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A pesar de las constantes innovaciones técnicas en el estudio por imagen de las enfermedades torácicas, la radiografía simple de tórax sigue manteniendo una posición importante en el diagnóstico inicial de la mayoría de las enfermedades respiratorias. En muchas ocasiones, es la única exploración realizada.

El conocimiento de la anatomía radiológica y de sus variantes es crucial en la interpretación de los hallazgos radiológicos. También es básico establecer una correcta sistemática de lectura. Se debe permitir una valoración exhaustiva de todos los hallazgos que incluya la valoración de las diferentes estructuras y densidades radiológicas.

Para ello se deben conocer las diferentes proyecciones radiológicas. En el caso concreto de las enfermedades pulmonares, se debe reconocer los patrones básicos de enfermedad. Se agrupan de forma genérica como patrón alveolar y patrón intersticial.

Finalmente, el conocimiento de los signos radiológicos básicos sigue siendo el pilar sobre el que asienta el proceso diagnóstico. Muchos de estos signos se describieron en la radiografía simple de tórax (RX) en una época en la que todavía no existía la tomografía computarizada (TC). Constituyen herramientas las cuales permiten abordar con mayor facilidad el diagnóstico diferencial de las diferentes patologías.

Introducción

La radiografía simple (RX) de tórax continúa siendo la técnica de imagen más usada hoy en día para el estudio de las patologías respiratorias. Es una técnica de exploración muy accesible y está al alcance de todos los niveles asistenciales. Además es una herramienta de imagen muy demandada por gran número de especialidades médicas.

Por otro lado, es una técnica que presenta una gran dificultad en la interpretación y requiere un nivel de experiencia alto para su adecuada valoración. Hasta la fecha, es utilizada para el proceso diagnóstico de muchas entidades. Es complementada por otras técnicas de imagen que aportan una mayor sensibilidad y especificidad en el diagnóstico, especialmente la tomografía computarizada (TC).

Una de sus ventajas comparando con otras técnicas de imagen radiológica es la baja dosis de radiación. La dosis de radiación de una RX de tórax es de aproximadamente 0,2mSv. La dosis anual que se percibe proveniente de la radiación natural emitida por minerales radiactivos presentes en rocas y edificios. La radiación cósmica es 13 veces superior (2,6 mSv). La RX de tórax aporta una gran información de uso diagnóstico, que se basa fundamentalmente en la detección de signos radiológicos. Son patrones característicos utilizados para encontrar anomalías o enfermedades.

Técnica en la RX simple de tórax

El estudio básico de RX de tórax debe incluir siempre una proyección postero-anterior (PA) y una lateral (L), ambas en bipedestación. Se debe tener especial interés en cuidar la calidad técnica de la exploración, que debe estar adecuadamente inspirada y centrada sin ninguna rotación. Solamente se tomará una única proyección cuando la situación del paciente no permita el empleo del estudio estándar. Por ejemplo, en pacientes encamados o con gran dificultad en la movilidad. En estas situaciones se realizará una proyección antero-posterior (AP) con el paciente sentado o en decúbito supino.

En la proyección PA, la radiación entra por la espalda del paciente y el corazón se encuentra muy cerca de los detectores o la película. La proyección L se realiza apoyando el hemitórax izquierdo sobre la película. Allí aparece claramente la columna dorsal y el esternón, los cuales no son visibles en la proyección PA. Son, por ende, dos proyecciones que se complementan para aportar información. La proyección L informa sobre las áreas retroesternal y retrocardíaca. Asimismo, da una visión complementaria de la silueta cardíaca y de los hilios pulmonares. Existen otras proyecciones radiológicas con menos utilidad.

La proyección lordótica se usa en casos de incertidumbre para estudiar el lóbulo medio o la língula, como también para el estudio de los vértices pulmonares. Sin embargo, es una proyección que pone difícil la exploración de otras estructuras anatómicas y produce notables distorsiones anatómicas. El paciente se coloca en bipedestación y proyección anteroposterior, se inclina céfalocaudalmente unos 45º respecto al foco de RX. De esta manera se consigue elevar las clavículas, despejando la visualización de los vértices.

Las proyecciones oblicuas se usan habitualmente en la valoración de las costillas y, además, de manera complementaria en el análisis de falsas imágenes nodulares pulmonares, lesiones cutáneas o hipertrofias articulares. Las proyecciones en espiración se usan para la valoración de neumotórax pequeños y también en el estudio del atrapamiento aéreo. La fluoroscopia o escopia torácica es usada para la exploración de la movilidad del diafragma, cuando hay sospecha de parálisis y paresia diafragmática. Aunque, hasta el día de hoy, se va sustituyendo por otras técnicas que no usan radiaciones ionizantes como la ecografía y la resonancia magnética.

Sistemática de la RX simple de tórax

Es muy importante la introducción de una sistemática de lectura en la RX simple de tórax para que todas las estructuras anatómicas incluidas en la exploración sean exploradas meticulosamente. No hay un orden de lectura establecido. Es el terapeuta quien elegirá el que más convenga a sus necesidades.

No se debe comenzar la lectura radiológica sin una verificación previa de la identidad del paciente y de la fecha de realización del estudio. A continuación, se aplicará el patrón de lectura sistemático que se haya elegido. Por ejemplo, uno de los más usados es el llamado ABCDEFGH, tomado del inglés, en el que:

  • A: airway o vía aérea.
  • B: bone o hueso.
  • C: corazón o contornos cardíacos.
  • D: diafragma y senos costofrénicos.
  • E & F: equal (lung) fields o valoración de los campos
  • pulmonares.
  • G: burbuja aérea gástrica.
  • H: hilios pulmonares.

Otros diagnósticos respiratorios

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