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La inteligencia emocional ha sido definida y redefinida por diversos autores. Aun así, existe divergencia de opiniones. Algunos autores defienden un concepto amplio, en el cual incluyen todo lo que no queda contemplado en la inteligencia académica, como, la automotivación, las habilidades sociales, la capacidad de autocontrol, etc. Otros se inclinan más por un concepto restrictivo de inteligencia emocional, puesto que consideran que los conceptos científicos deben ser específicos y restrictivos para no ser desvirtuados. A continuación, se presentan algunas propuestas.

En primer lugar, se presenta la definición de los pioneros en el uso de este constructo Mayer y Salovey, que tras varias redefiniciones llegan a la siguiente: la inteligencia emocional es la capacidad para reconocer las propias emociones y las de los demás; discernir entre diferentes sentimientos y etiquetarlos apropiadamente; usar la información emocional para guiar el pensamiento y el comportamiento, y manejar las emociones para adaptarse a los ambientes y lograr los objetivos. Bar-On ofrece una definición de inteligencia emocional, basada en la propuesta de Salovey y Mayer.

Para este autor es un conjunto de conocimientos y habilidades, tanto emocionales y como sociales que influyen en la capacidad general para afrontar con éxito los desafíos del entorno. En la propuesta de Goleman la inteligencia emocional engloba la capacidad para conocer las propias emociones; para manejar las emociones, para motivarse a uno mismo, para reconocer las emociones de los demás, así como para establecer relaciones.

Las posteriores aportaciones de la mano de la neurociencia apoyan la existencia de una inteligencia emocional, entendida como un conjunto de habilidades que son distintas de las habilidades cognitivas o el coeficiente intelectual. Aunque la discusión sobre el constructo de inteligencia emocional sigue abierta, lo que sí que parece estar claro es la existencia de una serie de competencias emocionales, susceptibles de ser aprendidas.

El modelo de Mayer y Salovey

Mayer y Salovey consiguieron aunar dos conceptos que durante muchos años se habían concebido como contradictorios: inteligencia y emoción. Fueron capaces de plasmar una inherente conexión entre ambos. Su contrastado modelo surge para dar respuesta a las necesidades sociales del momento, donde la formación a nivel intelectual quedaba insuficiente y se veía como algo imprescindible abordar el desarrollo de aspectos no cognitivos como los afectivos, emocionales y sociales.

Para los autores el término inteligencia emocional atañe a un conjunto de procesos mentales que tienen correspondencia con las habilidades que posee cada individuo. Cada persona las expresa y entiende de un modo particular, lo que permite que las habilidades derivadas sean sensibles de ser transformadas. Expresan que la base teórica de esta conceptualización está basada en la conceptualización de inteligencia personal de Gardner, siendo esta la razón que llevó al uso de la palabra habilidad en lugar de capacidad.

Es por ello que este modelo tiene la gran peculiaridad de que es un modelo de habilidad, donde la inteligencia emocional se concibe como una inteligencia genuina que requiere del entendimiento del mundo emocional, en conexión con el pensamiento, para poder así resolver los problemas que se presentan y poder adaptarse, de forma saludable, al entorno. Este modelo se conceptualiza a partir de cuatro habilidades relacionadas entre sí.

La percepción emocional

Incide en la habilidad para reconocer las propias emociones y sentimientos, así como, los estados y las sensaciones fisiológicas y cognitivas que estos conllevan. Abarca también el reconocimiento de las emociones de los demás, de esta manera como la veracidad de esta expresión. Para ello es necesario ser capaz de identificar y descodificar las señales emocionales que se derivan de la expresión facial, los movimientos corporales y la voz.

La facilitación emocional

Hace referencia a la habilidad para tener en cuenta los sentimientos en los procesos de racionamiento y ante la solución de problemas. Se centra en los procesos cognitivos básicos que facilitan la toma de decisiones en los diversos estados afectivos y la focalización de la atención en lo importante. Busca la implementación del pensamiento creativo que influencie los procesos de forma positiva.

La comprensión emocional

Implica la capacidad para entender las situaciones emocionales en las relaciones interpersonales, para lograr relaciones saludables y armónicas. Para una adecuada comprensión es necesario que se produzca tanto la identificación, como la comprensión, como el razonamiento sobre el proceso emocional.

La regulación emocional

Es la habilidad que permite la apertura a las diversas emociones, identificar la información que ofrecen y reflexionar esta. Incluye la capacidad para manejar las emociones, ya sea para calmarlas o para autogenerarlas, implementando las técnicas y las estrategias pertinentes de manera consciente, que contribuyan al desarrollo personal y al bienestar. Los autores de este modelo dieron un paso más y crearon un instrumento que permitiera medir la inteligencia emocional como una inteligencia clásica, tal como la verbal o la lógico-matemática, utilizando tareas de ejecución que el sujeto debía realizar, llamado MSCEIT (Mayer Salovey Caruso Emotional Intelligence Test).

El modelo social-emocional de Bar-On

La estructura del modelo de Bar-On está conformada por destrezas personales, sociales y emocionales. Se estructura en cinco componentes que son los siguientes:

  • La percepción de uno mismo: que es la habilidad de ser consciente, de comprender y saber relacionarse con los demás.
  • La expresión de uno mismo: que hace referencia a la capacidad de comunicar el estado interno. Esto sucede desde lo que es mejor para uno mismo, respetando al entorno.
  • El componente interpersonal: que hace referencia a la habilidad para gestionar emociones intensas y controlar la impulsividad.
  • La toma de decisiones: alude a la capacidad para elegir desde la calma y en función de la realidad.
  • El manejo del estrés: para el cual se requiere el optimismo y flexibilidad.

De estos cinco componentes iniciales se derivan 15 factores que son descritos a continuación. Estos factores son divididos por el autor en capacidades básicas (aspectos esenciales de la inteligencia emocional) y capacidades facilitadoras.

La autopercepción está constituida por:
  • La autorrealización: este factor se define como la capacidad para establecer metas personales y el impulso para alcanzarlas a fin de desarrollar el potencial interno. Esforzarse por actualizar el propio potencial implica desarrollar actividades significativas y agradables que conduzcan a una vida significativa, rica y plena. La autorrealización es un proceso continuo de esfuerzo hacia el máximo desarrollo de las competencias, habilidades y talentos. Se asocia con la persistencia de tratar de mejorar. Además, cuando se despierta la emoción hacia los intereses personales se produce un proceso de energetización y movilización; mismo que se retroalimenta, lo que es automotivante y permite el disfrute en plenitud.
  • El autoconcepto: este factor se define como la capacidad para mirar hacia adentro y percibir, comprender y aceptar con precisión a uno mismo, lo que conduce al auto-respeto. Respetarse a uno mismo es, esencialmente, la capacidad de apreciar la manera de ser de uno mismo; sea esto con lo bueno y lo malo que se posee. La autoaceptación es, por lo tanto, la capacidad de aceptar las cualidades positivas, negativas, fortalezas y debilidades, así como las limitaciones. Este aspecto de la inteligencia socio-emocional está directamente relacionado con la autoconciencia. Afecta a los sentimientos de autoestima, de seguridad, de fortaleza interior, de autoconfianza y de autodependencia saludable.
  • La autoconciencia emocional: se define como la capacidad de ser consciente e identificar las propias emociones, de esta manera como de poder distinguirlas y comprender por qué uno se siente de la manera en que lo hace. Este es probablemente el componente más importante de la inteligencia socio-emocional y se asocia de manera integral con otros factores importantes. Mismos como la capacidad de comprender con precisión cómo se sienten los demás, expresar los propios sentimientos y gestionar las emociones de manera efectiva.

La educación emocional aplicada

Dentro de la educación se deben tener en cuenta diferentes aspectos que permiten el desarrollo adecuado del proceso de transmisión de conocimiento. El manejar la mayoría o todos ellos, le permitirá al profesional mantener un estado educativo optimizado en todo su alumnado. Uno de los más importantes que se ha tomado desde hace relativamente poco en la historia, son las emociones. El manejo de las mismas y el enseñar a su alumnado a sobrellevar las mismas, permitirá un clima excelente en el aula, además de optimizar la educación.

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