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El Imperio romano fue el tercer periodo de civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana y caracterizado por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo. 

Se llama Imperio Romano a la etapa de la historia romana, en la que Roma fue gobernada por emperadores. Estos implantaron el gobierno absoluto, concentrando en una persona todos los poderes: político, administrativos, religiosos y militares.

Hacia el siglo II a.C., y tras su victoria sobre Cartago en las Guerras Púnicas, la República romana era la primera potencia política y militar del Mediterráneo.

El poder y la cultura de Roma empezaban a ejercer en ese ámbito una hegemonía que, habría de continuar durante varios siglos, pero su creciente extensión territorial terminaría por convertirse en el primer y más importante de los enemigos de la configuración política de la República.

La transición al Imperio

El período comprendido entre los 133 y 27 a.C. determinará la transición de la República en Roma a
la conocida como el Imperio Romano. Será una época tremendamente convulsa para la historia de Roma.

La compleja situación económica, social y política llevará a momentos de tensión como las guerras sociales donde se enfrentarán los nobles con la plebe. El gran paso hacia un sistema político en el que se acumula el poder en manos de una sola persona lo dará Sila.

La figura de Augusto

Cayo Julio César Augusto (Caius Iulius Caesar Augustus), conocido como César Augusto o sólo como Augusto, fue el primer emperador del Imperio romano. Gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C., convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado de la Historia.

Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino, fue adoptado por su tío abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. C. Desde ese momento hasta 27 a. C., pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano.

En torno al 27 a. C. el Senado le concedió usar el apodo de “Augusto”, y convirtiéndose en Cayo Julio César Augusto.

El Alto Imperio

El nombre con el que comúnmente se conoce a la primera mitad del periodo histórico que cubre el
Imperio romano, y que comprende su apogeo, en plena expansión del modo de producción esclavista y de todas las expresiones de la civilización clásica, bajo el sistema de gobierno denominado Principado tal como lo estableció Octavio Augusto a finales del siglo I a. C., hasta la dinastía de los Severos, es el de Alto Imperio romano.

El Bajo Imperio

Los períodos donde se intentó restablecer el orden introdujeron cambios políticos y económicos muy importantes en la administración y gobierno del Imperio, tales como la instauración de la Tetrarquía, aunque la consiguiente división territorial del Imperio en el Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente, que sobreviviría mil años más.

Economía y sociedad

La mayor parte de la población del Imperio vivía en comunidades autogobernadas localmente, que
variaban en condición, desde aquellas cuyos habitantes disfrutaban de todos los derechos de la ciudadanía romana, hasta las que soportaban las cargas impositivas más pesadas y tenían muy pocos privilegios.

Un sistema de incentivos estimulaba las comunidades y a sus dirigentes a buscar niveles sociales más altos, acrecentándose así su devoción hacia Roma. Incluso los cargos más altos en el mundo romano, como el de miembro del Senado en Roma, el consulado o el papel de emperador, eran accesibles a los habitantes de las provincias, y con transcurso del tiempo fueron ocupados por ellos.

El cristianismo

El cristianismo fue el principal beneficiario de que los defensores de la religión oficial no consiguieran controlar las innovaciones. Los cristianos provocaban la persecución al negar los dioses de Roma, lo que provocó que los tacharan de ateos, incluso declinaban prestar juramento al espíritu guardián del emperador, lo que levantaba la sospecha de que no aceptaban la supremacía terrenal del monarca.

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