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El manejo de la salud mental y emocional en la vejez requiere de modelos de atención y teorías acerca de cómo tratar a los pacientes de la psicogeriatría. Al tratarse de un etapa frágil llena de cambios y deterioros tanto físicos como mentales, se debe estar preparados para acompañar a los individuos con el fin de que éstos tengan estabilidad desde todas sus dimensiones.
Las conductas de salud son las que la persona manifiesta mientras se encuentra sana con el objetivo de prevenir la enfermedad. Sin embargo, la práctica de una determinada conducta de salud no conlleva la práctica de otras. Es decir, las conductas de salud mantienen entre sí una débil correlación. Por ejemplo, que la persona use el cinturón de seguridad no tiene por qué implicarse en la práctica de actividad física de manera continuada.
- La percepción del síntoma: la aparición de los síntomas, cualesquiera que sean estos, se suelen considerar como una señal de un posible problema de salud. Cuando las personas lo perciben es cuando inician cambios en las conductas de salud a fin de reducir el riesgo percibido. Sin embargo, la influencia de estas sensaciones y síntomas suele ser solo transitoria. Así, el fumador suele retomar el consumo de tabaco una vez que la asfixia al subir escaleras ha desaparecido, por ejemplo.
- Los estados emocionales: estados emocionales desagradables de rabia, miedo, culpa, tristeza y asco donde la persona se siente insatisfecha, con sufrimiento y, por tanto, sin bienestar general. Suele implicarse en mayor número de conductas insalubres o insanas.
- Las creencias sobre la salud: cuando una persona padece una enfermedad es muy probable que desarrolle, sobre la base de sus conocimientos y experiencia, toda una serie de creencias y valoraciones en relación con los cambios que va sufriendo. Estos pueden influir en las conductas de salud que adopte.
Las creencias por sí solas acerca de la bondad de determinadas conductas saludables no son suficientes para el desarrollo y el cambio de un estilo de vida saludable. Por ejemplo, es bien conocido y las personas suelen estar bastante convencidas de que dejar de fumar o la práctica de ejercicio físico puede mejorar la salud. Sin embargo, muchas personas son incapaces de incluir estas conductas dentro de sus hábitos de vida.
Modelos de la creencia sobre la salud (MCS)
Los autores de este modelo son Becker y Maiman (1975). Ellos consideran que las conductas de salud están determinadas por la vulnerabilidad percibida por la persona respecto a lo amenazada que se encuentra su salud. La disposición de una persona para adoptar una conducta de salud está en función de los siguientes
factores:
- La susceptibilidad a la enfermedad (ejemplo: la probabilidad que tiene una persona de desarrollar cáncer).
- La severidad de la enfermedad (ejemplo: el cáncer es una enfermedad reconocida por la comunidad científica como grave).
- El coste de llevar a cabo la conducta preventiva (ejemplo: para algunas personas dejar de fumar les puede hacer ganar peso y volverse un poco irritables).
- Los beneficios de llevar a cabo la conducta preventiva (ejemplo: las personas que deciden dejar de fumar ahorran mucho dinero).
- Las claves para actuar pueden ser internas (ejemplo: los síntomas respiratorios) o externas (ejemplo: la persona se informa sobre las causas que tiene su enfermedad).
- La preocupación que la persona tiene por su salud (ejemplo: cuando la persona se siente preocupada por el hecho de que el tabaco dañe su salud).
- El control percibido (ejemplo: la capacidad de control que tiene la persona para dejar de fumar).
Teoría de la motivación para la protección (TMP)
Rogers (1985) postula esta teoría al incluir el miedo como el componente emocional básico del cuidado de la salud. Los factores que esgrime como determinantes de la salud son:
- Severidad de la enfermedad.
- Susceptibilidad a la enfermedad.
- Efectividad de la respuesta.
- Autoeficacia.
- Miedo.
Desde este modelo teórico, la severidad, la susceptibilidad y el miedo son los principales elementos que sirven para realizar la evaluación de la amenaza. Mientras que la efectividad y la autoeficacia son los elementos que permiten la evaluación del afrontamiento.
Teoría de la conducta planeada (TCP)
Esta teoría fue un desarrollo de la teoría de la acción razonada planteada previamente por Fishbein y Ajzen. El planteamiento básico y original de la TCP es que las personas, antes de decidir llevar a cabo una acción, consideran las implicaciones que ésta tendrá. Además, lo que determina que una conducta se lleve a cabo es la intención que la persona tiene para realizarla. La intención es definida como un plan de acción con objeto de alcanzar determinadas metas conductuales y es el resultado de 3 creencias básicas, a saber:
- La actitud hacia la conducta: está compuesta de la evaluación positiva o negativa de una conducta en particular y las creencias sobre su resultado (ejemplo: dejar de fumar mejorará mi capacidad pulmonar, mi salud, mi economía y será gratificante).
- Norma subjetiva: está formada a partir de la percepción de las normas sociales, las presiones para realizar una determinada conducta y la motivación de la persona para aceptar esa presión (ejemplo: mis padres se enfadarían menos si dejo de fumar).
- Control conductual percibido: se basa en la creencia de que la persona puede realizar una conducta teniendo en cuenta factores de control interno (ejemplo: recursos personales, habilidades, información, etc.) y de control externo (ejemplo: dificultades, obstáculos, oportunidades, etc.). Ambos factores están relacionados con su conducta pasada.
Apoyos y críticas a las teorías
Desde el punto de vista conceptual, no existe consenso ni unanimidad entre los investigadores acerca de las variables que determinan las conductas de salud. Sin embargo, algunas de ellas parecen solaparse entre los distintos modelos presentados.
Además, desde el punto de vista metodológico, el modo de medirlas puede ser diferente en cada uno de los modelos. Así, la investigación realizada para probar los modelos ha utilizado modelos transversales. Esto limita las conclusiones que se pueden obtener, ya que generalmente se obtienen relaciones de tipo correlacional. Es decir, son meramente asociativas e impiden interpretar dichas relaciones en términos de causalidad.
Finalmente, desde el punto de vista predictivo, estos modelos pueden ser útiles para describir las conductas de salud que requieren un acto volitivo consciente. Aun así, una vez que la conducta o el hábito se han consolidado, como, por ejemplo, el tabaquismo, estos modelos son de escasa utilidad para predecir la conducta de salud de las personas. Además, estos modelos predicen mejor la intención conductual de cambio que el cambio real de la conducta. Es más potente el cambio cuando este es autoinformado que cuando se registra experimentalmente.
Psicología geriátrica
La psicología, hoy en día, se ha dividido en muchas disciplinas que buscan cubrir las necesidades emocionales y mentales de las personas. Gracias a la variedad de enfermedades y patologías abstractas, los profesionales de este campo se ven inclinados a especializarse en las diversas ramas de estudio. Tal es el caso de la Maestría en Neuropsicología Clínica y la Maestría en Psicofarmacología para Psicólogos de TECH Universidad Tecnológica.
Otro ejemplo de esta diversidad es la Maestría en Psicogeriatría, la cual enseña distintos tipos de intervención desde la psicología clínica y la psicoterapia a personas que entren en el grupo de la tercera edad.