismo: el hombre primitivo, bajo el imperio del miedo permanente en el cual sufría, atribuía a las cosas una fuerza inmanente y misteriosa.

La religión como argumento

Aun así, no se sabe con exactitud cuál es la etapa exacta del surgimiento de la religión. Lo que sí es claro es que nació en la comunidad primitiva. Henry (1957, p. 40), dice al respecto: “Del conjunto de datos se obtiene la prueba de que la religión nació en la época arcaica, en época del comunismo primitivo, cuya existencia ha sido probada en la etnografía clásica por L. H. Morgan”.

En definitiva, se denomina animatismo a todos los objetos de la naturaleza que se hallan en movimiento, tienen vida, parecidos al hombre, con alma propia y espíritu de las cosas propias. Aunque este no es aún una forma de religión, sus bases y sus premisas de ciertas condiciones, dan el paso a lo que se denomina animismo como una forma de religión, proceso que perdura hasta la descomposición final de la sociedad primitiva.

La religión comienza con el animismo, el cual se caracteriza porque, tras las cosas de la realidad se oculta, según el hombre primitivo, la actividad de numerosas almas y espíritus que pueden serles favorables o desfavorables al hombre. Estos a los cuales, mediante determinadas acciones, se les puede inclinar a favor de unos o, al contrario, predisponerles en su contra (Sujov 1968).

Es aquí donde la ciencia intenta desvincular religión-hombre. Se encuentran autores como Engels, quien afirma lo siguiente; “La religión no es más que el reflejo fantástico en las cabezas de los hombres, de los poderes externos que dominan su existencia cotidiana. Un reflejo, en el cual las fuerzas terrenas cobran forma de supraterrenas”. Por otro lado, Engels habla de la religión como un “reflejo fantástico”, referido al mito, encarnado en la creación popular característica de la Antigüedad.

Naturaleza humana

Mircea Eliade, en su obra Mitología y realidad, afirmaba que “gracias al mito, la vivencia es una realidad, donde nos desarrollamos, y su existencia hasta la actualidad es producto de fuerzas sobrenaturales” (itálica en el original), es decir, que la religión considera al mito como punto de ayuda para explicarle al ser humano quién es, de tal manera que es una fuente que ayuda en su vida.

El mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los seres sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea esta la realidad total, el cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución (Ortega, 2013). En la actualidad se busca vivir sin creer en mitos, sino centrarse en aquellos sucesos y hechos que enseñan la ciencia y la razón.

Sin embargo, ocurren fenómenos de la naturaleza que antiguamente no encontraban explicación. De aquí el surgimiento de la religión. El bajo nivel de las fuerzas productivas que motiva esta impotencia fue la principal fuente social de la religión en la sociedad primitiva. Al depender de las fuerzas naturales, surgen por vez primera imágenes fantásticas, en las que estas se convierten en una posición sobrenatural (Sujov 1968). En este sentido se encuentra esta referencia de Henry (1957, p. 40).

«En esta sociedad que no estaba dividida en clases sociales, el hombre, ligado muy fuertemente a la comunidad, carecía aún de madurez individual y no había roto todavía el cordón umbilical que lo ligaba a sus congéneres; también se sentía impotente frente a las fuerzas enormes, aplastantes de la naturaleza, y de esa imperfección, nació la religión».

La religión como marco educativo

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