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Dado a los problemas que pueden presentarse en los deportistas en altas alturas, se comenzó a implementar el entrenamiento con altura. Su objetivo es mejorar el rendimiento, lo cual es una práctica que se lleva realizando hace décadas. También pueden causar síntomas o enfermedades que pueden ser abordados desde una perspectiva en fisioterapia deportiva.

Ejercicio en grandes altitudes

El hecho de entrenar y/o competir en altura en numerosas ocasiones suele estar muy relacionado con los climas fríos. Con el ascenso en altura, las temperaturas descienden considerablemente. Por lo tanto, presentan algunas características en común.

Diferencias entre entornos fríos y de gran altitud

  • Similitudes: temperaturas ambientales bajas, diuresis, incremento de requerimientos energéticos durante actividad, falta de agua potable de fácil acceso, dificultad para preparar la comida, buena tolerancia a los hidratos de carbono, no necesidad de incrementar consumo proteico.
  • Diferencias: menor tensión de oxígeno atmosférico a gran altura, mayor anorexia e hipofagia a gran altura, la grasa se tolera bien en frío, la grasa no se tolera bien en altura.

Ajustes fisiológicos

Entrenar en altura hace que disminuya la velocidad, se vea reducida la producción de potencia y disminuya el aporte de oxígeno. Por otro lado, existen una serie de ajustes fisiológicos que pueden ayudar a los atletas a aclimatarse a ambiente hipóxicos (con poco oxigeno), entre los que se incluye:

  • Incremento de la ventilación, denominada respuesta ventilatoria hipóxica (de 14 a más de 20 respiraciones por minuto respecto al nivel del mar).
  • Incremento de la frecuencia cardiaca, mediada por las catecolaminas.
  • Aumento de la eyección cardiaca mediada por las catecolaminas.
  • Posibles adaptaciones pulmonares, hematológicas y tisulares que se producen tras varios días, siempre que el ascenso se produzca de forma gradual.

Posibles síntomas

Gran cantidad de esquiadores y escaladores experimentados son conscientes de la posibilidad de sufrir nauseas, confusión y fatiga prematura cuando se ejercitan a gran altura. Es conocido que adaptarse a un ambiente hipóxico lleva su tiempo, fundamentalmente a través de la mejora de la capacidad para aportar oxígeno a los tejidos que trabajan. Parece que transcurridos en altura 10 días el organismo se ha adaptado al 80%. Tras 45 días se consigue una adaptación del 95%. Los atletas deben ser conscientes de que se producirán ciertos cambios al ascender a altas cotas, como son: respiración más rápida y entrecortada, mayor producción de micción y alteración del sueño.

La menor presión barométrica en dichos entornos reduce la concentración de oxígeno en cada respiración, forzando a un ritmo respiratorio más rápido en un intento de inspirar la misma cantidad de oxígeno. No obstante, es imposible captar el mismo oxígeno a grandes altitudes si se compara con el nivel del mar. Por ello el trabajo físico será más difícil y la fatiga aparece antes en grandes alturas. Un fallo en la aclimatación adecuada a la altitud es conocido comúnmente como enfermedades de las alturas y puede producir los siguientes síntomas:

  • Cefalea.
  • Vómitos.
  • Nauseas.
  • Malestar.
  • Anorexia (pérdida de apetito).

Factores de riesgo

Además, existen ciertos factores que pueden incrementar el riesgo de desarrollar la enfermedad de las alturas donde se incluyen los siguientes:

  • Ascenso excesivamente rápido.
  • Dietas altas en gras y proteínas y bajas en carbohidratos.
  • Estancias largas en granes altitudes.
  • Elevado nivel de fatiga.
  • Altitudes más altas.

Introducción a la hipoxia

La hipoxia se define como déficit de oxígeno en un organismo o tejido. Nuestro organismo está preparado para tener una dosis necesaria de oxígeno para realizar todas sus funciones con normalidad. En el momento que ese aporte no es el adecuado, se produce una situación de hipoxia. En el caso de los deportistas, se produce cuando no llega la cantidad de oxígeno necesaria a la fibra muscular.

Para que el oxígeno llegue de la atmosfera hasta nuestra célula muscular, va a depender de una serie de factores. En primer lugar, que ese aporte de oxígeno no llegue se puede deber a que exista una menor presión de Oxígeno en la atmosfera. Si esa presión no es normal (como puede ser entrenar a altas alturas) se verá limitada la llega de oxígeno a la fibra muscular. Otro factor que puede afectar es que sí exista una buena presión de oxígeno en la atmosfera, pero la permeabilidad a la vía aérea no sea la adecuada. Así puede ocurrir en casos de alergia con inflamación de las vías respiratorias.

Otras alteraciones que pueden producir hipoxia son alteraciones en la ventilación/perfusión, disfunción alveolar (fumadores crónicos), limitación de la frecuencia cardiaca o volumen sistólico, procesos anémicos con menor cantidad de glóbulos rojos. También se puede producir hipoxia a nivel periférico por pérdida de capilarización, menor densidad mitocondrial o menor actividad enzimática.

Enfermedad de las alturas

Son un grupo de síndromes resultantes de la hipoxia. Principal parámetro que genera una serie de alteraciones fisiológicas y no se asocia a la edad ni acondicionamiento físico. Existen 3 formas de enfermedades de las alturas:

  1. El mal agudo de montaña (MAM).
  2. Edema cerebral de gran altura (ECGA).
  3. Edema pulmonar de gran altura (EPGA).

Respecto a la gravedad, mientras que MAM no es fatal en cuanto a posible muerte se refiere, ECGA y EPGA sí son fatales si no se diagnostica y se tratan rápidamente. Respecto a las causas más comunes de muerte a gran altitud se incluyen hipotermia, traumatismo, muertes relacionadas con avalanchas, intoxicación por monóxido de carbono, rayos, hiponatremia, intoxicación etílica y drogas, y enfermedades naturales preexistentes.

Fisiopatología

La literatura científica informa que MAM y EPGA se pueden observar con elevaciones no tan pronunciadas (2000-2500m), mientas que ECGA es más propia de altitudes superiores a 2500 m. Conforme se asciende en altitud, se producen ciertas diferencias respecto al nivel del mar. El descenso de la presión barométrica (PB), de la presión parcial de oxígeno, de la temperatura y de la humedad, por el contrario, se ve incrementada la radiación ultravioleta.

A nivel fisiológico, la presión barométrica a nivel del mar es de 760 mmHg, siendo la mitad 380 mmHg a 5791m. La concentración de O2 se mantiene al 21% en toda la troposfera, pero la presión parcial de O2 se reduce al disminuir la presión barométrica durante el ascenso dificultando la difusión del oxígeno hacia los capilares pulmonares pese a que la proporción del oxígeno en el aire siga siendo la misma.

La presión parcial de oxígeno estimada es de 90-100 mmHg a nivel del mar, 65-80 mmHg a 1610 m, 45-7570 mmHg a 2440 m, 42-53 mmHg a 3660 m y <50 mmHg a 5300 m. Dichos cambios ambientales producen respuestas fisiológicas que incluyen alcalosis respiratoria, mayor ventilación por minuto, mayor agregación de glóbulos rojos y niveles de hematocrito e incremento de flujo sanguíneo cerebral. Esta situación estresante se acompaña de adaptaciones específicas, que dependen del nivel de altitud y duración de la exposición.

Mal agudo de montaña (MAM)

Es el más común pero menos grave de los síndromes de las enfermedades de las alturas. Se caracteriza por náuseas, vómitos, pérdida de apetito, mareos, debilidad y dificultad para dormir.

Edema cerebral de grandes alturas (ECGA)

En el que aparece un cambio en el estado mental y la pérdida de coordinación del sujeto. Muchos investigadores consideran al ECGA como una forma extrema de MAM.

Edema pulmonar de grandes alturas (EPGA)

Forma más mortal de las enfermedades de las alturas. Se define como edema pulmonar no cardiogénico (conserva la función del ventrículo izquierdo) causado por fuga pulmonar de sangre en el pulmón. Los primeros síntomas se relacionan con disminución del rendimiento y tos seca. Conforme progresa la enfermedad se asocia a taquicardia, taquipnea, lasitud, tos más pronunciada, opresión o congestión torácica, cianosis y en casos.

La mejor estrategia para evitar cualquier enfermedad de las alturas es realiza estancias de tiempo suficiente para lograr una aclimatación adecuada. El protocolo de aclimatación sugerido es realizar un ascenso gradual, no superior a 600 metros por días, hasta alcanzar la altitud final, con un día de descanso cada 600 a 1200m.

Estudio sobre deportistas

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