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La alimentación es un proceso consciente y voluntario a través del cual los seres vivos consumen diferentes tipos de alimentos para conseguir energía, además de nutrientes para un desarrollo óptimo. Los mecanismos implicados en la ingestión de alimentos son muy complejos. Estos intervienen múltiples factores (sociales, ambientales, psicológicos, biológicos y endocrinos). Los mismos se integran en el sistema nervioso central, fundamentalmente en el hipotálamo generando una determinada conducta alimentaria. El apetito y la saciedad hacen parte de los factores más importantes a tener en cuenta dentro de esta área de la salud.

Funcionamiento del cuerpo humano

Se ha visto que el ser humano mantiene un peso corporal dentro de unos límites estrechos. Esto manteniendo una estabilidad en los almacenes corporales de energía pese a la variabilidad en la ingesta de alimentos y en la actividad física cotidiana. Esto ha sugerido la existencia de un sistema homeostático muy bien organizado capaz de regular este balance energético modulando el apetito y la saciedad. Lo mismo sucede a través de componentes orexígenos (estimuladores del apetito) y anorexígenos (supresores del apetito).

Este sistema homeostático que controla el balance energético abarca el sistema gastrointestinal, el sistema endocrino, el tejido adiposo, el sistema nervioso periférico (encargado de trasmitir las señales) y el sistema nervioso central. Todos ellos actuando a corto y a medio/ largo plazo. La regulación a corto plazo se encarga de determinar el inicio y el final de una comida. En ella intervienen fundamentalmente hormonas gastrointestinales y señales de saciedad que contribuyen a finalizar la ingesta.

Esta regulación a corto plazo no es suficiente para regular el balance energético y explicar la estabilidad del peso corporal. Por ello existe una estrecha interrelación con otras señales que se liberan proporcionalmente a las reservas grasas como la leptina y la insulina. Encargadas de regular el balance energético por períodos largos. Ambos tipos de regulación quedan integrados a nivel central siendo el hipotálamo quien recibe todas estas señales regulando la ingesta.

Cuando este sistema homeostático falla aparece aumento o pérdida de peso pudiendo aparecer patologías como la obesidad y la desnutrición. El fallo de este sistema puede darse por alteraciones genéticas, hormonales y nutricionales entre otras, pero también por influencias ambientales o psicosociales, ya que la ingesta no es regulada únicamente por factores fisiológicos.

Hambre, apetito y saciedad

Hambre, apetito y saciedad son tres conceptos que juegan un papel fundamental en la regulación de la ingesta. El hambre es el deseo y necesidad de ingerir alimento sin ser este deseo discriminatorio. Se trata de una necesidad fisiológica de supervivencia, pudiendo aparecer contracciones de estómago después de horas de ayuno que en ocasiones pueden ser dolorosas.

Se han propuesto distintas teorías en torno a como se origina la sensación de hambre como la “teoría de la contracción de estómago”. La misma fue propuesta por Cannon y Washburn la cual plantea que la sensación de hambre aparece cuando se contrae el estómago; la “teoría glucostática” de Mayer sugiere que la sensación de hambre se inicia cuando bajan los niveles de glucosa en sangre y termina cuando aumenta la glucemia, “la teoría lipostática” de Kennedy sugiere que son las señales que provienen del tejido adiposo las que controlan la alimentación y mantienen el peso corporal, ya que estas son detectadas por receptores hipotalámicos.

O la “teoría aminostática” que propone que es el déficit de aminoácidos en la sangre el que origina la sensación de hambre. Otras teorías son la teoría de la producción de calor que postula que sentimos hambre cuando la temperatura corporal baja. El apetito se define como un antojo o elección de comer un determinado alimento, siendo discriminatorio. La presentación de los alimentos, la oportunidad para ingerirlos, la textura o el olor entre otros pueden generar la sensación de apetito que se da con base en conductas aprendidas.

El hipotálamo en la regulación de la ingesta

El hipotálamo es una pequeña región anatómica del cerebro situada debajo del tálamo. Se trata de una estructura muy heterogénea en la que se localizan diferentes núcleos implicados en la regulación de distintas funciones como la memoria y la homeostasis del organismo. La anatomía de estos núcleos es muy compleja debido a la gran cantidad de ellos, destacando el núcleo arcuato (ARC), el núcleo paraventricular (NPV), el núcleo ventromedial, el núcleo dorsomedial (NDM) y el área hipotalámica lateral.

Estos núcleos reciben e integran multitud de señales provenientes del sistema nervioso y de origen periférico que regulan el hambre y la saciedad. Estas señales nerviosas y de tipo hormonal procedentes del aparato digestivo y del tejido adiposo regulan la ingesta con base en las necesidades del organismo.

Ya en 1951 se observó en roedores que lesiones en el hipotálamo ventromedial producían hiperfagia y obesidad por lo que esta zona recibió el nombre de “centro de la saciedad” mientras que las lesiones laterales provocaban afagia y pérdida de peso por lo que se pensó que esta zona del hipotálamo era la encargada de provocar el hambre y por eso se le llamó “centro del hambre”.

Actualmente se sabe que esta versión es demasiado simplista, ya que también existen otras zonas cerebrales además de estas, como la corteza cerebral y el tallo cerebral que junto a señales químicas, péptidos y hormonas juegan un papel decisivo en la regulación de la ingesta y del balance energético. Por tanto se puede decir que la homeostasis corporal depende de una regulación central a través de regiones hipotalámicas (núcleo arqueado, núcleo paraventricular, núcleo dorsomedial, área hipotalámica ventromedial y área hipotalámica lateral) y regiones no hipotalámicas, como el núcleo del tracto solitario.

Sustancias implicadas en la regulación de la ingesta

Varias sustancias intervienen en la regulación del apetito (hormonas, neurotransmisores, nutrientes) pudiendo clasificarse en estimulantes o supresores del apetito.

Sustancias orexígenas

Dentro de este grupo se encuentran sustancias que aumentan el apetito.

Sustancias orexígenas neuropéptidicas.

Neuropéptido Y (NPY)

Es uno de los péptidos más abundantes en el cerebro formado por 36 aminoácidos, sintetizado y secretado por las neuronas del núcleo arcuato del hipotálamo y que posee un gran potencial orexígeno. Su papel en la regulación del peso corporal consiste en estimular la ingestión de alimentos, especialmente los que contienen carbohidratos y grasas, disminuir la termogénesis y promover la actividad de enzimas lipogénicas del hígado y tejido adiposo, favoreciendo la obesidad.

La síntesis de este péptido aumenta en situaciones como la pérdida de peso, la restricción alimentaria, la inanición, el estrés, el ejercicio excesivo o periodos de lactación mientras que resulta inhibida por la leptina y los estrógenos, de manera que durante periodos de inanición, cuando los niveles de leptina son muy bajos, se estimula la producción y secreción de NPY.

El profesional como regulador de la nutrición

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