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Desde el inicio de las civilizaciones el ser humano ha definido centros de poder y siguiendo su naturaleza animal, personas a las cuales seguir. Múltiples razones han llevado a que grandes grupos escogiesen a un líder por cualquier método, ya fuera de la manada, la tribu o la ciudad. Sin embargo, pese a lo amplío de la etapa antigua de la historia humana, es en Grecia, primero, en el auge de su sociedad. Allí a través de corrientes de pensamiento comienza a comprenderse verdaderamente cómo y por qué suceden estos procesos.

A esto se le añade un comienzo primigenio de la opinión pública, si bien no era conocida de esta forma entonces, sí lo era en su concepto. Atendiendo a los habitantes de las poblaciones como entes dependientes del poder, pero con cierto impulso creciente por implicarse en lo relacionado con ellos.

Grecia, cuna de la opinión pública y el pensamiento político

Si bien en ningún momento durante la vigencia del apogeo de la sociedad griega antigua se habló como tal de “opinión pública”, es cierto que en variados círculos sí se entendía la “opinión popular”. Era percibida como aquel fenómeno que se pone al servicio de alguien poderoso para sostener o destruir su poder (Mancera Carrero, 2007).

En un inicio es la filosofía la que entra a teorizar sobre los asuntos relacionados con dicho poder y su extensión hacia los habitantes. Los conceptos de “opinión” (doxa) y “verdad” (aletheia) se convierten en fundamentales, asociando solamente la primera a las clases sociales sin responsabilidad política. Es decir, los mandatarios actúan y el resto opina, aunque no con mucha incidencia sobre ellos.

Los presocráticos y la filosofía política en Grecia

El primer grupo que habló acerca de las relaciones de poder dentro de una polis fue esa amalgama de pensadores conocidos como presocráticos. Por ser anteriores (o incluso contemporáneos) a las doctrinas dictadas por Sócrates. Entre ellos destacan grandes filósofos de la antigüedad. Aunque se podría decir que la corriente centrada en hablar sobre temas de Estado y formas de gobierno inicia de forma contundente con Heráclito de Efeso (540-480 a.C.). Comenzó en esta senda ejerciendo como crítico ante la opulencia reinante en su ciudad.

“¡Que jamás falte la riqueza a los efesios, para que quede comprobada su bellaquería!”

(Kirk, Raven y Schofield, 2008).

Es destacable el hecho de que el propio Heráclito provenía de una familia aristocrática, por tanto, conocía de primera mano los lujos entre los que vivía la clase dominante. A raíz de esto, su pensamiento se basa en la búsqueda de una ley suprema para la ciudad (una idea primigenia de Constitución). En esta se marcase quién debía gobernarla y de qué forma, ya que la oligarquía de Efeso hacía y deshacía sin oposición, de forma libre y plural.

“El pueblo debe luchar por su constitución lo mismo que por sus murallas”

(Kirk, Raven y Schofield, 2008)

Sócrates, padre de la filosofía política en Grecia

En oposición a lo defendido por sus contemporáneos sofistas, Sócrates (470-399 a.C.) pretendía mostrar lo ilegítimo de las construcciones políticas de su tiempo. Buscando una trasformación profunda en el modo en que los griegos entendían esta actividad, también en la forma en que los políticos la llevaban a cabo (Ariza, 2012). Por tanto, muchos autores han calificado sus acciones como “anti-política”, objeto de rechazo a lo establecido en ese entonces.

En uno de los puntos más nucleares de sus teoremas, recogidos en los diálogos redactados por Platón. Sócrates enfrenta la teoría de Protágoras que habla de la política como la única materia en la que cualquier humano es experto. Por lo que todos deberían participar en los asuntos relacionados con el poder de las polis (Dueso, 2013).

Con ello, la respuesta socrática se extiende al hecho de que podría resultar un problema grave para los gobiernos si la postura de cualquier habitante de la ciudad fuera válida al nivel de un experto, argumentando que este era el principal error de la democracia.

Platón y “La República”

Platón (427-347 a.C.) profundiza mucho más en el terreno de la filosofía política. Dedicándole la parte central de su pensamiento a esta, así como a comprender las sociedades dentro de un Estado. Expone en sus diferentes obras que la comunidad política y la identidad cívica no surgen de la nada, ni se crean de forma consciente; en cambio, son algo anterior a los habitantes de una población, dado por supuesto dentro de la búsqueda de unión entre personas y la diferenciación entre ellas en un mismo círculo.

Para Platón, la condición humana es inseparable de la búsqueda del Estado ideal, por tanto, son los ciudadanos los que deben acordar quién les gobierna y cómo. En “La República” se tratan ampliamente todos los aspectos teóricos que pueden influir en la política de su tiempo, aplicando a todos ellos el concepto de justicia.

Según Platón, existen varias formas de gobierno que pueden concatenarse si no se mantiene la rectitud necesaria en el prototipo ideal, que para él es la aristocracia (entendida como “el poder para los mejores”, es decir, los más sabios). Con el fin de que esta funcione, los líderes han de apoyarse en la clase militar para mantener el poder; sin embargo, el error fatal puede ser que estos acaben ejerciendo su fuerza para apartar a los mandatarios e instalar una timocracia (gobierno de soldados).


La oratoria de Demóstenes

Pese a no ser considerado por muchos autores como un pensador, es necesario hacer referencia a Demóstenes (384-322 a.C.) en el estudio de la filosofía política clásica en Grecia. Fue un político ateniense y uno de los oradores griegos más recordados, que centró su carrera en luchar contra el imperialismo del rey Macedonio Filipo II.

Influenciado en principio por los escritos de Isócrates, que defendía la recuperación del esplendor cultural helénico gracias a la ascensión al poder de jóvenes formados para liderar las ciudades-estado, acabó desligado de su línea de pensamiento tras el desarrollo de una idea política propia más adaptada a su realidad bélica personal.

Así, comenzó a hacerse conocido cerca del año 354 a.C. por sus discursos contra el poder ascendente de Esparta (conocidos como “Para los megalopolitanos”). Más tarde, llegaría el auge de su exposición política, iniciando en el 351 a.C. una serie de pronunciamientos contra Filipo, las “Filípicas”.

Eran declamadas durante las asambleas atenienses como principal objeto de denuncia ante el creciente expansionismo del padre de Alejandro Magno, fueron cuatro: primera (351 a.C.); segunda y tercera (344 y 343 a.C.), con las que consiguió un aumento del ejército de Atenas y una alianza con Tebas contra Macedonia; cuarta (341 a.C.), considerada como una declaración de guerra contra Filipo, lo que desembocaría en una derrota ateniense.

Una pequeña introducción

Lo que se encuentra plasmado en el blog no es más que un vistazo rápido a la historia de la filosofía política en Grecia, que es donde, se podría tomar un punto de referencia para las raíces de la misma. Entrar en un campo tan amplio como la política de por sí, es complejo y lleva tiempo, ahora bien, si este tema va acompañado de la mano con su historia, tomara mucha más dedicación por parte del interesado.

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