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Los delitos de agresión sexual constituyen uno de los temas de mayor interés en el momento actual y en diferentes campos sociales (judicial, médico, policial, criminológico, etc). La importancia radica en la frecuencia de estos y las repercusiones legales, físicas y psicológicas que conllevan para una valoración del daño causado.

Conceptos básicos

  • Agresiones sexuales: Atentar contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona con violencia (agresión física) o intimidación (amenazas). Se trata de cualquier acto con significado sexual. Una violación no tiene por qué ser una agresión sexual (ej. engaño). No es necesario el contacto físico autor-víctima (ej. contacto con uno mismo o con un tercero, obligar a otro a exhibirse desnudo).
  • Abusos sexuales: Las mismas conductas que las anteriores, pero sin violencia ni intimidación. Atentar contra libertad o indemnidad sexual de otro.

El agresor sexual

Características sociodemográficas

  • Los sujetos más jóvenes delinquen en mayor medida que los sujetos más adultos.
  • Investigaciones como la expuesta por Castro, López y Sueiro (2009) sobre el perfil psicopatológico de agresores sexuales, describen que en la mayoría de los casos los agresores sexuales no tienen pareja sentimental.
  • Vásquez (2005) informó que la mayoría de los delincuentes sexuales tienen una orientación heterosexual.
  • La reincidencia de estos sujetos en una proporción menor frente a otros delitos. La evidencia metaanalítica indica que las tasas de reincidencia sexual oscilan entre el 15 y el 20% tras periodos de seguimiento que llegan hasta los veinte años.

Características de personalidad

Aquellos varones que en la pubertad y la adolescencia han sufrido experiencias traumáticas de abandono familiar, rechazo afectivo o victimización sexual podrían mostrar déficits severos en autoestima, capacidad de comunicación y habilidades de relación interpersonal. Estos déficits afectivos y de comunicación podrían hacer a estos jóvenes más lábiles para adquirir repertorios conductuales de abuso o agresión sexual.

Por otro lado, aquellos estilos parentales negligentes que comportan graves déficits en el cuidado de los hijos, incongruencia educativa y rechazo o desvinculación emocional, pueden incrementar la vulnerabilidad de los adolescentes para adquirir repertorios sexuales desviados y antisociales. Más concretamente, a partir de estas graves carencias afectivas y comunicativas, se hace más probable que los jóvenes experimenten una hipersexualización de su emocionalidad y conducta (inicialmente a través de fantasías sexuales desviadas y masturbación), como un mecanismo general de compensación y de afrontamiento de sus problemas de relación con otras personas y de su aislamiento social.

Se constata que muchos delincuentes sexuales (no todos) habrían tenido experiencias sexuales más amplias, variadas, atípicas y traumáticas que la generalidad de los menores de su misma edad (y también que otros delincuentes no sexuales). Incluyen a menudo la utilización de pornografía con imágenes violentas o con implicación de menores. Tales vivencias podrían alentar un interés sexual desviado hacia los menores o hacia el sexo violento, así como dificultar la adquisición de las inhibiciones necesarias para evitar conductas sexuales ilícitas.

Algunos estudios señalan que los delincuentes sexuales adultos a menudo muestran numerosas “distorsiones cognitivas”. También creencias y actitudes erróneas, tanto acerca de sus posibles víctimas como justificadoras del uso de la fuerza y la violencia en las interacciones sociales. Suele interpretarse que dichas distorsiones cognitivas sesgan la percepción que los agresores sexuales, la conducta e intenciones de sus víctimas, así como de sus necesidades y emociones.

La empatía se ha definido como la capacidad de alguien para comprender y compartir el estado emocional de otra persona y sus circunstancias particulares. Con carácter general, se ha interpretado que los delincuentes sexuales presentan déficits empáticos favorecedores de sus delitos. Es decir, dificultades para ponerse en el lugar de otras personas (especialmente de las víctimas) e imaginar qué desean, o más bien no desean, y qué consecuencias negativas podrían derivarse para las víctimas como resultado de la conducta de agresión sexual.

Tipologías

  • Por desplazamiento de la agresión: sujeto que despliega la conducta como expresión de su ira o rabia.
  • Compensatorio: busca a través del acto delincuencial armonizar su actividad sexual, puesto que por medios normalizados no lo logra.
  • Difusión sexual y agresiva: sádico, que encuentra placer en el sufrimiento de las víctimas.
  • Impulsivo: no calcula la situación, oportunista, desinhibido.

Vázquez (2005) los divide, de acuerdo con la psicología forense, en:

  • Psicópatas: es descrito como aquel sujeto con tendencia a atacar a menores y a adultos, con preferencia por mujeres y niñas. La motivación sexual es secundaria, pues lo realmente importante para este tipo de delincuente es el afán de poder y dominio. Aparece como reincidente y, si es capturado, negaría todo. A menos de que las evidencias lo dejen sin salida, a lo cual reaccionaría con expresiones de grandiosidad por lo que realizó.
  • Sociales: destacan por poseer una creencia distorsionada sobre la mujer y la sexualidad. Aparece en ellos una mentalidad donde el hombre tiene el dominio sobre la mujer. Como desencadenante de la conducta delictiva aparece el consumo de sustancias psicoactivas. Este tipo de agresor realiza interpretaciones equivocadas de las interacciones con mujeres, llegando al acto mediante el uso mínimo de la fuerza. Este tipo de sujeto es capaz de racionalizar su conducta y sentir culpa.
  • Patológicos: se caracterizan porque la agresión que utilizan hacia sus víctimas funciona como mecanismo de compensación ante la disfuncionalidad en las relaciones interpersonales y sexuales con mujeres contemporáneas y los efectos del estrés y hostilidad que presenten.
  • Subculturales: destaca una crianza en lugares marginales, con presencia de relaciones violentas. Se esperaría que lleguen al acto sexual delictivo a través de la comisión de otros delitos.

La víctima de agresión sexual

La agresión sexual es un suceso que provoca en la mayoría de las víctimas una serie de alteraciones y consecuencias que llegan a comprometer seriamente la salud mental. Entre las consecuencias psicopatológicas que pueden estar presentes en las víctimas de estos sucesos destaca especialmente el denominado trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Es relevante señalar que el acontecimiento traumático vivido por la víctima es condición necesaria, pero no suficiente para el desarrollo de este trastorno en víctimas de agresión sexual. Sería necesario, por tanto, tener en cuenta la vulnerabilidad psicológica de la víctima en función de aquellos factores que influyen en el impacto de la agresión. Pero no se debe confundir con los factores de riesgo, que se refieren a una mayor atracción del agresor para elegir a una víctima. Así, las víctimas de riesgo tienen una mayor probabilidad de convertirse en víctimas de un delito, porque constituyen una presa fácil para el agresor, mientras que las víctimas vulnerables serían aquellas que tendrían mayor predisposición a sufrir mayores daños y secuelas tras la agresión sexual.

En relación con los factores de vulnerabilidad, aquellos que influyen en el impacto psicológico de la agresión, es especialmente relevante tener en cuenta el momento temporal en el que se produce su influencia. En esta dirección se afirma que la reacción de la víctima ante la agresión sexual y su proceso de recuperación van a depender de los factores anteriores y posteriores a la violación, así como de las características de esta.

Valoración del daño

TECH Universidad Tecnológica intenta dar explicaciones a las conductas humanas para intervenir por medio de diferentes disciplinas a través de sus estudiantes capacitados. El Máster en Psicología Forense, Psicodiagnóstico y Peritaje Judicial y el Máster en Intervención Psicológica de los Trastornos Psicosomáticos son algunos de los ejemplos de estas extensiones que intentan cubrir las necesidades de las personas.

Por otro lado, la especialidad del Máster en Psicología Forense y la Valoración del Daño estudia los accidentes aplicados al ámbito de justicia. Se estudian todos los temas que se llevan a término en el mundo de la psicología forense y su relación con los juzgados, así como la terapia posterior a accidentes, situaciones complicadas o negligencias.

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