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La farmacia comunitaria es el concepto internacionalmente aceptado que define a la farmacia que tiene vocación de servicio asistencial a su comunidad. El farmacéutico comunitario deberá, por tanto, atender las necesidades de los pacientes en relación a los medicamentos que utilizan, colaborando con las administraciones sanitarias para garantizar la prestación farmacéutica y desarrollando todas aquellas cuestiones que estén relacionadas con la salud dentro de su ámbito de actuación profesional. La práctica farmacéutica es el conjunto de actividades y servicios que se realizan en la oficina de farmacia, tanto los internos (administración y gestión) como aquellos orientados hacia los pacientes y la sociedad. El farmacéutico comunitario hace entrega de sus conocimientos, habilidades y actitudes sobre el uso racional de los medicamentos a los pacientes de la comunidad con el objetivo de lograr resultados tendentes a la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

Con frecuencia, la farmacia comunitaria es el primer y a veces incluso el único punto de contacto para los ciudadanos con el sistema sanitario. Éstos buscan resolver sus necesidades sanitarias: desde la dispensación de medicamentos, consejo sobre determinados problemas de salud, hasta la resolución de dudas relacionadas con tratamientos prescritos. Continuamente estas necesidades se resuelven dentro de la propia farmacia, optimizando los recursos, puesto que se evitan de esta forma numerosas visitas al médico, rebajando la carga asistencial a la que está sometida la Atención Primaria.

Envejecimiento progresivo de la población

El incremento en la esperanza de vida, debido por una parte a la mejora de calidad de la misma y por otra a los avances que se han producido en medicina, y la baja tasa de natalidad (alrededor de 1,3 nacimientos/mujer) dan como resultado un crecimiento en el porcentaje de personas mayores, y como consecuencia un aumento del envejecimiento de la población. Según las previsiones del INE, en España, en el año 2066, las personas mayores de 65 años constituirán más del 34 % del total de la población, casi doblando el porcentaje que representan en la actualidad (19 %).

Este aumento del envejecimiento de la población derivará en un incremento de las necesidades de recursos sanitarios (humanos y materiales), así como en la cronificación de un gran número de patologías. Todas estas necesidades deberán garantizarse en un marco riguroso en cuanto a las exigencias de seguridad y eficacia, y en el plano de los medicamentos y productos sanitarios, la farmacia deberá adquirir responsabilidad en asegurar la calidad asistencial para los ciudadanos.

El crecimiento sostenido de las necesidades en materia de prestación farmacéutica tendrá que enmarcarse en estrategias de uso racional de medicamentos y de control del gasto farmacéutico que permitan seguir asegurando una prestación universal de calidad, contribuyendo a su vez a la sostenibilidad del SNS. Se deberán implantar para ello servicios profesionales farmacéuticos encaminados a este fin.

Cronicidad

El envejecimiento progresivo de la población resulta a su vez en un aumento de las enfermedades crónicas, cuya prevalencia aumenta con la edad. El modelo sanitario actual está mayoritariamente orientado al tratamiento puntual de síntomas agudos, frente al avance sostenido de la enfermedad crónica, que requiere unos cuidados continuos y a largo plazo para la prevención de exacerbaciones y la minimización del deterioro. Es decir, en la actualidad se pone el énfasis en la cura de la enfermedad en contraposición a la imposibilidad de cura de las enfermedades crónicas. El Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud afirma que “muchas de las estructuras existentes en los sistemas de salud son completamente inadecuadas para atender a pacientes con patologías crónicas” ya que se encuentran enfocados todavía en pacientes que sufren enfermedades agudas.

Tras el análisis de esta situación se han generado numerosas enmiendas sobre la necesidad de atender a las enfermedades crónicas, así como recomendaciones de la OMS para que los países y los servicios de salud diseñen e implementen estrategias que permitan abordar la demanda existente, además de controlar y prevenir las enfermedades crónicas.

Si el sistema pretende reorientarse hacia la cronicidad debería conseguir motivar a los pacientes para que se involucren en su propio cuidado, puesto que son ellos mismos los que se encuentran en la mejor posición para conocer cómo les afecta su enfermedad, cómo detectar reagudizaciones y, por lo tanto, definir sus necesidades en cada momento. El autocuidado de la enfermedad por parte del paciente crónico pasa por su empoderamiento y su implicación responsable, para lo cual debería recibir una buena información sanitaria, proporcionada por profesionales de confianza que trabajen en su propio entorno.

Por ello, en relación a la reorientación necesaria del sistema sanitario hacia la cronicidad, los farmacéuticos comunitarios pueden desempeñar una función importante gracias a su accesibilidad y a sus conocimientos y a su vez la farmacia podría ser el establecimiento sanitario de referencia para llevar a cabo estos servicios de formación y seguimiento del paciente crónico.

En España tanto la Estrategia de abordaje de cronicidad del Ministerio de Sanidad como las de distintas comunidades autónomas apuestan por la integración de la farmacia comunitaria en el sistema de cuidados de pacientes con patologías crónicas. Prueba de ello es el hecho de que existen proyectos puntuales que están contando con su participación. En Euskadi, por ejemplo, se ha comenzado una prueba piloto de “seguimiento farmacoterapéutico integral a pacientes crónicos polimedicados” con pacientes diabéticos donde los farmacéuticos comunitarios revisarán de forma exhaustiva los medicamentos que el paciente toma y los que tiene prescritos para mejorar su utilización y la adherencia, todo ello coordinado con los profesionales de Atención Primaria de Osakidetza.

 

El programa tiene, además, un objetivo pedagógico, puesto que se evaluará el conocimiento que el paciente tiene sobre la medicación, sobre cómo debe tomarla así como sobre el cumplimiento terapéutico y en función de las necesidades, se le suministrará información personalizada. La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años y por lo tanto también lo ha hecho su impacto sanitario.

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