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El desarrollo cerebral está programado biológicamente, es decir, tiene una base epigenética que va estableciendo los pasos por los que el cerebro va a ir pasando. Esta se inicia en las primeras semanas de vida embrionaria, cuando algunas células quedan determinadas para formar el tejido nervioso. Tras el cierre del neuroporo rostral, se inicia la formación del tubo neuronal, cuyo desarrollo va a verse influido por la producción de moléculas inductoras. Estas son producidas por tejidos embrionarios (notocorda, placa del suelo, neuroectodermo, somáticas).
La expresión diferencial de genes homeobox o genes Hox, junto con otros factores de transcripción y moléculas señalizadores. Estas van a ir diferenciando las regiones encefálicas (proceso de regionalización) con sus elementos celulares (neuronas y glías). Este proceso puede verse facilitado o entorpecido, ya sea tanto por agentes externos como internos. Así el consumo de sustancias, como el alcohol, la exposición a radiaciones, o agentes tóxicos, el estrés oxidativo durante el embarazo van a incrementar la posibilidad de sufrir cambios en el “diseño” genético del cerebro.
Uno de los problemas más importantes para la salud es cuando estos se producen a edades tempranas como en el caso del trastorno del espectro alcohólico fetal. Se trata de la consecuencia de un embarazo, donde la madre ha ingerido alcohol. Con ello ha puesto en riesgo la salud del bebé aún no nacido, y cuyas secuelas en algunos casos van a permanecer el resto de su vida. Entre las consecuencias físicas que debe de «arrastrar» toda su vida, se encuentra, características faciales anormales. Además de bajo peso y estatura, problemas en el corazón, riñones o huesos, dificultades en la visión o en la audición.
Genética y deporte
Con respecto a las consecuencias psicológicas y conductuales, las cuales requieren de una intervención temprana. Con lo que tratar de «corregir» sus efectos, están, hiperactividad, dificultad para mantener la atención, dificultades en el aprendizaje, problemas de memoria, problemas de coordinación. Además de retraso en el lenguaje, e incluso retraso en el desarrollo de la inteligencia.
A nivel neuronal se producen displasias corticales, originadas por una alteración del desarrollo del sistema serotoninérgico (que tiene un papel esencial en la diferenciación y desarrollo del sistema nervioso central); el sistema nitérgico (sistema neurotransmisor relacionado con el serotoninérgico y los astrocitos) y en las glías (tanto en los radiales como en los astrocitos).
Por tanto, las consecuencias no solo implican un importante gasto para las familias. Si no también para la administración, de ahí la importancia de saber lo más exacto posible el número de afectados, dentro de una población determinada.
Esto es precisamente lo que han tratado de investigar, desde la Universidad de Toronto junto con el Centro de Salud Mental y Adicciones (CAMH) de Toronto (Canadá), la Escuela Universitaria de Medicina de Dakota del Norte (EE. UU.) y la Universidad Técnica de Dresden (Alemania), cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista científica Child Youth Care Forum.
El estudio busca cuantificar, el número de casos que padecen el trastorno del espectro alcohólico fetal, en una población tan heterogénea como es la canadiense. Esta de más de 35.000.000 de habitantes, y una vez conocido su número, estimar el coste que estos pequeños van a generar en la administración. En este caso se trata de un estudio estadístico, donde no hay participantes directamente implicados. Únicamente, macro cifras, que hay que analizar para poder extraer conclusiones, sobre los afectados por trastorno del espectro alcohólico fetal.
Estadísticas en la genética
Los resultados son cuanto menos preocupantes, debido a una gran presencia de afectados por trastorno del espectro alcohólico fetal. Esto en las regiones más al norte de Canadá, pudiendo llegar a 1 de cada 32 niños en los territorios del Noreste. Además de 1 de cada 41 niños en el territorio de Yukón y en Manitoba. Mientras que las poblaciones menos afectadas fueron las Islas del Príncipe Edward con 1 cada 192 niños y en Ontario con 1 cada 156.
En estudios previos se han calculado, que el coste anual para la administración, de tener un niño/a que sufre trastorno del espectro alcohólico fetal es de cerca de 2000 dólares canadienses. Lo que en cómputo de todos los casos estimados, se estaría hablando de entre 57.9 a 198.3 millones de dólares canadienses al año. Estos de los cuales en niños sería entre 36.0 a 123.4 millones, mientras que en niñas de 21.9 a 75.0 millones de dólares canadienses.
Lejos de las grandes cifras, el estudio pone en evidencia existe una importante tasa de incidencia de trastorno del espectro alcohólico fetal. Todo ello entre su población más joven, sabiendo que las consecuencias físicas van a ser «arrastradas» durante toda su vida. Mientras que las consecuencias cognitivas y conductuales requieren de un importante esfuerzo por parte de los profesionales de la salud. Esto por «compensar» los efectos de la ingesta de alcohol durante una fase tan sensible como es la del embarazo.
El proceso de gestación y el cerebro en la epigenética
El tiempo de gestación media en humanos es de nueve meses, aunque no es de los más largos dentro de los mamíferos. Por ejemplo, los elefantes pueden llegar hasta los veintidós meses, pero hay una característica distintiva de los bebés, con respecto al resto del mundo animal. Esto es la dependencia que este tiene para sobrevivir, la cual se extiende durante años.
La mayoría de los animales, nada más nacer son capaces de ponerse en pie sobre sus patas y andar, o de nadar sin ninguna dificultad cuando son acuáticos. Pero, ¿Qué pasa con los humanos? El bebé humano es uno de los más indefensos y dependientes, precisando de cuidados y atención hasta más allá de la pubertad. Esto antes de ser independiente y autosuficiente; el momento de dejar su casa, con un trabajo con el que mantenerse, es el que se podría equiparar al de la independencia de los animales, que en la mayoría lo hace sin que haya pasado mucho tiempo desde que nació, y en los humanos a veces se prolonga hasta los treinta años, pero ¿Por qué es esto así?.
El cerebro es uno de los órganos que todavía no tiene totalmente formado el bebé en el momento de nacer, durante los primeros años de vida va a experimentar una serie de cambios tan importantes como son:
Durante la etapa fetal
Entre el segundo y cuarto mes de vida, el cerebro ha sufrido un proceso de proliferación neuronal, seguido de otro de selección neuronal, donde se ha producido la apoptosis, es decir, una muerte neuronal programada, sobreviviendo únicamente la mitad de las neuronas que había. Tras esta etapa, el cerebro va a mantener el número de neuronas durante el resto de su vida. Al menos esta es la creencia que se tenía antes de descubrir la neurogénesis, es decir, la capacidad del cerebro de formación de nuevas neuronas, las cuales se pueden producir de forma ilimitada durante toda la vida incluso en las etapas adultas.
El proceso de mielinización neuronal (mielogénesis)
El cual consiste en recubrir los axones neuronales, que es la parte encargada de conectarse con otras neuronas, lo que facilita la interconexión entre ellas. Este proceso se lleva a cabo en momentos diferentes según la región donde se produzca, así se inicia en las áreas primarias sensoriales y motoras, concluyendo aproximadamente en la pubertad con la mielinización de las áreas de asociación frontales y parietales.
El incremento de las conexiones neuronales (sinaptogéneis y dendrogénesis)
Facilitado precisamente por la mielinización, y que tiene mucho que ver con las experiencias que va viviendo el bebé, y que van a conformar su cerebro. La expresión “Los niños son como esponjas”, pues lo absorben todo, habla precisamente de esta capacidad de aprendizaje de un cerebro en formación, que se nutre de todo tipo de información proveniente de su entorno.
El aumento del tamaño del cerebro
En el primer año de vida se ha duplicado y en el segundo año se ha triplicado, con respecto al tamaño de la cabeza del bebé al nacer.
La neuroplasticidad
En donde las neuronas que previamente son indiferenciadas, van especializándose en el procesamiento de un determinado tipo de información, estableciendo conexiones con sus “vecinas”, conformando así las regiones de procesamiento especializado como el área visual, auditiva, sensitiva o motora.
El profesional en la neuroeducación y la epigenética
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