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La evaluación fisiológica del dolor puede realizarse mediante un amplio número de respuestas fisiológicas. Estas medidas son útiles como complemento a los métodos de evaluación verbales y conductuales, pero no deben utilizarse como única fuente de información para la cuantificación del dolor. La razón es que muchas de ellas son respuestas inespecíficas al estrés y otras son de empleo muy complejo para su uso rutinario. Por esta razón, las pruebas complementarias para el diagnóstico del dolor juegan un papel crucial en el desarrollo de un diagnóstico adecuado de estas enfermedades.

Respuestas autonómicas

Las respuestas fisiológicas del sistema nervioso autonómico o de la actividad emocional ante el dolor son; la frecuencia cardíaca, presión arterial, temperatura corporal y conductancia de la piel. Algunas de estas respuestas son fáciles de registrar, como la frecuencia cardíaca o la presión arterial. Sin embargo, otras como la temperatura corporal o la conductancia, son de más difícil aplicación al ser necesarios aparatos específicos para su medición.

Termografía

Es un método diagnóstico que contribuye a la evaluación y monitorización del enfermo con dolor crónico. Ofrece un mapa térmico del área bajo estudio, revelando de una forma indirecta las condiciones fisiopatológicas asociadas con los síndromes dolorosos. Contrario a la exploración radiológica, que pone de manifiesto alteraciones estructurales, el termograma muestra anomalías en la emisión térmica radiante de la superficie del cuerpo. Esta a su vez, es índice de alteraciones fisiopatológicas y neurovasculares, entre otras.

Básicamente, hay dos tipos de equipos de termografía: la teletermografía y termografía de contacto. La teletermografía infrarroja computarizada detecta y mide las emisiones infrarrojas que están en función de la temperatura corporal; así, transformándolas en imágenes electrónicas, que pueden ser visualizadas, digitalizadas y registradas. Por otra parte, la termografía de contacto permite visualizar, con imágenes en color; la temperatura de las zonas bajo examen, utilizando placas especiales de cristal líquido microencapsulado. La termografía permite captar la radiación infrarroja del espectro electromagnético, usando cámaras térmicas o de termovisión.

De esta manera, la termografía ha demostrado su utilidad en diferentes síndromes dolorosos. Así, la interpretación de las imágenes termográficas en el dolor neuropático, se ven en la fase aguda como un área de hipertermia. Ha sido circunscrita al territorio del nervio o métamera corrrespondiente a la lesión, y en fases más avanzadas como un área de hipotermia. En ocasiones sin una distribución metamérica (como una asimetría corporal), por lo que deben estudiarse siempre ambos lados de la región anatómica estudiada y comparar. El verdadero valor de la termografía en dolor neuropático, se encuentra en el seguimiento evolutivo tras el tratamiento del mismo.

Pruebas complementarias para el diagnóstico del dolor: estudios electrofisiológicos

Son un conjunto de técnicas que estudian alteraciones de la vía somatoestésica. Pueden ser de afectación de la vía sensorial o asociada a daño de la vía motora, sobre todo cuando la alteración está en el sistema nervioso periférico. Es importante destacar que no existe correlación entre las lesiones objetivas y la sintomatología subjetiva dolorosa.

Electromiografía

La electromiografía (EMG) es un método por el que se puede valorar la integridad de las células del asta anterior de la médula espinal, las raíces nerviosas, los plexos, los nervios periféricos, los músculos y algunas vías reflejas espinales y del tallo cerebral. Dentro de este contexto, la electromiografía es la técnica de registro gráfico de la actividad eléctrica producida por los músculos esqueléticos.

Es un método valioso para evaluar la afectación nerviosa y muscular en pacientes con dolor de ambos orígenes. Los síntomas pueden ser localizados, como en lesiones nerviosas traumáticas de nervios, de plexos nerviosos y de raíces, o difusos, como en la polineuropatía y en las enfermedades musculares primarias. La exploración consiste en varias técnicas electrodiagnósticas, siendo empleados más frecuentemente los estudios de conducción nerviosa motora y sensitiva, la onda F, el reflejo H y la electromiografía por punción.

El EMG puede ser monitoreado a través de electrodos insertados dentro de los músculos (electrodos intramusculares); o a través de electrodos en la superficie de la piel sobre el músculo (electrodos superficiales). Para llevar a cabo un EMG intramuscular, se usa una aguja electrodo, la cual se inserta a través de la piel, hasta que entre al tejido muscular. Un profesional entrenado (como un neurofisiólogo, un neurólogo, o un fisiatra), va observando la actividad eléctrica mientras inserta el electrodo.

Estudios de velocidad de conducción nerviosa

Los estudios de conducción nerviosa miden la rapidez y la eficacia con que las señales eléctricas del cuerpo se transmiten por los nervios. Esta prueba se hace en conjunto con una electromiografía (EMG), para verificar la salud de los músculos en busca de alguna anormalidad muscular. Se colocan parches adhesivos, llamados electrodos de superficie, sobre la piel por encima de los nervios en distintos puntos. Cada parche emite un impulso eléctrico muy leve. Esto estimula el nervio. La actividad eléctrica resultante del nervio es registrada por los otros electrodos. La distancia entre los electrodos y el tiempo que le lleva a los impulsos eléctricos viajar entre los electrodos, se utiliza para medir la velocidad de las señales nerviosas.

Potenciales evocados (PE)

Los PE son respuestas eléctricas del sistema nervioso a estímulos sensitivos externos, conocidas desde hace décadas, pero utilizables en clínica desde finales de 1960. Los PE pueden:

  • Demostrar anomalías del sistema sensitivo cuando los síntomas clínicos son ambiguos.
  • Obtener pruebas de lesiones clínicamente ocultas cuando la historia y la exploración clínica son normales.
  • Contribuir a delimitar la distribución anatómica de las lesiones del sistema nervioso.
  • Ayudar a monitorizar el progreso o regresión de dichas lesiones. Demostrar la integridad de las vías somatosensoriales y la situación cerebral, durante diversas intervenciones neuroquirúrgicas y vasculares (cirugía de la escoliosis).

De las tres pruebas de PE que con más frecuencia se utilizan, visuales, acústicos y somatosensoriales, son estos últimos los que ofrecen más utilidad clínica en los pacientes con dolor crónico. Los potenciales evocados somatosensoriales (PES) son el registro de los potenciales eléctricos generados, principalmente, por las fibras gruesas de la vía somatosensorial en las porciones centrales y periféricas del sistema nervioso, en respuesta a un estímulo reproducible. Para realizar esta prueba no es necesaria ninguna preparación previa.

Al paciente se le colocan unos electrodos (se pegan con pasta conductora y colodion) en el cuero cabelludo y pabellones auditivos y/o en hombro, cuello, columna. Posteriormente, recibe los distintos estímulos para obtener la respuesta evocada correspondiente. Así, para el potencial evocado visual, el paciente recibe un estímulo visual; para el potencial evocado auditivo, el estímulo auditivo consiste en oír tonos por un auricular; y los potenciales evocados somatosensoriales son producidos por estímulos eléctricos en pies y manos.

El diagnóstico en enfermería

Realizar un adecuado diagnóstico en los campos de la salud resulta una de las bases más importantes para un adecuado paso a paso durante todo el tratamiento del paciente. Es por ello que se hace completamente necesario que el profesional en enfermería cuente con los conocimientos necesarios para ofrecer un servicio de salud optimizado a cualquier tipo de paciente.

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