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La pobreza energética, esa deficiencia en la capacidad económica a la hora de hacer frente a los gastos energéticos, ha tomado tanto protagonismo los últimos años, sobre todo en países desarrollados, que casi podría considerársele una enfermedad de este tiempo. La reducción o pérdida de la calidad energética es una situación cada vez más habitual. Esta condiciona la falta económica para que una vivienda cuente con los mínimos de confort térmico, así como con otros servicios eléctricos.

La pobreza energética tiene un amplio rango de afección, puesto que los principales afectados no son únicamente la parte de la población que sufre exclusión social, sino aquellos individuos o familias que cuentan con ingresos económicos fijos, pero tan reducidos que o bien no son suficientes y no alcanzan para asumir el gasto energético, o bien lo asumen; pero contando con que este gasto es tan elevado que apenas disponen de liquidez para hacer frente a la adquisición de otros bienes básicos. La falta de recursos energéticos en esta situación de pobreza está relacionada con los combustibles responsables de climatización y electricidad.

La problemática actual de la pobreza energética a nivel mundial alcanza límites con excesiva falta de equilibrio. Esto ya que el mayor consumo energético lo asumen los países con más riqueza. Una desigualdad lejos de desaparecer, puesto que la dependencia energética avanza para todos los sectores.

Pobreza energética en la actualidad

En los últimos años un nuevo concepto relacionado con la energía en los países desarrollados ha tomado cierto protagonismo tanto en ambientes sociales como políticos. Es de especial importancia hacer esta distinción social porque en los países en vías de desarrollo la pobreza energética ha formado siempre parte de su existencia.

Es en estos países donde este tipo de pobreza se aprecia en la falta de acceso a fuentes de energía moderna. A menudo y durante años, las principales herramientas energéticas han estado basadas en instrumentos precarios. Además de poco seguros, alimentados con combustibles contaminantes y, sobre todo, sin disposición de electricidad. Pero en una sociedad avanzada, en países industriales y económicamente fuertes, también se puede hablar de pobreza en materia de energía. En una situación en la que un hogar no dispone de renta suficiente para el mantenimiento de una situación óptima de confort térmico, se está hablando de pobreza energética.

Desde otro punto de vista, cuando una familia dedica gran parte de los ingresos totales al pago de la facturación del suministro energético, también se estará hablando de pobreza energética. Este sobre esfuerzo económico da lugar a un tipo de pobreza que, a pesar de poder afrontar dicho pago, implica la reducción del destino de dinero para otros bienes de primera necesidad.

Este nuevo modelo de pobreza da lugar a una situación particular; los afectados no necesariamente se encuentran en situación de exclusión social y laboral. Frecuentemente, esta situación se presenta en hogares donde existen ingresos fijos, pero muy reducidos. Es por eso que la pobreza energética abarca un conjunto mayor de afección y está mucho más cerca de lo que se puede pensar. El estado de pobreza energética puede conllevar a otras situaciones relacionadas con la pobreza, procedentes de la falta de capital.

Cultura energética

La aceleración del estado de pobreza energética en los países desarrollados ha derivado, más bien, de aspectos económicos; la baja de los ingresos, principalmente, y la subida de los precios de los servicios energéticos. Estas dos razones son consecuencia de la implantación de distintas políticas a raíz de las diferentes situaciones de crisis económica.

La primera afectada en estas condiciones es la economía doméstica, principal origen a la hora de afrontar las deficiencias energéticas. Hay un tercer factor que, unido a la baja de ingresos y a la subida de los precios de las facturas, completa el conjunto de razones por las que ha sido muy difícil hacer frente a los problemas energéticos actuales, razón del aumento de la pobreza energética. Es uno de los factores en los que se centra el estudio de este máster: la baja calidad, en materia de energía, en las construcciones.

Durante décadas se ha priorizado la construcción masiva de edificaciones y proyectos de construcción. Mismos en los que el desarrollo económico, el avance y crecimiento de ciertos sectores son los principales protagonistas. Esto ha conllevado otras ventajas como la mayor disponibilidad de parques y oferta de viviendas. Por supuesto, el crecimiento económico y otras alternativas de empleo. Pero la mala calidad del ofrecimiento energético ha hecho que muchas viviendas cuenten con zonas inhabitables térmicamente o, incluso, en su totalidad.

Se ha reiterado, en numerosas ocasiones, la falta de inquietudes personales de los usuarios sobre la mejora energética; tanto de sus hogares como de la calidad energética de las propiedades a adquirir. Es por eso muy importante que aumente el nivel de concienciación acerca de la cultura energética. Esto ya sea mediante políticas o mediante la mejora de los accesos a servicios de mayor calidad.

Dependencia energética

La situación de dependencia energética tiene dos vertientes de significado. Por un lado, está la dependencia de combustible de otros países y, por otro lado, la dependencia en el uso de la energía para todos los aspectos de la vida. La concentración del recurso energético en localizaciones concretas del planeta conlleva a una particular situación de dependencia en la que las tensiones políticas y económicas juegan un importante papel.

Este caso no está directamente relacionada con una situación intrínseca de pobreza, pero sí condiciona mucho el nivel de estabilidad energética, que deriva en la afección económica de un país. Así pues, condicionados al consumo de combustibles fósiles, así como a la falta de más sistemas de generación energética que aprovechen los recursos locales, se deriva esa situación de dependencia externa del recurso energético.

A pesar de esta situación tan particular de dependencia energética de otros países durante muchos años, que ha dado lugar a la situación actual, este apartado pretende centrarse en la segunda situación citada de dependencia: la dependencia del recurso térmico y eléctrico de las actividades humanas. El uso de la energía en todas sus formas proporciona un importante nivel de estabilidad.

El confort en el actual modo de vida proviene del uso de sistemas de climatización, tanto en invierno como en verano, también del ACS (actividades de construcción y servicios), del importante equipamiento eléctrico que suministra a los hogares y toda la calidad de habitabilidad energética ofrecida. Es muy necesario mantener este nivel de confort energético, teniendo también en cuenta el aumento de esta necesidad de energía. Una dependencia que estará presente en las futuras aplicaciones de la electricidad en la próxima adaptación a sistemas inteligentes o a la futura movilidad eléctrica ya incipiente.

La energía como sinónimo de bienestar

El profesional en ingeniería lleva a cabo diversas tareas dentro de su profesión. Es él quien construye y da forma a diferentes proyectos que comienzan como simples ideas. Sin embargo, esto conlleva ciertas responsabilidades que resultan muchas veces en cargas para el mismo. Estas pueden alivianarse mediante el conocimiento y la capacitación, realizada con mayor efectividad por medios académicos.

TECH Universidad Tecnológica se ha centrado en el desarrollo del profesional moderno y la respuesta a sus necesidades. Esto permite que el alumnado de esta institución complemente sus conocimientos de manera óptima a su ritmo de aprendizaje. En el caso de su Facultad de Ingeniería, destacan especializaciones como el Máster en Ingeniería Mecánica y el Máster en Dirección de Administración Industrial. Para aquellos profesionales interesados en el campo de la distribución energética adecuada, una de sus mejores opciones educativas será el Máster en Ahorro Energético y Sostenibilidad en la Edificación.

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