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La Psicoterapia de Tiempo Limitado (PTL) es un modelo de terapia que interviene en un número de consultas limitadas, una media de 12 sesiones, y que utiliza conceptos y fundamentos de las terapias psicoanalíticas, cognitivas, humanísticas, estratégicas, sistémicas e interpersonales. Es, por tanto, una terapia integradora o ecléctica, aunque como se observará a lo largo de su descripción, tiene elementos propios tanto en sus fundamentos teóricos como en su puesta en práctica clínica. En este artículo daremos una introducción a este innovador modelo de terapia.
Características de la Psicoterapia de Tiempo Limitado
La PTL ha sido diseñada para una psicoterapia con un solo paciente y un solo terapeuta. Al terapeuta que se hace cargo del espacio de intimidad que representa la psicoterapia le llamamos terapeuta-tutor, y es el único que conoce la intimidad del paciente. Es por ello una terapia dirigida al clínico, si bien sus procedimientos podrían incluirse en protocolos de intervención psicopedagógica, familiar o social.
Lo importante para la PTL es ese espacio de interacción recíproca entre el paciente y el terapeuta, y por ello, la relación, es decir lo relacional: el vínculo con mayúsculas.
Ocuparse fundamentalmente de lo relacional y de las normas que dirigen la interacción del sujeto con el mundo en el aquí y ahora, proporciona un conocimiento no tanto de lo que el paciente dice o hace, como de lo siente y hace sentir. Es habitual escuchar que no es tan importante lo que el paciente o el terapeuta se dicen o hacen, como desde dónde se dicen o se hacen, y sobre todo dónde llega. Lo importante por lo tanto es desde dónde decimos o hacemos, y qué impacto emocional tiene esa acción en el otro.
El silencio y la escucha
Una parte muy importante de la posición del terapeuta es estar presente y saber escuchar. La escucha es uno de los atributos más notables del rol del terapeuta de PTL. Es una escucha activa. Solo cuando el terapeuta realiza esta escucha activa, el paciente puede hablar, realizar o comunicar lo que tiene dentro. De esta manera el terapeuta es activo, aunque esta actividad estará sobre todo determinada por su influjo personal y no sólo por sus intervenciones en la consulta. Así, el terapeuta puede activar y movilizar resortes del paciente. Utilizar el silencio, termina incidiendo en la actividad de este. Para que el paciente pueda hablar, el terapeuta tendrá que escuchar, de esta forma el paciente es activo con su habla y el terapeuta es activo con su escucha.
El silencio del terapeuta está vinculado al concepto de admiración. La admiración del terapeuta por el paciente no es una posición pasiva del primero. Con ella el terapeuta se aproxima a todos los planos del paciente, toma contacto con partes del sujeto que éste no advierte de sí mismo, cambia la tendencia negativa del paciente y crea una nueva dirección en la forma en que el paciente va a observarse. Todo ello para conseguir que éste también pueda admirarse. Solo si alguien que es referente, nos mira y nos admira aquello que poseemos, podremos algún día mirarnos y admirarnos dicha cosa. El terapeuta de PTL es capaz de admirar esos planos internos que son como los guiones que forman nuestra esencia y que denominamos esquemas emocionales.
Emoción, motivación, cognición
Por lo anterior, tiene especial interés para la PTL el complejo emoción-motivación-cognición. Este nos interesa, sobre todo, en los primeros niveles de análisis del cerebro humano, donde los componentes racionales y la lógica-formal no han sido estructurados. Este complejo lo denominaremos esquema emocional, tal como lo definió Greenberg en 1993: “El procesamiento tácito de alto nivel constituye una elevada integración personal de lo biológico y vivencial, y actúa como una fuente de información sofisticada acerca de nosotros mismos en relación con el mundo que nos rodea. Es este procesamiento a nivel tácito de lo emocional-motivacional-cognitivo el que gobierna la conciencia”.
El cambio terapéutico se elabora a través del vínculo terapeuta-paciente. El terapeuta aprende a profundizar en los esquemas emocionales del paciente empleando y articulando sus propios esquemas emocionales, para así provocar un aprendizaje por un efecto “espejo” en él, aprendizaje vicario. Al cambiar en el proceso terapéutico, el propio terapeuta se convierte en una palanca movilizadora del paciente. La articulación de los propios esquemas personales del terapeuta es fundamental para el cambio terapéutico.
Estamos seguros, tras muchos miles de casos tratados y cientos de supervisiones de cientos de terapeutas, que de alguna forma el terapeuta debe haber resuelto en su vivencia el conflicto del paciente. Es más, también estamos seguros de que, en el ejercicio de esta profesión, los cambios del paciente implican cambios en el terapeuta y viceversa. Aunque sea difícil de asumir por el colectivo de terapeutas, cada vez que tratamos a un paciente, estamos realizando un nuevo tratamiento en nosotros mismos.
Terapeuta y paciente
Para nada es negativo lo que se ha asegurado. Es más, cuando un paciente comienza un proceso psicoterapéutico es conveniente que lo realice con una persona que ha superado ese estadio, bien porque también tuvo un conflicto similar y lo ha resuelto, o bien porque nunca lo tuvo y por tanto también lo tiene resuelto.
En definitiva, la adaptación tanto del paciente como del terapeuta a la terapia pasa por dos mecanismos: asimilación y acomodación. Es necesaria la asimilación del conflicto por ambas partes y toda asimilación del conflicto supone al mismo tiempo una acomodación a él.
El terapeuta aprende a reconocer qué emociones y qué impresiones trasmite el paciente en su discurso, elaborando toda una teoría sobre la forma que tiene éste de entender la realidad de segundo orden (significado que atribuye el paciente a la realidad con la que convive (Watzlawick)). La terapia es un cuidadoso estudio de la comunicación multinivel entre el terapeuta y el paciente. A esta comunicación la denominamos “interacción recíproca”, ya que la comunicación de uno de ellos produce cambios en la comunicación del otro y viceversa.
La relación terapeuta-paciente debe estar ceñida por la identificación como autoridad del terapeuta por parte del paciente, a la vez que el terapeuta debe conseguir un clima en la relación terapéutica seguro y de plena confianza. Se debe culminar en una empatía donde el paciente se siente aceptado de forma positiva e incondicionalmente, tal como dijo Carl Rogers.
Estudios avanzados en Psicoterapia de Tiempo Limitado
La PTL es un modelo de psicoterapia alternativo, único y efectivo que puedes integrar a la práctica profesional con tus pacientes. Si deseas dominar el ámbito relacional en la intervención terapeuta-paciente y las normas que dirigen la interacción del sujeto con el mundo aquí y ahora, te interesa el programa de altos estudios que hemos preparado desde TECH Universidad Tecnológica. Se trata del Máster en Psicoterapia de Tiempo Limitado, que te brinda la acreditación oficial del modelo de PTL de la mano de su propio autor, Roberto Aguado, quien lo dirige y desarrolla su diseño.
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