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La incursión, desarrollo y consolidación de una empresa en el mercado está muy condicionado por el entorno financiero en el que se enmarque la organización. Y, por ello, al igual que el sistema financiero de un país es determinante para proporcionar las condiciones óptimas de desarrollo económico a nivel estatal, la política de finanzas corporativa es la encargada de formular aquellas directrices por las que se rige el área de finanzas de una organización para garantizar que las decisiones de ahorro e inversión sean equilibradas y contribuyan a un aumento de la productividad empresarial.

Además de ello, se encarga de definir y priorizar los objetivos empresariales, por lo que la política financiera se presenta como necesaria al ser “quien jerarquiza los diferentes objetivos empresariales en el área financiera y los coordine con el resto de políticas de la empresa, dando así unidad de acción a todo el conjunto financiero. Y es que la dirección financiera debe articular una correcta estructura de financiación en la que se plasme la realidad monetaria de una empresa, siempre acorde al entorno, los recursos y los objetivos que pretenda conseguir.

Es por ello por lo que la política financiera empresarial y las finanzas corporativas, como encargadas de gestionar e incrementar el valor de las organizaciones y de reducir el riesgo, toman las decisiones de inversión y estructuran su inversión teniendo en cuenta los impactos negativos y positivos que puedan generar sus acciones tanto en su contexto interno como externo.

Modelos de finanzas corporativas

A pesar de que existen muchos modelos de política financiera (conservador, liberal, expansivo, restrictivo, etc.), la ejecución de una política de perfil prudente es la que garantiza la existencia de un equilibrio entre la rentabilidad, el riesgo y la liquidez y, con ello, la capacidad de resistencia de una empresa en el mercado. Sin embargo, adquirir un modelo óptimo de política u otro depende de muchos factores, tanto externos como internos.

Y es que, uno de los primeros elementos a tener en cuenta es que la política financiera no afecta exclusivamente al área financiera de una empresa, sino a todos los ámbitos de la organización, pues es la que regula, por ejemplo, las decisiones relativas a la compra y venta, la evaluación de riesgos de inversión, la modernización de las instalaciones y los recursos o la expansión de la empresa a otros mercados, entre otras cuestiones.

En este sentido, cabe señalar que los principales ámbitos de actuación de la política financiera empresarial están relacionados, en primer lugar, con la determinación de en qué tipo de activos debe invertir sus fondos; en segundo lugar, con la composición de su financiación y, en tercer lugar, con la definición de la dimensión económica que debe tener la empresa y, por consiguiente, con la definición de su crecimiento. Todo ello se materializa en un conjunto de áreas que se engloban dentro de la política financiera empresarial:

  • Política de beneficio.
  • Política de reposición.
  • La política de amortizaciones.
  • Política de dividendos.
  • Política de seguros y provisiones.
  • La política de relaciones con el público inversor.

El objetivo de las finanzas corporativas

Hay que tener en cuenta que el propósito fundamental de la política financiera empresarial es el de maximizar la riqueza de la organización como consecuencia de la conexión de todas las áreas y unidades departamentales y de un óptimo manejo de las operaciones y decisiones financieras para alcanzar un logro común. Dentro de las más relevantes se pueden destacar las siguientes:

  • Inversiones que realizar: Hay que asegurar que permiten obtener la rentabilidad deseada.
  • Proporción entre capital y deuda.
  • Coste de la deuda y garantías que aportar a los prestatarios.
  • Proporción entre deuda a largo plazo y deuda a corto plazo.
  • Política de dividendos: parte del beneficio que se distribuye entre los accionistas.
  • Recompra de acciones (es una alternativa al dividendo que tiene una mejor fiscalidad para los accionistas, ya que la tributación es mínima).

Crecimiento con base en las finanzas

Por otro lado, y en relación con el alcance del logro común empresarial, el crecimiento corporativo y organizacional se constituye como el fin último a conseguir, ya sea a través de la expansión o la diversificación. Y es que el crecimiento empresarial evita el estancamiento de la corporación en un mercado tan volátil y cambiante como el actual. En este sentido, el crecimiento empresarial se puede llevar a cabo a través de varias alternativas: por medio de un crecimiento interno, de un crecimiento externo o por una mezcla de los dos métodos anteriores denominado como alianzas o acuerdos de cooperación empresarial:

Crecimiento interno

La empresa aumenta su capacidad productiva a través de inversión propia. Consiste en crecer y desarrollarse en función de las necesidades que presente la empresa. Uno de sus aspectos negativos es que se trata de un proceso lento. En contraposición, su mayor ventaja radica en que el proceso de crecimiento se optimiza, ya que crece en la medida en la que lo desea. Supone, por tanto, el desarrollo de su capacidad productiva (nuevas instalaciones, nuevo personal, nuevas áreas de trabajo, nueva diversificación de mercados, etc.).

Crecimiento externo

Implica la compra o la fusión de alguna empresa ya existente para aumentar su dimensión y su capacidad productiva. Como punto fuerte, hay que señalar que se trata de un proceso bastante rápido, pero no crea una nueva capacidad productiva en el sistema, es decir, no hay un crecimiento productivo en el mercado, al tiempo que provoca concentración en los mercados y esto puede perjudicar la libre competencia entre empresas. Este tipo de crecimiento puede materializarse a través de fusiones empresariales (una empresa compra otra y desaparecen las dos o una de ellas para crear posteriormente una nueva entidad) o de adquisiciones empresariales (la compra de una empresa en donde en función del porcentaje de propiedad que se adquiera se tendrá mayor o menor control —menos del 50% supondría una adquisición minoritaria, más del 50% sería mayoritaria).

Acuerdos de cooperación empresarial

Acuerdos entre dos partes, donde una de ellas se encarga de realizar una actividad para la otra. En este tipo de acuerdos, las dos empresas que van a trabajar juntas mantienen su independencia, por lo que ninguna está subordinada a la otra; simplemente trabajan juntas sobre determinados aspectos. También se logra algo importante desde el punto de vista económico: cada empresa se especializa en lo que sabe hacer y adquiere de las demás tan solo aquello en lo que presenta algún tipo de carencia.

Sea como sea, los motivos para decidir el tipo de crecimiento que se quiere implantar para una empresa dependerán de la estrategia de desarrollo que se adopte, aunque todas irán orientadas hacia la creación de valor y ello supondrá una reestructuración tanto cuantitativa como cualitativa. El volumen de activos, las ventas, el equipo de trabajo o la producción serán algunas de las variables que de forma más evidente manifiesten si el crecimiento empresarial goza o no de buena salud en el mercado en el que se inserta.

El líder en la comunicación

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