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Si se observa a una persona a lo largo de los años es posible constatar modificaciones en sus características físicas y psíquicas. La explicación de por qué, cómo y en qué cambian las personas es uno de los retos a los que se han enfrentado ciertas disciplinas. ¿Existe alguna relación entre el aprendizaje psicológico, la cultura y la educación? ¿Qué papel juega la educación en el desarrollo y la evolución de las personas?. Respuestas a estas preguntas por lo general son brindadas por profesores y educadores con un gran recorrido y una capacitación enfocada en esta área. La relación entre la evolución de las personas y la educación es una de las cuestiones que viene planteándose desde distintas ópticas, especialmente desde las perspectivas pedagógicas y psicológicas.

Desarrollo y educación

La psicología evolutiva o del desarrollo es la encargada de estudiar los procesos de cambio que tienen lugar en la conducta de las personas. Se entiende como desarrollo del ciclo vital, al patrón de evolución o cambio. Este que comienza en la concepción y continúa a través de todo el curso de la vida.

La mayor parte del desarrollo implica crecimiento. A pesar de que también contiene una decadencia, como es el caso del envejecimiento y la muerte (Santrock, 2006). Este conjunto de cambios sistemáticos, estables y sucesivos es lo puede denominarse desarrollo, palabra que en inglés da nombre a la disciplina (developmental psychology). En cambio, en castellano ha sido tradicionalmente llamada psicología evolutiva. Aunque la denominación psicología del desarrollo es también aceptada, y cada vez más utilizada, quizá por la influencia anglosajona.

Aprendizaje y cultura desde la psicología

La mayoría de los psicólogos evolutivos van más allá de esta definición mínima a la hora de concebir qué es el desarrollo. Y es aquí donde surgen contradicciones y debates, por el momento, irresolubles. La razón de estos debates es que observando un cambio no es posible saber si es un cambio evolutivo, si es desarrollo o no lo es; para etiquetarlo como desarrollo deben aplicarse de conceptos teóricos que van más allá de lo observable y que no todos los investigadores comparten.

En la actualidad, existen diversos modelos y teorías que pretenden explicar el proceso de desarrollo que configuran dichos cambios. Estas teorías son aún heterogéneas en cuanto a la diversidad de aspectos de la conducta a los que se refieren. También discrepan ampliamente sobre los factores que consideran responsables de los cambios y el desarrollo psicológico.

Pese a esta diversidad, algunas corrientes teóricas han gozado de mayor aceptación en las últimas décadas. Su visión acerca del desarrollo psicológico prevalece aún en el panorama actual de la psicología evolutiva. Estas teorías comparten una serie de ideas sobre los tipos de cambio comportamental que tienen lugar a nivel evolutivo, lo que permite delimitar, hasta cierto punto, un concepto común de desarrollo que, en gran medida, ha traspasado las fronteras de la psicología evolutiva.

Aprendizaje y desarrollo, educación y cultura en niveles psicológicos

Desde esta perspectiva, se entiende el desarrollo psicológico como un proceso que implica modificaciones globales en la conducta de la persona, modificaciones que son duraderas y, en general, de carácter irreversible, por oposición a otras modificaciones o cambios de carácter puntual o bien transitorio (Miras, 1991, p. 5). Una de las características de la perspectiva del ciclo vital es que el desarrollo es duradero, es decir, la juventud no significa el final del desarrollo (Santrock, 2006, p. 7).

La noción de desarrollo se halla ligada, por lo general, a la idea de procesos de cambio comunes a todos los miembros de la especie; es decir, cambios de tipo universal, independientes de los contextos físicos y sociales concretos en que tiene lugar el desarrollo de las personas. Asimismo, el concepto de desarrollo que vehiculan estas teorías conduce a considerarlo como un proceso de cambio interno, natural y espontáneo de la conducta, no ligado a la voluntad o conciencia de la persona.

Desarrollo del aprendizaje, educación y cultura

A menudo ideas como estas se hallan asociadas a una concepción del desarrollo como fruto de la maduración orgánica. De lado, algunos marcos teóricos proponen junto a la maduración, factores explicativos del desarrollo; por ejemplo, cierta experiencia de carácter universal en relación con el mundo físico, o bien determinados mecanismos generales de funcionamiento psicológico (cognitivos u otros), de los que se hallaría dotada la persona a través de su herencia genética.

Es decir, en el transcurrir del tiempo, a partir de la maduración, de la puesta en funcionamiento de determinados mecanismos psicológicos y de determinada experiencia genérica y personal con el entorno, el ser humano modifica progresivamente su conducta (Miras, 1991, p. 5).

Teoría de los nuevos métodos de desarrollo

Cabe destacar que las teorías del desarrollo de mayor influencia en los últimos tiempos han propiciado una concepción del desarrollo como proceso interno e individual. Estos marcos teóricos atribuyen al entorno social (las personas que se encuentran alrededor del individuo y que interaccionan con él) un escaso papel en el proceso de desarrollo o, en todo caso, no se considera un factor determinante del mismo. A lo sumo, los diferentes contextos sociales influirían en el ritmo de los cambios evolutivos, acelerando o retrasando su aparición.

El concepto común de desarrollo ha permitido apoyar y justificar la idea de una escasa relación entre el proceso de desarrollo y la educación. En ocasiones, el apoyo a esta idea se produce implícitamente, por el mero hecho de obviar el problema, no haciendo ninguna referencia a esta relación. En el caso de algunos marcos teóricos, sobre todo de numerosos estudios de tipo descriptivo, la indefinición del papel que juega la educación respecto a los procesos de cambio evolutivo favorece, implícitamente, la concepción de los procesos educativos como disociados del proceso de desarrollo mismo.

Por otra parte, en el contexto de los marcos teóricos que sí se plantean explícitamente la relación entre procesos de desarrollo y procesos educativos, estos últimos tienden a concebirse, en general, como un posible apoyo a los procesos de desarrollo; en el supuesto de que tengan lugar, de acuerdo con la dinámica interna de estos. La educación, entendida en sentido amplio como el proceso mediante el cual una persona incide en la conducta de otra, con la intención de provocar en ella una serie de cambios, ha de supeditarse necesariamente a la dinámica de los cambios naturales y espontáneos que se producen en las personas, sin interferir o avanzarse a los mismos.

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