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Existe mucha información sobre la idoneidad de que un menú sea equilibrado; actualmente, este adjetivo para calificar una dieta debe caer en desuso por la ambigüedad que plantea y sirve de poco para calificar una pauta. Siendo el objetivo de la alimentación infantil promover un desarrollo adecuado y la prevención de enfermedades que tendrán repercusión en la vida adulta, ya se conocen varias vías para conseguir este resultado. Es decir, casi cualquier opción dietética puede ser buena, siempre y cuando esté basada en alimentos de origen vegetal y mínimamente procesados. La exclusión de un grupo de alimentos ya no es un riesgo notorio, como sí lo es la inclusión de productos ultraprocesados en la nutrición clínica . Un producto ultraprocesado se define como una preparación industrial, compuesto de ingredientes o de materias primas que han sido sometidas en sí mismas a procesos de refinado que disminuyen su calidad nutricional. Por ejemplo, la bollería industrial, compuesta por harina de mala calidad, aceites refinados sometidos a altas temperaturas, azúcar y sal en exceso, con objetivo de que el producto sea más sabroso. Además, suelen tener adicionados aditivos que, aun siendo seguros, no tienen por qué ser inocuos en efectos colaterales: alteración de los umbrales del sabor, alteraciones de microbiota, resistencia a la insulina. Estos, son algunos de los efectos que pueden ocasionar. La mejor recomendación es, en cualquier caso, evitarlos; cabe destacar en este punto que su venta ha aumentado un 50% en menos de diez años, en un análisis realizado a 79 países, como señalan Monterio et al.
En lo relativo al cumplimiento de la demanda nutricional para la edad infantil, enmarcada en la IDR (Ingesta Diaria Recomendada, o DRI por sus siglas en inglés, de Dietary Reference Intakes), la exclusión por cuestiones patológicas o ideológicas (como los alimentos de origen animal en la dieta vegetariana, o del gluten en el caso de las personas con celiaquía) no es preocupante, siempre y cuando se mantenga una dieta rica en alimentos de origen vegetal, mínimamente procesados y puedan ser materias primas: fundamentalmente verduras, frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos y cereales integrales; y, si procede, lácteos fermentados enteros, huevos, pescado y carne frescos. A partir de esta pauta general se pueden diseñar multitud de menús que, equilibrados o no, son saludables y cumplirían el objetivo de la nutrición infantil. Lejos de unas recomendaciones estrictas, actualmente la alimentación infantil desde la introducción de alimentos a partir de los seis meses debe de ser lo más parecida a la adulta, exceptuando algunos como la carne de caza, la miel o los grandes pescados más contaminados. Tras la etapa de transición de introducción (alimentación complementaria o AC), las recomendaciones dietéticas deben encuadrarse en que serán más saludables en tanto que se priorice la calidad frente a la cantidad. En este caso, cabe destacar que el hecho de establecer recomendaciones dietéticas concretas para población infantil es altamente complejo, ya que los estudios necesarios para hacer recomendaciones son a largo plazo; por tanto, es más relevante subrayar cuáles deberían ser las recomendaciones para la población adulta, ya que la herencia de buenos hábitos hará que el público infantil tenga el mejor patrón dietético posible, independientemente de las aversiones o exenciones alimentarias. En resumen, la primera y principal pauta para obtener un mejor crecimiento y desarrollo sería pensar que lo importante no es qué comer sino qué tipo de alimentos evitar.
Cabe destacar el informe más reciente de la OMS sobre azúcares y salud, donde se detalla que restringir la ingesta de azúcar libre a un 5% de la energía total consumida, puede brindar beneficios para la salud general, sobre todo en lo relativo a la obesidad y riesgo cardiovascular, e incluso, disminuir la cantidad a cero podría tener ventajas adicionales. Y, atendiendo a las prioridades en las que tendrían que basarse las políticas de salud pública para la alimentación según el Plan de Acción Europeo:
- Fomentar un inicio saludable en la vida.
- Promover ambientes saludables, especialmente en edades escolares.
- Hacer de la opción más sana la opción más sencilla.
- Restringir el marketing dirigido al público infantil.
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