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La utilización de los recursos naturales de origen vegetal, más allá de un uso relacionado exclusivamente con la cobertura de las necesidades primarias (alimentación, defensa, cobijo), ha acompañado al hombre desde los inicios del proceso de hominización. La investigación de restos dentales de neandertales españoles ha puesto de manifiesto una posible utilización de plantas con propósitos analgésicos; además el papel de las plantas psicoactivas en el nacimiento del hecho religioso constituye también una atractiva teoría. Sin embargo, la seguridad e interacciones de las plantas medicinales juega un papel importante en este proceso.

En la actualidad, con el siglo XXI ya en su primer cuarto, el mercado internacional de plantas medicinales (PM) y medicinas alternativas se incrementa anualmente un 15%. Aproximadamente 29.000 PM usadas por más de 1.000 compañías generan unos ingresos anuales de más de 60 millardos de dólares. Es difícil acercarse a cifras reales de uso de PM, pero, por tomar alguna referencia, se estima que más del 16% de estadounidenses las usan regularmente, mientras que en España la prevalencia se acercaría al 42,7% en el área rural y al 19,6% en el área urbana, siendo Baleares, Cataluña y Aragón las comunidades autónomas con mayor incidencia de uso.

Las causas de este alto grado de utilización cabría buscarlas en dos hechos separados pero confluyentes. Por un lado, en la existencia de un cuerpo de conocimiento popular en aspectos relacionados con la salud (la llamada folk medicine o etnofarmacología) y por otro en una vuelta hacia lo natural de una sociedad cada vez más tecnificada y más alejada del medio ambiente. A lo largo de las líneas siguientes se intentará demostrar lo equivocado de esta afirmación.

Seguridad de las plantas medicinales: aspectos generales

Como ya se ha mencionado, el sofisma de que “lo natural no puede ser malo” no puede tener cabida en el argumentario de los profesionales de la salud. Justamente las dos excepciones que no estudiaremos aquí (intoxicaciones agudas y utilización de plantas psicoactivas) servirían por sí solas para refutarlo, pero la introducción por parte de la Organización Mundial de la Salud de un área específica para la farmacovigilancia de las PM y las medicinas tradicionales y los 34.000 registros que se habían comunicado en 2012 lo confirman sobradamente.

Cuando los medicamentos convencionales acceden al mercado han sido objeto por lo general de un amplio programa de evaluación clínica que proporciona (limitadas) garantías de eficacia y seguridad, pero ello no ocurre con las PM, muchas de ellas de utilización tradicional y otras consideradas suplementos alimenticios, pero en cualquier caso con regulación legal diferenciada y más laxa que los agentes de síntesis.

Por ello, no sorprende conocer que en 2001 la Food and Drug Administration estadounidense recibió alrededor de 500 comunicaciones de reacciones adversas a PM, aunque esta cifra parece estar infraestimada porque en el mismo periodo los Centros de Información Toxicológica recibieron casi 20.000 consultas relacionadas con plantas.

Seguridad de las plantas medicinales en relación con defectos de calidad

Las primeras menciones que conocemos acerca de los problemas de calidad asociados a las PM se remontan al siglo I de nuestra era, cuando Dioscórides, médico del emperador Nerón, aleccionaba en su De Materia Medica sobre cómo detectar las adulteraciones y fraudes de las drogas. Veinte siglos después, nuestra tecnología dispone de las herramientas necesarias para asegurar la idoneidad cualitativa y cuantitativa de las PM, pero la variabilidad legislativa que los distintos países tienen sobre su consideración (medicamentos o complementos dietéticos) permite que aún hoy se produzcan con más frecuencia de lo deseable eventos relacionados con la calidad. A continuación se relacionan los principales de ellos.

Seguridad e interacciones de las plantas medicinales: falta de estandarización

A diferencia de los medicamentos procedentes de la síntesis, que tienen una composición perfectamente definida, las PM constituyen una matriz compleja en la que los principios activos, no siempre bien conocidos, van acompañados de una serie de sustancias en proporción muy variable. Dado que para muchas de las PM no existen criterios de estandarización de principios activos, los efectos producidos por ellas pueden variar en intensidad, y la comparación (bien entre lotes, bien con artículos de la bibliografía) se hace difícil.

Por ejemplo, la mayor parte de ensayos clínicos con ginkgo (Ginkgo biloba ) se han llevado a cabo con determinados extractos normalizados de hojas. No puede asegurarse que sus conclusiones se puedan extrapolar cuando se usan otros preparados. Algunas PM en las que se han puesto de manifiesto diferencias relevantes en la riqueza de principios activos entre preparados son el hipérico (Hypericum perforatum); el ginkgo ya mencionado, el ginseng (Panax sp. pl.) o el ginseng siberiano (Eleutherococcus senticosus). Las monografías de la Comisión E alemana han desempeñado una importante labor en este sentido de normalización.

Adulteración o contaminación con otras plantas

Se estima que la proporción de PM adulteradas en los países desarrollados se sitúa entre el 10 y el 80%2. En ocasiones la adulteración se produce por confusiones inadvertidas pero en otras es de naturaleza fraudulenta con objeto de obtener mayores beneficios económicos. Cuando la adulteración o la contaminación se producen con plantas de estrecho margen terapéutico, tienen lugar brotes de toxicidad que suelen recogerse en la literatura científica.

Uno de los más famosos ocurrió en la década de 1990 en Bélgica, donde pacientes de una clínica de adelgazamiento desarrollaron fibrosis intersticial renal o carcinoma urotelial como consecuencia de la sustitución de un preparado con Stephania tetrandra por otro que contenía Aristolochia fangchi.

En España se produjo hace unos años un brote de toxicidad neurológica por contaminación o adulteración de anís estrellado o badiana de la China (Illicium verum) con badiana del Japón (Illicium religiosum, I. anisatum), adulteración que no es rara, pero que en ocasiones puede quedar enmascarada por la neurotoxicidad propia de las dosis elevadas de I. verum. Consideración aparte merece la confusión de PM con especies tóxicas por parte de recolectores aficionados, de la que también se hace eco la bibliografía con frecuencia, pero que no podemos considerar de manera estricta un defecto de calidad.

Contaminación por productos no vegetales

Aunque el análisis de metales pesados es un control de calidad rutinariamente realizado en las PM, se han comunicado intoxicaciones por plomo, arsénico y mercurio. Esto como consecuencia del uso de medicamentos con plantas usadas principalmente en terapia ayurvédica o en medicina tradicional china.

La contaminación microbiana (bacteriana o fúngica) de las PM tiene su origen generalmente en un deficiente proceso de secado o de almacenamiento. Puede traer consigo la proliferación de patógenos o la producción de toxinas de naturaleza diversa (aflatoxinas, enterotoxinas, dicumarol a partir de las cumarinas de meliloto) que pueden provocar complicaciones graves.

En otras ocasiones, los adulterantes de los preparados de PM están constituidos por medicamentos de síntesis; probablemente con el objeto de aumentar la efectividad de las plantas. Los fármacos más frecuentemente implicados suelen ser antiinflamatorios no esteroideos, corticoides, ansiolíticos, anorexígenos o medicamentos para la disfunción eréctil. Su uso, ignorado y sin control, puede acarrear graves efectos adversos.

La medicina alternativa en el mundo actual

El desarrollo de nuevas medicinas hace parte de como se han construido diversos métodos de bienestar y salud en las diferentes poblaciones. Este constante crecimiento y evolución científica dentro de la salud humana ha permitido que nazcan nuevas ramas a partir de la medicina base. A su vez se ha convertido en un requerimiento y exigencia para los diversos profesionales que tienen implicación en el campo de la salud que tienen implicación en el campo de la salud.

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