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El buceo ha sido una práctica ancestral que se realiza con diversos fines. Siempre se realiza por expertos o con la supervisión de uno. Pero, más allá de una práctica deportiva, el buceo ha tenido grandes aportes en diferentes campos profesionales. Uno de los campos en los que más influencia ha tenido ha sido en la medicina hiperbárica. Esto se debe a los cambios el presión en los diferentes niveles de profundidad en el agua, de este modo se realizaron diversos descubrimientos en este campo. Por esta razón se hace necesario que en ciertos ámbitos se conozca a fondo la historia del buceo, y eso es lo que veremos en el presente artículo.

La historia del buceo

Para poder comprender el desarrollo tecnológico, se hará un repaso de la contribución del buceo en el desarrollo del uso de la presión y las cámaras hiperbáricas. El origen del buceo no se conoce, pero se reconoció como una ocupación distinta desde el 4500 a. C. Los hallazgos arqueológicos de los años 4.500 a 1.500 a.C. de ornamentos de nácar en Asia Menor y Egipto, y de joyas con incrustaciones de perlas en Babilonia y Tebas, indican que el hombre ya participaba en el buceo; por lo menos como una forma de recolección de objetos suntuarios para su comercio.

Sin embargo, dado que los humanos solo pueden contener la respiración durante unos minutos, las inmersiones sin ayuda se limitan a profundidades de menos de aproximadamente 30 m. Los escritos de Homero (s. VIII a.C.) ya mencionaban que los antiguos buceadores griegos se sumergían hasta una profundidad de 30 metros, lastrados por una pesada roca.

Plinio el Viejo (s. I d.C.) en su “Historia Natural” contaba que llevaban en la boca una esponja empapada en aceite que iban soltando lentamente mientras buceaban, y que se extendía ante los ojos del buceador, modificando el índice de refracción del agua y mejorando así la visión submarina. Pero la primera imagen de los intentos del hombre por sumergirse en el mar se encuentra en un bajorrelieve del año 880 a.C. en el que se aprecia al rey persa Assurbanipal II buceando y provisto de una especie de saco respirador del que sale una boquilla.

Historia del buceo en Grecia

Entre otras referencias, el historiador griego Tucídides (460 a.C.) en su tratado “Historia de la Guerra del Peloponeso” relata que en el asedio de Siracusa por los griegos, sus buceadores se sumergieron para eliminar los obstáculos submarinos del puerto, permitiendo así el paso de las naves. Tucídides también cuenta sobre el aprovisionamiento de víveres por vía submarina a los espartanos cuando se encontraban sitiados por los atenienses en la Isla de Esfacteria.

El primer uso de equipo de buceo real para extender los límites de la actividad submarina se atribuye en la leyenda a Alejandro Magno, quien, en 320 a. C., se dice que fue bajado al estrecho del Bósforo en un barril de vidrio, que supuestamente le dio un arma secreta en el asedio de Tiro. Según relatos de Quinto Cursio, Alejandro Magno (356 a.C.) utilizó buzos denominados Kolymboi, en el asedio de la ciudad de Tiro (Líbano).

Incluso el propio Alejandro hizo varias inmersiones en una especie de campana de cristal que se sumergía en el agua. A lo largo de la historia el hombre ha ido descubriendo y perfeccionando, a base de coraje, determinación e ingenio, distintos artilugios que le han permitido mantenerse el mayor tiempo posible bajo el agua, convirtiendo así en realidad sus ansias de exploración. Aristóteles (384 a.C.) en su obra “Problemata” describía varios aparatos de inmersión. En el renacimiento Leonardo Da Vinci diseñó el primer aparato de respiración autónomo en su “Codex Atlanticus”.

Primeros equipos de buceo

Se trataba de unos bocetos donde aparecían unos guantes palmeados, unas aletas natatorias (aunque para las manos, y no para los pies) y una caperuza de cuero que cubría la cabeza y el cuello del buceador, en la que colocó, a la altura de la boca, un tubo respirador muy parecido a los actuales. Fruto del temor en aquella época a las “bestias marinas”, dotó a la caperuza de afiladas púas a su alrededor.

El traje de buceo estaba hecho de cuero, y el tubo, fabricado con cañas, se conectaba a una campana que flotaba en la superficie. Da Vinci, preocupado por la contaminación por “vertidos tóxicos” al mar, incluyó una pequeña bolsa para que el submarinista pudiera hacer sus necesidades. Poco a poco fueron apareciendo respuestas a la pregunta ¿Cómo permanecer más tiempo en el agua? En .1535 Gugliemo de Loreno desarrolló la que se consideró la verdadera campana de buceo, consiguiendo completar una hora de inmersión.

Frank Kessler en 1616 inventa, sobre la base de la campana de Loreno, la campana de observación, con una forma que permitía caminar por el fondo marino a la vez que lo exploraba. En 1677 se utilizaba la “Campana de Cadaqués” para recuperar oro de los barcos hundidos. En 1680 Borelli diseñó lo que pudiera ser la antecesora de la actual escafandra. Se trataba de una enorme bolsa de cuero donde el buzo podía transportar su provisión de aire introducida con un émbolo.

La cabeza debía meterse en la bolsa, que llevaba una ventanilla, y para los pies había unas aletas en forma de garras, para adherirse al fondo del mar. Posiblemente, este aparato nunca llegó a emplearse.

Avances tecnológicos en el buceo

La construcción de campanas mejoró a fines del siglo XVII, sobre todo cuando se logró comprender que el aire de su interior debía renovarse. Este descubrimiento fue aprovechado por el famoso astrónomo inglés Edmond Halley en 1690, quien logró introducir aire desde el exterior a través de un tubo conectado a unos barriles. En 1690 Edmond Halley diseñó una campana de buceo ventilada con barriles de aire pesados enviados desde la superficie.

Empleando este dispositivo, Halley, escoltado por cinco de sus amigos cercanos, se sumergió a una profundidad de 60 pies en el río Támesis. En esa campana, permaneció sumergido a esa profundidad durante 90 minutos. Demasiado pesado para el trabajo de rescate, Halley realizó mejoras en su campana, extendiendo su tiempo de exposición bajo el agua a más de 4 horas.

En 1715 John Lethbridge construyó el primer bosquejo de traje de buceo cerrado. El agua entraba a partir de los 22 metros, pero a pesar de ello fue todo un éxito. En 1828, gracias a los adelantos de los hermanos Deane, se creó un casco de buceo que se acoplaba al traje con correas. Años después Augustus Siebe selló el casco de los hermanos Deane a un traje de goma hermético. Así, el primer traje de buceo en aguas profundas fue Inventado en 1837 por Augustus Siebe. Utilizaba aire comprimido suministrado al casco para facilitar el movimiento bajo el agua.

El buceo aplicado en la medicina hiperbárica

Como podemos ver, la historia del buceo ha sido trascendental y ha tenido variados cambios a través de su desarrollo. Este proceso evolutivo ha permitido que el buceo y la metodología aplicada en el sea de utilidad para campos como la medicina. Por ello se hace necesario comprender de donde parte, por ejemplo, la medicina hiperbárica.

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