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El cáncer es y ha sido una enfermedad que deja huella cada día en la humanidad. La prevención y concientización sobre las diferentes variantes de esta enfermedad se hacen cada día más fuertes. Esto se debe a que, muchas veces, el sistema inmunológico no es suficiente para luchar contra él. Las neoplasias malignas, también llamadas «tumores», son el resultado de una variante de esta enfermedad en estado avanzado. Los profesionales de la medicina luchan día a día por combatir e investigar a fondo esta enfermedad. Veremos, en el presente artículo, una porción de lo que se conoce de esta enfermedad.

Definición de las neoplasias malignas

También denominadas tumores y cáncer (de la palabra latina cangrejo), las neoplasias representan un “nuevo crecimiento”, una masa anormal de tejido. Esta crece descoordinada y autónomamente, persiste de manera excesiva aun cuando han cesado los estímulos que la han originado. Además tiende a adherirse firmemente a cualquier tejido, invadiendo y destruyendo estructuras adyacentes.

Así mismo, extenderse a sitios distantes produciendo metástasis (del griego meta/cambio, sta/ estar de pie y si(s)/acción), hasta causar la muerte. Actualmente, con la descripción del genoma celular humano, el concepto es más amplio y específico. Definiéndose así, como un trastorno del crecimiento celular, desencadenado por mutaciones adquiridas que afectan a la célula y su progenie clonal. Confiriéndoles capacidad de supervivencia y ventajas de crecimiento, proliferando excesiva e independientemente del crecimiento fisiológico.

Así, las neoplasias o tumores malignos medran en un paciente que está perdiendo su vitalidad. Estas lo atacan en la misma medida en que el crecimiento de este tejido neoplásico compite con los tejidos y células normales por el suministro de energía y sustratos nutritivos. La autonomía, por tanto, no es total pues todas las neoplasias dependen del huésped para obtener su nutrición y aporte vascular. Muchas precisan, además, de soporte endocrino.

Sin embargo, a pesar de tan ominosas definiciones, no todos los cánceres, necesariamente, deben tener un desenlace fatal. La posibilidad de su prevención, y de diagnósticos certeros y oportunos alcanzados con las nuevas tecnologías moleculares, en etapas incipientes en las que aún pueden ser resecados quirúrgicamente. Así como la aplicación de novedosos protocolos de tratamiento, cada vez más precisos, deben y pueden revertir los pronósticos desfavorables de dicha enfermedad.

Composición de las neoplasias malignas

Todos los tumores, benignos y malignos, tienen dos componentes básicos:

  • Las células neoplásicas proliferantes, que constituyen su parénquima, la porción funcional que determina su naturaleza, características biológicas y clasificación.
  • El estroma de sostén constituido por tejido conectivo y vasos sanguíneos, que les proporciona adecuado aporte sanguíneo y soporte, y del cual dependen su crecimiento y evolución. Además, incluye células de la inmunidad adaptativa e innata.

En dependencia de su estroma, varía la consistencia de los tumores; los que contienen escaso tejido conectivo suelen ser de consistencia blanda, renitente, carnosa. Sin embargo, en ocasiones, las propias células parenquimatosas estimulan la formación de abundante estroma colágeno, lo cual es conocido como desmoplasia (del griego desmo/atadura-ligamento y plasia/formación celular), confiriéndoles a estas lesiones una consistencia firme, dura, que puede ser descrita al examen macroscópico como leñosa.

Nomenclatura

La clasificación de los tumores depende de sus componentes básicos. Así, los de epitelio derivado de cualquiera de las tres capas germinales se denominan carcinomas, que pueden ser especificados incluso en dependencia de su histogénesis específica (carcinoma de células escamosas/de epitelio escamoso, adenocarcinoma cuando recrea morfología glandular o se origina en glándulas, carcinoma transicional/de células transicionales), y en dependencia del órgano en el que se originan (carcinoma de células renales, adenocarcinoma de próstata, carcinoma bronquial de células escamosas, carcinoma folicular de tiroides, carcinoma ductal de la mama, carcinoma de endometrio, carcinoma escamoso de cérvix uterino).

Por su parte, cuando los tumores surgen de un tejido mesenquimatoso se denominan sarcomas (del griego sar-, que significa carnoso). Los que exhiben patrón sólido, se denominan en dependencia del tejido de origen o predominante (condrosarcoma, osteosarcoma, leiomiosarcoma, rabdomiosarcoma, liposarcoma, angiosarcoma); mientras, las que surgen de tejido hemolinfoide, se denominan linfomas y leucemias.

No obstante, no siempre resulta posible determinar la estirpe celular de un tumor, y en estos casos debe ser designado simplemente como tumor maligno indiferenciado, y aplicar técnicas complementarias para definir su histogénesis. En otros, por su parte, la diferenciación divergente del clon neoplásico crea tumores mixtos con elementos epiteliales dispersos en un estroma mixoide que puede contener islas de cartílago o hueso.

Diferenciación y anaplasia

Adicionalmente, los tumores son aún más sub clasificados teniendo en cuenta su grado de diferenciación y anaplasia, las cuales en la mayoría de estos, definen la agresividad de su comportamiento biológico. El grado de diferenciación se refiere a la medida en que el tejido neoplásico se asemeja al tejido normal correspondiente, tanto morfológica como funcionalmente.

Es decir, exhibe mayor o menor grado de anaplasia, (del griego=ana/de nuevo, plasia/ formación celular), que, a su vez, traduce la pérdida de la diferenciación estructural y funcional de las células normales. A medida que el tumor se hace menos diferenciado (o más des diferenciado), se observa más anaplásico, lo cual impide o dificulta reconocer la naturaleza del tejido de origen.

No obstante, en la mayoría de los cánceres se encuentran formas intermedias con grados moderados de diferenciación; e incluso, pueden ser tan bien diferenciados, que distinguirlos de su contraparte benigna solo se logra con la cuidadosa valoración de su morfología macroscópica (tamaño, bordes, consistencia, áreas centrales de necrosis, hemorragia, extensión a tejidos adyacentes), y con la identificación histológica de invasión capsular, o vascular en la periferia del tumor; apoyados, además, en aspectos clínicos como la diseminación a distancia.

Cambios morfológicos en la anaplasia

Por su parte, la falta de diferenciación, o anaplasia, se asocia con muchos otros cambios morfológicos.

  • Pleomorfismo celular, que consiste en la variación en tamaño y forma de las células dentro del mismo tumor, observándose desde células pequeñas con apariencia indiferenciada, hasta células tumorales gigantes, bizarras, con uno o varios núcleos hipercromáticos, irregulares, desproporcionadamente grandes para la célula, con relación núcleo-citoplasma que puede acercarse a 1:1, con alteraciones cromatínicas y nucléolos anormalmente grandes.
  • Mitosis anormales, atípicas, extrañas, a veces con husos tripolares, cuatripolares o multipolares.
  • Pérdida de la polaridad de las células, que traduce el crecimiento anárquico, desorganizado.
  • Otras grandes áreas centrales de necrosis isquémica por el rápido crecimiento que supera la capacidad del aporte sanguíneo del tumor.

La lucha contra el cáncer en el día a día

Cada día se avanza en diferentes investigaciones enfocadas en descubrir como funciona el cáncer. Su desarrollo, evolución, afección, variantes etc. todas estas características son estudiadas rigurosamente por profesionales especializados en el área. Debido a los constantes cambios en estas celulas estas investigaciones y su tratamiento requiere cada día de personal más capacitado.

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