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La anatomía del páncreas parte desde una glándula localizada en el abdomen posterior que se divide en tres partes: cabeza, cuerpo y cola. Tiene una longitud aproximada de 12 a 15 cm y un peso de 70 gramos. La cabeza se sitúa en la curvatura del duodeno, siendo la zona más ancha. El resto de la glándula se prolonga hacia la izquierda con el cuerpo y finaliza en la cola que se encuentra próxima al bazo. La glándula se apoya sobre la columna vertebral y se encuentra situada tras el estómago. Este concepto básico para un profesional en medicina, puede resultar más complejo de lo que se ve a simple vista.

Es importante su proximidad a la vena porta y a la arteria y vena mesentérica superior. En el interior del páncreas existe un conducto pancreático principal o de Wirsung y puede existir un conducto accesorio secundario, o de Santorini. Es por ahí, donde discurren las secreciones pancreáticas que se unen al colédoco y desembocan en el duodeno por la ampolla de Vater. La irrigación de la glándula corresponde al territorio del tronco celiaco y de la mesentérica superior

Desde el punto de vista funcional el páncreas está constituido en un 98 % por el páncreas exocrino. Este que mediante un conjunto de acinos y túbulos se encarga de producir y excretar las enzimas pancreáticas al intestino. El 2 % restante está constituido por el páncreas endocrino en forma de islotes de Langerhans. Este se encarga de la síntesis hormonal y del metabolismo glucídico.

Los islotes de Langerhan

Los islotes de Langerhans se encuentran en un número superior al millón distribuidos por todo el páncreas, aunque su concentración es mayor en la cola. Reciben inervación del sistema simpático y parasimpático y aglutinan el 5-15 % del flujo sanguíneo que recibe el páncreas. Constituyen el 90 % de las células endocrinas del páncreas y están formados por cuatro tipos de células que se muestran en la tabla:

Estas células se disponen en los islotes situados en el cuerpo y la cola del páncreas, con las células beta en el centro. Se encuentran rodeadas de una o dos capas de células alfa, y con presencia de prolongaciones de células delta para controlar la secreción. En el caso de los islotes situados en la cabeza, la proporción celular cambia con la presencia de un 68 % de células PP que se encuentran intercaladas con el resto de las células.

Esta distribución espacial es necesaria para el correcto funcionamiento de la homeostasis glucídica, ya que colabora en el control paracrino que las hormonas ejercen sobre las células secretoras. Además de las hormonas previamente descritas, estas células producen otros péptidos como la adrenomodulina o el péptido YY que también tienen funciones endocrinas.

Anatomía del páncreas; fisiología del funcionamiento pancreático

Para el estudio de la función pancreática este apartado se centrará en la producción de las cuatro hormonas principales y sus características.

La insulina es una proteína formada por dos cadenas peptídicas unidas por dos puentes disulfuro y un puente intracatenario. Es producida por las células beta; tiene un precursor biosintético, la proinsulina, y otro proteico, la preproinsulina.

La preinsulina se deriva de la lectura del gen de la insulina, tras sufrir una escisión en el retículo endoplasmático rugoso se convierte en proinsulina, la cual sufre un plegamiento y pasa al aparato de Golgi para formar los gránulos de secreción. En el interior de los gránulos tiene lugar la escisión de la proinsulina por parte de dos endopeptidasas (PC1 y PC2) en insulina y péptido C.

La insulina como motor en la anatomía del páncreas

La insulina cristaliza en forma de hexámeros para lo que precisa de Zn y un medio ácido. Cuando se produce la señalización correspondiente los gránulos son liberados por exocitosis de forma que la cantidad de insulina y péptido C secretadas son equivalentes. El 60 % de la insulina es eliminada en el paso hepático pero el péptido C no. Debido a esto se puede usar para distinguir la secreción endógena de insulina de su aportación exógena.

El proceso de liberación de insulina se produce por varias señales donde la glucosa es el principal regulador. La glucosa penetra en la célula beta a través del transportados GLUT 2 y es fosforilada por la enzima glucoquinasa, considerada el principal sensor de glucosa. El compuesto resultante es la glucosa6P que actúa como sustrato energético elevando los niveles de ATP.

Este aumento cierra unos canales de K sensibles a ATP lo que genera un acúmulo del mismo intracelularmente, produciendo una despolarización de la membrana. Dicha reacción abre los canales de calcio cuya entrada en la célula estimula la exocitosis de los gránulos.

Existen dos fases de liberación basadas en la glucosa. De forma aguda se liberan los gránulos ya almacenados, pero si la estimulación por glucosa se mantiene en el tiempo se liberará insulina de nueva síntesis. De esta forma, el grueso de insulina almacenada se libera en los primeros cinco minutos tras el estímulo mientras que el resto lo hace en una segunda fase más lenta. En general, si se tiene en cuenta la liberación de insulina a lo largo del día, un 50% se hace de forma basal y un 50% es desencadenada por la ingesta.

Las secreciones en las glándulas

Además de la entrada de glucosa, existen otras moléculas capaces de estimular la secreción de insulina. Los aminoácidos, entre los que destacan la arginina, leucina y lisina, pueden favorecer su secreción de forma independiente. Los ácidos grasos libres no tienen un efecto tan potente y según su duración de exposición cambia su efecto, así como dependiendo de su tamaño.

En suma, su llegada aguda estimula la liberación de insulina, pero una exposición prolongada la inhibe. De forma paracrina las hormonas intestinales estimulan su secreción en lo que se denomina el efecto incretina que se explicará más adelante. Las dos hormonas más relevantes son el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP1) y el péptido inhibitorio gástrico (GIP) secretados por las células L y K, respectivamente.

Por otro lado, la somatostatina inhibe de forma paracrina la liberación de insulina, pero no su síntesis, mientras que la hormona de crecimiento y el glucagón sí interfieren en su síntesis.

El glucagón es sintetizado por las células alfa a partir de un precursor, el preproglucagón. Esta molécula se genera a partir de un único gen en humanos y es la presencia de un conjunto de enzimas, llamadas prohormonas convertasas, lo que va a generar a través de modificaciones postranscripcionales su conversión en glucagón activo o en moléculas tipo GLP1, GLP2 o glicentina. Las células con capacidad de síntesis del preproglucagón se localizan en el páncreas, intestino y células del núcleo del tracto solitario.

Conocimientos aplicados

La anatomía es un área bastante compleja que requiere que el profesional de la salud tenga conocimiento completo en el tema para desempeñar un acto sobre el cuerpo humano. El profesional, a pesar de estar muy bien preparado en su carrera universitaria, debe actualizarse constantemente, ya sea para refrescar conocimientos o para ampliar los ya adquiridos.

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