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En este artículo se va a hacer una introducción del personaje, pero visto desde el punto de vista del creador de guion profesional. Para ello, se empezará por conocer el origen histórico del concepto de personaje. Luego se establecerá la relación entre personaje y narratología, para continuar en la labor de identificar los argumentos de las teorías narrativas formalistas, estructuralistas y las de perspectiva psicológica. Se seguirá con el objetivo de señalar cómo construir un personaje creíble teniendo en cuenta la psicología interna y externa, para terminar detallando cómo concretar las acciones de los personajes en las relaciones de causa y efecto, autorrevelación y nuevo equilibrio.

Origen histórico

El origen histórico del concepto personaje se encuentra en la tragedia griega. De hecho, la palabra personaje proviene del término latín persōna, presente en el etrusco phersu. Presumiblemente de la raíz del griego prósōpon. Este a su vez hace referencia a las máscaras que se utilizaban en la dramaturgia griega para expresar diversos sentimientos al público. Esta raíz también es el origen del vocablo persona.

Según la Real Academia Española, un personaje es también “cada uno de los seres reales o imaginarios que figuran en una obra literaria, teatral o cinematográfica”. En este significado se encuentran similitudes entre el origen histórico de los personajes. Incluso permite de manera muy sintética observar cómo ha sido el desarrollo y los campos donde, de manera más habitual, hacen acto de presencia.

Características históricas del concepto de personaje

A partir de este modelo que describe Aristóteles, se han desarrollado otros tipos de personajes bajo otros parámetros. Pero, se empezará por citar los patrones que, según Aristóteles , definen a este primer modelo de personajes:

  • Objetivos y motivaciones ligados al relato.
  • Narración que gira en torno al personaje central.
  • Nexos de causa y efecto entre sus sentimientos y cómo se expresan.
  • Contraposición en cuanto a sus cualidades entre unos y otros.
  • Se muestran de forma gradual en sus elementos superficiales.
  • Evolucionan en su entorno y circunstancias.
  • Experimentan necesidades, formas de ver la vida y de reaccionar.
  • Precisan motivación, acción y una meta cuya dificultad para ser alcanzada aumente.

Estas normas de definición de personajes van de la mano de la explicación que da Aristóteles de la tragedia griega. Para él imitación o mímesis, un género que lleva a estipular como obras de arte aquellas que hacen vivirlas. De manera tal que se sienta una gran identificación con el suceso que se muestra.

Además, dicha acción ha de ser valiente e importante, es decir, no cualquier acción banal, y por otro lado debe ser íntegra en el sentido de que inicia, se desenvuelve y termina. Dicha acción llevada a cabo por los personajes debe tener una duración en el tiempo moderada que haga fácil su visionado.

En cuanto al lenguaje, debe ser compuesto con ritmo, música y canto, y a su vez de dos maneras distintas: recitado y cantado. El modo de representación es mediante la actuación. Por último, debe llevar a la catarsis con la ayuda del terror y la compasión (trad. 1974).

Personaje y narratología

El cimiento básico del personaje está íntimamente relacionado con la narratología, es decir, es el procedimiento narrativo donde el personaje se asienta. Para empezar, es necesario saber que, en este procedimiento se entremezclan personaje, acción y conflicto, construyendo así la configuración dramática.

La disciplina narratológica se ocupa de estudiar la narrativa teniendo en cuenta su estructura y funcionamiento. Sin embargo, al igual que sucede con la Poética de Aristóteles no está pensada, en sus orígenes al menos, para el análisis de personajes cinematográficos o de medios audiovisuales, por tanto, se centrará en las nuevas corrientes de análisis de narrativas que, partiendo de las antiguas, han desarrollado propuestas más adaptadas al propósito que se ocupa: el estudio de construcción de personajes para crear guiones audiovisuales.

Por otra parte, se han elaborado varios estudios que dan al personaje importancia como categoría dentro del análisis narrativo, se puede citar a Bordwell, Chatman, Casetti y Di Chio, Greismas o Perkins, y a esto hay que sumarle la Teoría Queer y la Teoría Fílmica Feminista, que subrayó la importancia de explicitar y construir una crítica de la ideología naturalizada de las funciones y descripciones de los personajes femeninos y masculinos (Pérez, 2016). En palabras de Pérez Rufí, “la categoría del personaje está viva, y (…) el propio concepto de personaje determinará la metodología y objetivos de su estudio”.

Antecedentes del concepto

Para Aristóteles la acción de los personajes es incluso más importante que dichos personajes (trad. 1974), estos últimos son meros instrumentos para que esa acción se pueda realizar. Al beber de esta idea se encuentran determinadas teorías estructuralistas y formalistas de la narrativa, se podría entonces decir que, los personajes son actantes, según estas corrientes teóricas, ya que su existencia se debe a la acción que realizan más que a sí mismos, y que es una incorrección darles el estatus de seres de verdad.

Según estas perspectivas, la teoría narrativa tiene que evitar caer en analizar la psicología de los personajes, porque lo único que cabe analizar son sus “esferas de acción”, que son esquematizables (Galán citando a Chatman, 2007). Esta sería, la visión más simplista que hace hincapié en la trama.

En el otro extremo se encuentra la defensa del personaje como simulación de una persona real y su psicología por encima de la trama, considerando la acción prácticamente irrelevante. Sin embargo, hay otras teorías estructuralistas más profundas que consideran que, aunque se analice la trama, también, debe analizarse la psicología de los personajes, incluso que tanto la psicología como la acción forman parte de una misma totalidad que es el personaje, esta interpretación sería la propuesta de Todorov y otras autorías (Galán, 2007).

Esta última concepción es la que se va a utilizar para adentrarse en el personaje cinematográfico o audiovisual, es decir, considerando la vertiente del personaje como elemento para movilizar la acción y la de ente con una personalidad intrínseca, siendo así el personaje una categoría narrativa más dentro de la historia. Aunque, a sabiendas de que el personaje, tanto del ámbito audiovisual como de otros ámbitos, comparten la mayoría de sus características.

El personaje audiovisual

Pero ¿qué es un personaje cinematográfico o audiovisual? Es el personaje que surge en el medio audiovisual. En sus inicios, únicamente cinematográfico, ya que, el cinematógrafo se inventó a finales del siglo XIX, en 1895, y todos los demás mecanismos de exhibición audiovisual surgen a lo largo del siglo XX como la televisión e internet.

Pero, si se busca la génesis de lo que luego dio paso al personaje cinematográfico tal y como se conoce, se tiene que ir a la literatura de la segunda parte del siglo XIX, porque es allí donde se encuentra el esmero y la intención concreta de crear personajes realistas en su contexto, y establece las pautas con las que el cine clásico de Hollywood compone sus personajes, siendo este luego, la referencia de los personajes de la mayor parte de producciones de ámbitos audiovisuales (Pérez Rufí, 2016).

Es por ello por lo que los personajes que se van a aprender a construir son de este modelo clásico, sabiendo que, es lo que dará una estructura sólida sobre la que más adelante y cuando ya se conozca y maneje con soltura, se podrá innovar, añadiendo por ejemplo características de obras experimentales e incluso más expresivas que narrativas, como sucede en el caso del videoarte.

Aplicando el concepto de personaje

Para el ilustrador, el concepto de personaje es algo básico que debe manejar en su totalidad, aunque en ocasiones, su historia y raíces sea desconocida. Aun así en las profesiones relacionadas con diseño es importante estar en constante búsqueda del conocimiento, ya que esto permite ampliar los horizontes intelectuales y creativos.

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