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La apertura del St. Christopher hospice sirvió como parte aguas para los cuidados paliativos en el resto de Europa, Estados Unidos, Canadá y más recientemente en México. Se originaron diversos movimientos que nacieron de la reacción de médicos, pacientes y familiares para poder dar respuesta a la necesidad de atender, no solo a los pacientes en fase terminal sino también a sus familias, al mismo tiempo que “retaba” a la Medicina moderna no solo de buscar la cura a las distintas enfermedades, sino también el reto de enfrentar la muerte como un proceso natural garantizando el alivio y el cuidado de los enfermos y sus seres más allegados.

Aunque el modelo asistencial establecido por la doctora Saunders fue adoptado con prontitud en Francia, Italia, España y Canadá casi de manera idéntica; en Estados Unidos resultó más difícil y no se llevó a cabo de igual manera. La formación del Connecticut Hospice en 1974 es el antecedente más cercano; sin embargo, no se le acerca mucho pues solo proporciona apoyo para la atención en casa.

Desde un inicio y durante muchos años el movimiento en Estados Unidos fue principalmente anti médico: trabajadoras sociales, voluntarias o enfermeras fueron quienes parecieron reconocer la inminencia de la necesidad de atención institucional para pacientes terminales. Es probable que la raíz de estos problemas sea el sistema médico estadounidense, sustentado en coberturas de aseguradoras privadas que en un inicio no incluían los cuidados paliativos, así como del pobre reconocimiento del movimiento hospice por parte de la american medical association.

A pesar de todo lo anterior, hoy existen más de 2.000 hospicios reconocidos por la american national hospice organization y el sistema Medicare ya incluye cobertura para cuidados paliativos.

Otros centros paliativos importantes

En México existen hoy los siguientes centros de cuidados paliativos de tiempo completo:

  • Hospital Civil de Guadalajara, Jal.
  • Hospital General de Occidente, Zoquipan, Jal.
  • Palia, Guadalajara, Jal.
  • Hospital Universitario de la Universidad Autónoma de Guadalajara, Guadalajara, Jal.
  • Hospice Cristina AC, Guadalajara, Jal.
  • Instituto Nacional de Pediatría, D.F.
  • Instituto Nacional de Cancerología, D.F., y red de centros estatales.
  • Hospital General de Celaya, Gto.
  • Hospice San Miguel, A.C., Gto.
  • Hospital ISSSTE Chihuahua.
  • Casa de la Sal.
  • Mano Amiga, entre otros.

Aunque se ha avanzado, existen grandes nichos de oportunidad. La cantidad de paliativistas no es suficiente y aún no se ha incorporado la instrucción de los cuidados paliativos en el pregrado.

La importancia de los centros paliativos

Por ello es necesario romper con paradigmas como el uso limitado de la morfina: México es uno de los países con menor consumo de la misma, lo cual se relaciona con la deficiente integración de los cuidados paliativos para la atención del enfermo terminal. La referencia de los pacientes al servicio de cuidados paliativos es tardía, pues aún existe la creencia de que este tipo de atención es exclusivo de la fase terminal.

Es indudable que el impulso de los cuidados paliativos a nivel mundial ha sido una respuesta a la visión humanista de la Medicina en donde no solo se busca curar al enfermo, sino que se pretende lograr una parte quizá más importante que es mitigar el sufrimiento y dar alivio al ser humano en todas las partes que lo constituyen. La creación de unidades en cuidados paliativos tanto hospitalarias, como domiciliarias, al mismo tiempo que la formación de los profesionales de salud en este tema, tienen que ser una preocupación de todas las naciones.

Cada país debería asumir el desafío de encontrar la manera de financiar e implementar servicios asistenciales capaces de cumplir con esta demanda, ya que el cambio en las pirámides poblacionales, la presencia de enfermedades crónico-degenerativas y la esperanza de vida han ido en aumento. Por otro lado, la Sociedad, debe estar enterada de esta alternativa viable para mitigar el sufrimiento, acompañando no solo al paciente sino a su familia en los últimos momentos de la vida.

La influencia de Cicely Saunders en St. Christopher hospice

Tras el fallecimiento de Tasma, Cicely Saunders reinició sus labores como enfermera voluntaria en el St. Luke’s Home for the Dying Poor, donde trabajó de forma altruista desde 1948 hasta 1967. Motivada por el doctor Barret reingresó a los 33 años de edad a la Universidad para estudiar Medicina y, una vez graduada, se consagró de tiempo completo al cuidado de pacientes en el St. Joseph Hospice, donde observó la administración de opioides y sus efectos benéficos sobre el dolor oncológico si se administraban con horario, en lugar de por razón necesaria (PRN).

Fue así que comenzó a prescribirlos cada cuatro horas. Entre 1958 y 1965 trabaja e investiga sobre el cuidado de enfermos terminales. Durante sus horas de trabajo, escuchaba a los pacientes, tomaba notas y monitoreaba los distintos síntomas que presentaban los enfermos, así como los efectos de los distintos medicamentos que se les aplicaban. Ayudó a las religiosas a ser más eficaces en el cuidado de los pacientes. Con el paso del tiempo va aprendiendo y entusiasmándose cada vez más con este trabajo y empieza a soñar en construir un sitio para trabajar y cuidar a los enfermos incurables con la visión de hacer un lugar para investigar, enseñar y entusiasmar a otras personas en esta labor.

La fundación

Finalmente su sueño se vio realizado con la fundación del St. Christopher’s Hospice, el cual abrió sus puertas al público en julio de 1967 al sur de Londres, con 54 camas. Así relata ella misma los comienzos del St. Christopher´s; «La semilla a partir de la cual creció el Hospice fue una donación de 500 libras hecha por un hombre del ghetto de Varsovia que murió de cáncer en un hospital de Londres en 1948. (…) 19 años más tarde fueron ingresados los primeros pacientes. La donación inicial había aumentado a 500,000 libras cuando se abrió el Hospice».

Hoy, el St. Christopher´s –siendo el prototipo de los hospitales para incurables- “tiene sus propias características peculiares, procedentes de la personalidad de su equipo y, sobre todo, de su fundamento cristiano”. Se quiso mantener el término Hospice para tener un vocablo intermedio entre hospital y hogar con la idea de dejar claro el objetivo. Un lugar no solo para los enfermos sino también para sus familias en donde se podía contar con un ambiente cálido propio del hogar sin descuidar la capacidad científica del personal sanitario que los atendía. Dos años después se instauró el programa de visita domiciliaria.

St. Christopher hospice, la huella de una era

Como se puede notar, el punto de partida de este modelo de atención parte con fuerza desde la apertura del St. Christopher Hospice. Ello marcó el modelo de una atención mucho más cálida y ética, brindando nuevas herramientas al profesional. Esto no significa que se deba ser propietario de un lugar como tal para ejercer sus prácticas.

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