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La historia de la lactancia materna ha sido la única forma de garantizar la salud y supervivencia del recién nacido, y su fracaso, una de las causas fundamentales de mortalidad infantil. Al igual que en el resto de los animales, es una actividad fisiológica que forma parte del proceso reproductivo de la mujer. Sin embargo, a diferencia del resto de los mamíferos, la lactancia es una construcción social, y, por tanto, depende del aprendizaje, creencias, normas, clase social, etnia, lugar donde vivían, etc., entre otros condicionantes socioculturales que evolucionan e involucionan en el tiempo.
Es un tema presente en diferentes tratados de filósofos, médicos e historiadores, pero considerando la mujer como un ser ignorante. Las referencias sobre el amamantamiento son frecuentes, pero indirectas; además con poca información en cuanto a prácticas, siendo el tema más estudiado el de las amas de cría o nodrizas. En las civilizaciones antiguas existían códigos políticos que obligaban a dar leche materna a los hijos. No obstante, en la segunda mitad del siglo XX, esta práctica se ha disminuido hasta llegar el punto de desaparecer en varias zonas del mundo, efecto causado por la introducción de la leche sintética.
Recorrido histórico
A lo largo de este apartado se va a realizar un recorrido histórico. Como ya se sabe, en cada época y cultura la Lactancia Materna ha estado determinada por diversos factores. Mismos como las relaciones sociales, necesidades culturales, mitos, rol, estética femenina, nivel socioeconómico, etc. La principal variante que existía en el amamantamiento era la de dar leche materna a través de nodrizas. Entre los siglos X y XIV en Europa se sabe de una estable actividad del amamantamiento, donde en los siglos siguientes, del XV al XIX, la lactancia mercenaria fue una práctica que tuvo esplendor; e incluso en algunos países se desarrolló una legislación a favor de esta.
La prehistoria de la lactancia
Hablar de lactancia desde el comienzo de la humanidad es algo más que evidente, e incluso desde antes. Los seres humanos son mamíferos vertebrados homeotermos, de “sangre caliente”, con pelo y glándulas mamarias productoras de leche. La capacidad de regular la temperatura corporal fue una característica esencial que permitió a los mamíferos sobrevivir en lugares fríos y desarrollar una actividad nocturna.
Destacar que la provisión de sus crías con un alimento nutritivo que beneficia su crecimiento y desarrollo les proporcionó mejorar las tasas de supervivencia. Incluso más allá de sus características alimenticias, la lactancia permitía proteger la vida de sus hijos. Esto en el momento de mayor vulnerabilidad y asegurar el aprendizaje de funciones vitales; además del vínculo primario de apego, que evolucionó al que se conoce actualmente.
En la antigüedad
En las civilizaciones antiguas como la mesopotámica o babilónica existían códigos políticos que obligaban a dar leche materna a los hijos. Para la antigua Babilonia, se recomendaba el amamantamiento hasta una edad avanzada, alrededor de los tres años. El Código de Hammurabi (1800 antes de Cristo), existen normas respecto sobre las nodrizas, regulando la paga y las formas de ofrecimiento de este servicio. Era considerado un trabajo honorable, se regulaba, además, las costumbres sexuales, la higiene y la vida social de estas mujeres. En Egipto el amamantamiento se extendía también hasta los tres primeros años de vida.
La leche materna era el alimento irreemplazable, y garantizaba una vida hogareña para los lactantes bajo la tutela y amor de sus madres. La lactancia materna en Egipto ratificó y consolidó vínculos afectivos entre madre e hijo, con carácter duradero, plasmados en la tradición literaria y funeraria. El nombramiento de la nodriza que regía en el Egipto faraónico ayudó a encumbrar y a respaldar el rango social de la mujer. Así, siendo la nodriza del futuro faraón el escalón máximo.
Se pueden encontrar descripciones literarias e iconográficas de escenas del amamantamiento del rey por diversas divinidades. Incluso es posible encontrar en las Isis “Lactans” el modelo para la representación de la Virgen María con su Divino Hijo en el arte medieval. Entre los griegos, el amamantamiento también era considerado una práctica primordial. En Esparta, solamente podían conseguir el trono, aquellos hijos del rey que hayan sido alimentados por su madre. Plutarco relata la historia de la posesión del trono del segundo hijo del rey Temistes; esto solo porque el primogénito había sido alimentado con leche de una desconocida. Hipócrates (400 a C), en Aforismos, clasifica las edades de la vida en siete, nombrando la primera como infancia o edad de la lactancia.
En Europa
Desde el siglo XIII al XIX, en Francia, las mujeres de clase media alta no amamantan a sus hijos; esto haciéndolo mediante nodrizas, leches de animales y preparados de cereales. En Italia, y concretamente en Florencia, hacia 1300, se extiende la costumbre de enviar a los niños de las clases noble y media urbanas con una balia o nodriza al campo. Esto sucedia aproximadamente durante 2 años.
En Roma, a pesar de que se fomentaba la práctica de la lactancia, esta era asociada al envejecimiento prematuro, desgastes y dilatación de los pechos. Durante el Renacimiento, se extiende en Europa, sobre todo en Italia y Francia, que la mayor parte de las mujeres de clase bajas amamantaban a más de un niño a la vez; el suyo propio y el que tenía al cuidado.
Gracias al efecto anticonceptivo de la lactancia, las clases más bajas tenían una fecundidad limitada, lo que constituía un efectivo control de la natalidad entre las masas campesinas de la Europa preindustrial. Por otra parte, la fecundidad no controlada por lactancia ente las clases más altas hace que la descendencia pueda suponer de 15 a 20 hijos, aunque a cambio de una alta mortalidad.
En Francia, lo que en el XVI era un privilegio de la aristocracia, se extiende en el siglo XVII a la burguesía y alcanza en el XVIII a las clases populares: unas y otras mujeres dependen de la leche de nodrizas, las de clase social baja para poder trabajar y las de clase alta para atender sus numerosas obligaciones sociales. Era habitual que la crianza entera se extendiera a las amas de cría, por lo que los cuidados maternos eran olvidados y muchos niños morían lejos de sus madres.
En América
Con la llegada de los españoles a América, estos descubrieron que la desnutrición y las tasas de mortalidad infantil eran muy bajas. La lactancia materna era una práctica comúnmente extendida y los sucesores, a base de maíz y aunque no eran lácteos, suponían para los niños mayores muy buenos sustitutos nutritivos. Las mujeres americanas, verdaderas matriarcas, cuidaban de sus hijos hasta que fueran mayores, formando así comunidades jóvenes saludables.
Los conquistadores importaron enfermedades como la sífilis y el contagio a niños pequeños hizo revalorizar la lactancia por las propias madres. La vida en las colonias refuerza los vínculos primarios, haciendo caer en desuso la actividad nodriza, visto en Europa como un indicador de estatus en las clases más acomodadas.
La lactancia como proceso básico
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