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La alergología clínica es una especialidad médica que comprende el conocimiento, la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes con enfermedades alérgicas. Además, también es una especialidad multidisciplinaria que abarca el estudio de signos y síntomas que se manifiestan en trastornos generalizados en distintos órganos y sistemas. Estos tales como el tracto respiratorio, el tracto digestivo, la piel.

Las enfermedades alérgicas tienen como base trastornos poligénicos en el sistema inmune, donde el individuo responde de manera alterada a las moléculas que se denominan alérgenos. A continuación, se presentarán algunas definiciones conceptuales sobre qué es la atopia, la alergia y algunos aspectos relacionados con estos términos.

Definición de atopia

La palabra atopia viene del griego ἀτοπία que significa fuera de lugar. El término fue introducido en 1923 por Coca & Cooke para describir un fenómeno de hipersensibilidad en humanos que era hereditario. Esta afectaba a una proporción pequeña de personas y se asociaba con una reacción de hipersensibilidad inmediata en la piel con pápula y eritema. Actualmente, se define como la predisposición familiar a producir altos niveles del anticuerpo inmunoglobulina E (IgE). Ademas a responder con un predominio de respuesta inmune de tipo 2 ante el contacto con los alérgenos.

«Atopia es una tendencia personal o familiar, que usualmente se manifiesta en la infancia y la adolescencia. Produce anticuerpos de IgE y a sensibiliza con la exposición ordinaria a los alérgenos, usualmente proteínas. Como consecuencia esas personas pueden desarrollar síntomas típicos de asma, rinoconjuntivitis o eczema»

El consenso de la Organización Mundial de la Alergia de 2004

La presencia de la IgE específica es el biomarcador de la atopia. Dicho anticuerpo se cuantifica en sangre y, usualmente, las personas atópicas tienen niveles consistentes por encima de 100 kilo unidades por litro (kU/l).

En otras regiones del mundo, donde hay infecciones parasitarias, el uso de niveles altos de IgE total como indicadores de atopia deben ser evaluados con mucho cuidado, ya que las infecciones parasitarias también elevan los niveles de IgE total y no es inusual encontrar individuos sanos con niveles de IgE por encima de 200-300 kU/l.

Composición de la atopia

Los anticuerpos de IgE que se cuantifican en sangre y se denominan IgE total, van dirigidos contra muchos determinantes alergénicos, algunos conocidos y otros no; sin embargo, las personas que se definen como atópicas tienen, además de la elevación de la IgE total, niveles altos de IgE dirigida contra los alérgenos (también llamada IgE específica) y que al evaluarlos se consideran positivos (≥0.35 kU/l).

Lo más probable es que, un paciente atópico, tenga niveles elevados de IgE total e IgE específica. Estos resultan positivos para uno o más alergenos, tales como ácaros, pólenes, alérgenos de alimentos, medicamentos o venenos de insectos. Se estima que alrededor del 30% de las personas de la población general tienen esa predisposición atópica.

Es desconocida la causa de la atopia, Pero los estudios en gemelos, así como en familias y modelos animales han demostrado que los factores genéticos desempeñan un rol fundamental en la predisposición a ser atópico. De hecho, se considera un rasgo poligénico, ya que participan muchos genes relacionados con el control de la respuesta de tipo 2 y la producción de IgE.

Esta es un rasgo hereditario. Debido a que la atopia se transmite en familias, es decir, alrededor del 80% de los individuos atópicos tienen un historial familiar de atopia en sus padres o hermanos, comparado con el 20% de la población general. Una buena pregunta en la evaluación del paciente, en el que se sospecha una predisposición atópica, es indagar siempre por los antecedentes de atopia en sus familiares.

Atopia y alergia

Es importante destacar que tener atopia no es sinónimo de tener alergia. La atopia es una condición que predispone el desarrollo de reacciones de hipersensibilidad a los alergenos. Esta no implica la presencia de enfermedad, esta es un rasgo. La mayoría de las personas alérgicas son atópicas, pero no todos los atópicos son alérgicos. Hay personas que tienen anticuerpos detectables de IgE contra algún alergeno, sin presentar síntomas.

Por lo que se puede considerar a la atopia como una predisposición y un rasgo genético. Al combinarse con otros defectos genéticos y/o epigenéticos en un órgano blanco; (p. ej., la barrera cutánea, el sistema de mucosas o las estructuras de la vía aérea) contribuirá a que en ese individuo la atopia se constituya como una alergia o enfermedad alérgica.

Los estudios genéticos sugieren que las alteraciones principales que predisponen a la atopia afectan a los linfocitos T ayudadores CD4+ y a los linfocitos T reguladores (Treg). Estos envían las señales y regulan la producción de IgE por parte de las células plasmáticas.

Además, se ha encontrado que las personas atópicas tienen cambios en la secuencia de su ADN (polimorfismos) en los genes que codifican las citoquinas, tales como la IL-4, IL-5 e IL-13 en el cromosoma 5, los cuales pueden condicionarlos a producirlas en altas cantidades o en los genes del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (HLA) en el cromosoma 6, además, les permiten captar y presentar mejor dichos alergenos a las células T.

También se han descrito variantes genéticas en el receptor de alta afinidad para la IgE en la cadena alfa del receptor de IL4 (IL4R) y en factores de transcripción que promueven la producción de IgE, por ejemplo, el STAT6 que favorecen la respuesta inmune de tipo 2.

Estudios médicos realizados

El estudio minucioso de la atopia en la caracterización clínica de un paciente con síntomas alérgicos es fundamental para definir si se afrontan síntomas inducidos y desencadenados por la respuesta de hipersensibilidad a un alergeno o no. La presencia de la atopia también ayuda a perfilar al paciente en un fenotipo atópico. Del mismo modo, uno no atópico y así poder orientar la selección de la terapéutica más apropiada.

Una vez generados los anticuerpos de inmunoglobulina E, una parte de ellos circulan en la sangre y otra parte se une a los receptores de IgE. Esto sucede en la membrana de varias células del sistema inmune, especialmente, en los mastocitos y los basófilos. Cuando se producen altas concentraciones de IgE dirigidas contra un alergeno en particular, varias moléculas similares de IgE quedan muy próximas unas de otras sobre la membrana de un mastocito e inducen la degranulación de la célula al encontrar su alergeno.

La liberación de esos mediadores inflamatorios produce lo que se denomina reacción de hipersensibilidad de tipo I. Una forma de saber si una persona es atópica, además de la medición de la IgE total y específica en sangre. Es la evaluación de la reacción a los alergenos, realizada mediante la prueba cutánea de alergia, en este procedimiento se coloca el alergeno en contacto con la epidermi. Si el individuo tiene IgE contra ese alergeno la degranulación del mastocito producirá una pápula y eritema.

Esta prueba es además fundamental para verificar que los anticuerpos de IgE contra el alergeno tienen actividad biológica. Si la prueba es positiva se considera al individuo como atópico.

Entrando en materia

Esta es una de las situaciones a las cuales los profesionales de la medicina deben enfrentarse a diario. Por esto es importante conocer a fondo las diferencias de este término, con el de alergia. El profesional de la salud debe capacitarse constantemente en las diferentes áreas de la salud. Actualmente la educación se ha convertido en una necesidad más aún cuando de salud se habla.

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