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Seguramente, el conocimiento de la toxicidad de las plantas es tan antiguo como la humanidad misma. Sabemos que desde tiempos inmemoriales el ser humano ha utilizado toxinas extraídas de plantas con fines cinegéticos, en rituales mágico-religiosos o incluso en las guerras. De hecho, así continúa siendo, aunque de manera muy marginal, en algunos pueblos y tribus indígenas en África y en América. Sin embargo, no es el objetivo que perseguimos el de hablar de las plantas tóxicas, sino de aquellas plantas que poseen cierta toxicidad siendo plantas medicinales. Podemos considerar que todas las plantas tóxicas pueden ser medicinales y que muchas de las plantas medicinales son también tóxicas.

Todo radica, como ya dijo Paracelso en el siglo XVI en la dosis usada que es lo que permitirá diferenciar un remedio de un veneno. De hecho, la mayoría de las plantas medicinales que empleamos en la actualidad son bastante seguras cuando se emplean clínicamente de forma adecuada. No porque se trata de plantas que son compuestos “naturales”, que es uno de los mitos que rodean todavía a las plantas medicinales, sino porque el uso prolongado de las mismas ha permitido poner de manifiesto, reconocer y, por tanto, evitar la mayoría de los efectos adversos que pueden producir.

Otro de los mitos que rodea el consumo de las plantas medicinales es que como su utilización es fundamentalmente tradicional. Muchas de ellas se han venido empleando desde la antigüedad deberán ser, en consecuencia, seguras. Sin embargo, no siempre es así, puesto que ocasionalmente la toxicidad de las plantas aparece tras una exposición crónica; o se puede poner de manifiesto tras un largo intervalo entre la exposición y la aparición de la sintomatología.

Frecuencia de las intoxicaciones por plantas medicinales

La incidencia de intoxicaciones por plantas en países europeos es variable, ya que oscila entre un 1 y un 7 % según diversas fuentes. En Estados Unidos y en 2015 según datos del National Poison Data system (NPDS) las exposiciones a plantas fueron un 1.8% del total de las exposiciones a sustancias tóxicas. Del total de exposiciones, aproximadamente el 60% ocurrieron en niños entre uno y cinco años de edad.

Cuando se conoce la especie de planta causante de la intoxicación (en aproximadamente un 10% de los casos no se conoce) las plantas responsables de las intoxicaciones no son generalmente plantas que tengan un uso medicinal conocido.

Los pocos datos que tenemos en España sugieren que la frecuencia de las intoxicaciones producidas por plantas es similar (alrededor del 1% de las intoxicaciones). Además, de nuevo las plantas responsables de esas intoxicaciones no son generalmente plantas con reconocidas propiedades y usadas como plantas medicinales. En la mayoría de los casos, la mayor parte de las intoxicaciones son accidentales, aunque en algunos tienen como finalidad el suicidio u otros objetivos.

Otras consideraciones

Así pues, debemos tener claro que, aunque podemos trazar el origen de muchos de los compuestos farmacológicamente activos. Mismos que hoy forman el arsenal terapéutico del médico a principios activos presentes en las plantas, estas no están exentas de toxicidad y reacciones adversas. Existe una cierta analogía entre lo medicinal y aquello que es tóxico. Sin embargo, el concepto de toxicidad es inherentemente y por su propia naturaleza un concepto que dependerá en última instancia del punto de vista.

Generalmente, consideramos que una sustancia tóxica (o un veneno) es aquella que puede causar lesiones graves o incluso la muerte. Esto como consecuencia de sus interacciones fisicoquímicas con un organismo vivo. Esas interacciones pueden ser consideradas a nivel del organismo, a nivel tisular, celular o incluso molecular. Así pues, al menos potencialmente cualquier sustancia es un veneno o una toxina, si la exposición de un ser vivo a la misma es excesiva.

De manera similar, cualquier sustancia química puede ser utilizada con seguridad. Esto siempre que los niveles de exposición de los seres vivos se mantengan por debajo de aquellos límites que se han definido y se consideran como niveles tolerables. Algunas, unas pocas, plantas medicinales tienen efectos farmacológicos muy potentes y muy similares al de los fármacos sintéticos. En estos casos su uso y su consumo puede ser peligroso.

Aunque las plantas del género Digitalis son el clásico ejemplo de esta categoría deberíamos incluir aquí también otras muchas especies como la Atropa belladona, o las plantas de los géneros Arnica, Aconitum o Taxus, por ejemplo. Otro grupo de plantas presenta acciones farmacológicas potentes que hacen conveniente restringir su utilización generalizado como es el caso de la Ephedra o Ma Huang, la lobelia o el Evonymus europaeus, por citar solo algunos ejemplos.

Plantas medicinales hepatotóxicas

La utilización de las plantas medicinales es amplio, en tanto en cuanto que abarca desde anomalías en analíticas bioquímicas de función hepática. Estos son no asociados a sintomatología clínica (como pueden ser un aumento en los niveles de transaminasas séricas o bilirrubina o colestasis); a una fibrosis o necrosis hepática, cirrosis, enfermedad veno-oclusiva hepática o incluso un fallo hepático.

La toxicidad de las plantas medicinales puede ocurrir como consecuencia de las condiciones de producción y almacenamiento de las plantas. Sin embargo, también de los niveles de contaminación con otros agentes o incluso de interacciones entre diversos factores. Mismos entre los que estarían los diversos compuestos presentes en un producto y las propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas de los mismos.

Se sospecha que podrían ocurrir en un 10 o un 15% del total de los casos de hepatotoxicidad producida por fármacos. Los alcaloides pirrolizidínicos son un grupo de alcaloides que presentan una estructura de pirrolizidina y se encuentran ampliamente distribuidos en el reino vegetal.

La toxicidad producida por plantas que contienen estos alcaloides está documentada desde hace casi cien años. Aunque no todos los alcaloides pirrolizidínicos presentes en las plantas son tóxicos. Solo se ha descrito hepatotoxicidad para aquellos que son insaturados – la exposición a los mismos se relaciona tanto con enfermedad venooclusiva hepática como con cáncer hepático. Estos alcaloides han sido encontrados de manera común en plantas de las familias; Boraginaceae, Asteraceae, Fabaceae (Crotalaria spp) y Orchidaceae y con menos frecuencia en las familias Convolvulaceae y Poaceae.

Plantas medicinales nefrotóxicas

Varios estudios científicos publicados recientemente han puesto de manifiesto que el ácido aristolóquico interacciona con el ADN. Mismo que su consumo se ha asociado al cáncer del tracto urinario superior pero también al cáncer hepático. Los ácidos aristolóquicos son un grupo de ácidos que se encuentran en estado natural en muchas especies del género de plantas Aristolochia (en inglés reciben el nombre común birthworts o pipevines) y en algunas plantas del género Asarum (jengibre salvaje).

Estas plantas, sobre todo las del género Aristolochia, son plantas que han sido utilizadas durante miles de años en la medicina tradicional china como remedio para la artritis, la gota o la inflamación. La toxicidad de los ácidos aristolóquicos se conoce bien desde los años noventa, cuando se relacionó el ácido aristolóquico con lesiones y enfermedades renales en un grupo de mujeres belgas que recibían tratamiento para adelgazar con plantas medicinales.

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