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La historia de la cirugía de mínima invasión (CMI) en medicina veterinaria está íntimamente ligada a los procedimientos mínimamente invasivos. Los mismos son desarrollados en medicina humana, así como al gran avance tecnológico que se ha producido en los últimos cincuenta años. Este progreso, desde el punto de vista quirúrgico, se ha basado en el desarrollo de técnicas que permitan minimizar la morbilidad, mortalidad y tiempo de recuperación postquirúrgico del paciente.
CMI
La CMI se define como la práctica de técnicas quirúrgicas habituales de una forma segura y efectiva, empleando:
- Abordajes con incisiones mínimas, o menores a las que se realizan en la cirugía tradicional.
- Abordajes percutáneos.
- Y técnicas realizadas a través de los orificios naturales.
Lo que ofrece múltiples beneficios como son:
- Disminuir los riesgos relacionados con la exposición de los órganos.
- Minimizar el riesgo de infección.
- Disminuir el tiempo de recuperación.
- Minimizar el dolor perioperatorio.
- Y asociarse a un efecto estético satisfactorio para el propietario.
En general, la CMI se divide en dos grandes subgrupos. Por un lado, la cirugía percutánea o no endoscópica (guiada por radiografía, fluoroscopia, ecografía, etc.); por otro, las técnicas de cirugía vídeo-endoscópica (laparoscopia, artroscopia, histerectoscopia, etc.). Desde sus comienzos, la CMI en medicina humana se ha asociado con la medicina veterinaria. Esto se debe a que su desarrollo se ha conseguido con la realización de estudios experimentales de investigación y entrenamiento con biomodelos animales.
Sin embargo, las causas fundamentales por las que la CMI en medicina veterinaria ha avanzado de una forma más lenta que en medicina humana, es debido a lo siguiente:
- Los altos costos asociados al equipo e instalaciones.
- La relación costo-beneficio de la eficiencia de la CMI comparada con la cirugía convencional.
- Las limitadas referencias bibliográficas.
- Y la falta de oportunidades para el entrenamiento técnico.
El origen de la CMI es realmente difícil de determinar, existe gran controversia y variedad de opiniones en torno a este tema. Se han encontrado textos de Hipócrates (460-377 a.C.), donde se describe la realización de exámenes rectales ayudados por el uso de un espéculo cirujano español de origen árabe.
La historia moderna
Al revisar la historia reciente, se podría considerar a Philipp Bozzini, como el gran precursor de la endoscopia en el siglo XIX. Esto al inventar el ‘Lichtleiter’, que era básicamente una linterna de hojalata recubierta de cuero, cuya fuente de luz era una vela. Permitía el examen de oídos, boca, cavidad nasal, uretra, recto, cuello uterino, e incluso de la vejiga de la orina.
Durante este mismo siglo, Antoine Jean Desormeaux, modificó dicho artefacto, colocando un espejo en su interior que reflejaba la luz de una lámpara de queroseno. Esto sucedia a través de un largo canal de metal, aportando mayores aumentos al campo de visión. Ya en el siglo XX, el desarrollo tecnológico conllevó a una sustancial mejora y rápidos avances en la CMI. Paralelamente se produjeron mejoras en la seguridad y eficiencia de las técnicas quirúrgicas y anestésicas, junto con la presentación de nuevos antibióticos de última generación.
En 1901, George Kelling publicó la exploración de la cavidad peritoneal de un perro con un cistoscopio y lo denominó celioscopia. Años después, desarrolló la técnica del neumoperitoneo, describiendo que la presión que produce el mismo sobre los órganos abdominales tiene un efecto hemostático. En Europa, a lo largo de toda la década de 1930, distintas disciplinas como la urología, empleaban de forma rutinaria la tecnología endoscópica como método diagnóstico, ya que su utilidad quirúrgica todavía se encontraba en fase experimental, limitada principalmente por la falta de una óptica adecuada.
Por otra parte, en esta misma década, el gastroenterólogo Heinz Kalk desarrolló un sistema de lentes que aumentaban el campo de visión, permitiendo la toma por mínima invasión de biopsias hepáticas y renales. Por otra parte, Janos Veress, inventó uno de los instrumentos más importantes para la realización de la laparoscopía actual, con la presentación de una nueva aguja.
Siglo XIX
En la década de 1950, Heinz Kalk comenzó a colaborar con Karl Storz, y consiguieron un gran avance y mejoras en los instrumentos empleados para la realización de la laparoscopia y endoscopia. Sin embargo, durante los primeros años de práctica de la CMI, la tasa de mortalidad fue bastante alta, normalmente debida a las complicaciones postoperatorias que se presentaron.
Esto conllevó un estancamiento y parón en el estudio de la CMI, que se prolongó durante dos décadas, principalmente en Estados Unidos. No obstante, en Europa, aunque fue prohibida su práctica en algunos países como Alemania, por considerarse procedimientos muy peligrosos, las investigaciones continuaron de manos de Raoul Palmer, que durante este tiempo descubrió los beneficios de la posición de trendelenburg, y comenzó a grabar sus procedimientos.
Siendo el maestro y formador de posteriores grandes laparoscopistas. A pesar de todo ello, la mayoría de los autores concuerdan que, en Europa, el mayor impulso de la CMI comenzó con Kurt Semm, que realizó la primera colecistectomía por laparoscopía en 1985. Este médico incluyó el insuflador electrónico para controlar con precisión la presión intraabdominal, consiguiendo una mayor seguridad al crear el neumoperitoneo. Esta nueva aportación mejoró en gran medida las técnicas electro quirúrgicas.
Además, Kurt Semm fue pionero en la realización de la sutura intracorpórea y fue el primero en realizar una técnica de apendicectomía vía laparoscópica. En Estados Unidos, este papel se atribuye a Camran Nezhat, que estudió y consiguió avances con la video laparoscopia, eliminando la necesidad de que el cirujano tuviera que mirar directamente a través del ocular del endoscopio.
La importancia del CMI
Tanto a Kurt Semm como a Camran Nezhat se les consideran los padres de la CMI, y ambos se vieron envueltos en múltiples batallas legales, denunciados por sus propios compañeros, que no creían en sus estudios, los consideraban herejes y los tachaban de realizar mala praxis. Afortunadamente, no todos los compañeros opinaban igual, y tuvieron muchos seguidores, consiguiendo que la década de los 90, se impulsara la práctica de la CMI, iniciándose la difusión del uso del endoscopio y los beneficios de la CMI entre las diferentes especialidades.
Fue un momento de ‘revolución laparoscópica’, en el que toda la experiencia y estudios de Semm y Nezhat tuvieron una gran demanda. En medicina veterinaria, el camino de la CMI no ha sido tan controvertido, y aunque parece haber ido en paralelo a la medicina humana, realmente la medicina veterinaria lleva un retraso de 20 años en todo lo referente a la CMI.
Se describió por primera vez el uso de la endoscopía en perros y gatos por Joan A. O´Brien en 1970; aunque sus estudios, por diferentes razones, quedaron aparcados y no fue hasta la primera década del siglo XXI que no se retomó en veterinaria el interés por este tipo de técnicas. En la década de los 80, David E. Widt y Richard M Harrison publicaron el primer libro de texto dedicado a la laparoscopia en animales.
No apareciendo otro texto sobre la aplicación de la CMI en pequeños animales, hasta 1999, cuando se publicó el libro de Lynetta J Freeman titulado ‘Endocirugía Veterinaria’. A partir de este momento hasta la actualidad ha ido aumentando el número de publicaciones y lecturas sobre CMI. El Colegio Americano de Cirugía Veterinaria incluyó la CMI en su programa de capacitación para residentes, reconociendo la importancia y valor de las técnicas mínimamente invasivas.
El profesional y la CMI
Enfrentarse a todo tipo de situaciones es, para el profesional, parte de su labor diaria. Por esta razón, el estar preparado para cualquier situación es más un deber profesional por encima de un valor agregado. Por estas exigencias en su campo, la capacitación constante ese ha convertido en una tarea crucial del veterinario, brindando así una pronta respuesta al paciente animal.
En TECH Universidad Tecnológica se oferta una amplia gama de programas educativos de alta calidad. Tal es el caso de su Facultad de Veterinaria, donde pueden hallarse programas tales como la Maestría en Dermatología de Pequeños Animales y la Maestría en Gestión y Dirección de Centros Veterinarios. Por otra parte, para aquellos profesionales que busquen enfocarse en este método revolucionario de la CMI, no cabe duda que su mejor elección será la Maestría en Cirugía Mínimamente Invasiva en Pequeños Animales.