Warning: strpos() expects parameter 1 to be string, array given in /home/site/wwwroot/wp-content/themes/twentynineteen-child/functions.php on line 163

El liderazgo en el deporte se desarrolla a través de la figura del coach o entrenador, quien le brinda al deportista apoyo social, emocional y psicológico. Le permite al deportista lograr una mayor estabilidad y predictibilidad y control de sus procesos, reforzando su autoestima. Por otro lado, comparte sentimientos, pensamientos y experiencias personales, y entrena al deportista en habilidades y estrategias para resolver problemas diarios. De este modo, se genera un proceso de liderazgo que se desarrollará en este artículo.

Proceso de coaching deportivo

El proceso de coaching deportivo es como un bucle de retroalimentación que no debería terminar si se pretende una mejora constante, ya que siempre hay un campo en el que se tiene que mejorar y aprender. El entrenador no solo debe obtener un buen rendimiento de sus deportistas, también debe lograrlo de sí mismo e intentar siempre hacerlo con el mejor resultado posible.

El liderazgo en el deporte debe ser considerado de forma específica o contextual, según indican Noce, De Matos, Calábria, Martin y Coelho; el líder lo es en una situación y contexto específico y podría no serlo en otro. El liderazgo del entrenador es el resultado de la congruencia de la percepción que él mismo tiene de su estilo, la percepción de sus deportistas y del estilo preferido por los mismos.

Puede afirmarse que existe una gran discrepancia entre la autopercepción del entrenador y la de sus deportistas (existiendo diferencias en un 85 % de los ítems), en la misma línea de resultados que se mostraron en el estudio de Urra. La congruencia entre la conducta requerida y la real, independientemente de la preferida, favorece en mayor medida el rendimiento, y cuando ambas son discrepantes, la consecuencia suele ser la falta de interacción entrenador/jugador.

En Marcén, Gimeno y Gómez se destaca la alta discrepancia entre las percepciones de los entrenadores y las de sus deportistas, percibiendo estos últimos que el estilo de liderazgo de los entrenadores era más similar al del “entrenador de alto rendimiento”. Los aspectos donde mayor congruencia existió hacen referencia a la falta de cercanía afectiva y a la falta de confianza que percibían los deportistas y que no percibían los entrenadores. Esta discrepancia en las percepciones concluye que es necesaria la implantación de un programa de intervención en liderazgo en el deporte.

Modelo Multidimensional del Liderazgo

El Modelo Multidimensional del Liderazgo de Chelladurai está basado en cuatro aspectos: el comportamiento del líder, los antecedentes del comportamiento del líder, la influencia del liderazgo transformacional (el carisma) y los resultados de la conducta del líder (retroalimentadores del sistema). La hipótesis de este modelo subraya que el rendimiento y la satisfacción de los deportistas estarán positivamente relacionadas con el grado de congruencia entre la conducta preferida, la requerida y la real. El modelo de liderazgo multidimensional de Chelladurai ha recibido mayor atención científica y se ha utilizado en diversos contextos socio-culturales, teniendo un mayor consenso en la comunidad científica.

Liderazgo transformacional

Álvarez concluye que en el contexto del deporte de alto nivel, conceptos como esfuerzo, dedicación y adherencia al entrenamiento, son claves para una adecuada progresión deportiva. Estos resultados señalan al liderazgo transformacional como relevante en el contexto deportivo debido a la importancia del apoyo motivacional, inspirador y social, y más aún en el deporte de competición donde se pide a los deportistas que hagan lo máximo que puedan para alcanzar los objetivos establecidos.

La teoría de liderazgo transformacional distingue tres estilos de liderazgo en el deporte: transformacional, transaccional y no liderazgo. El transaccional es el estilo de liderazgo tradicional, es decir, el líder se relaciona con sus colaboradores en base a transacciones mediante las cuales ofrece incentivos para influir en el esfuerzo, así como una clarificación del trabajo necesario para obtener recompensas. Este estilo tradicional es necesario para un claro establecimiento de objetivos y la corrección de errores o desviaciones respecto de los objetivos establecidos: el estilo de no liderazgo consiste en la ausencia de conducta de liderazgo, donde el líder “elude la responsabilidad, retrasa decisiones, no proporciona feedback y no se interesa por satisfacer las necesidades de sus jugadores.

En cuanto al estilo transformacional, considerado como óptimo, los líderes transforman a sus jugadores haciéndoles más conscientes de la importancia y valor de los resultados de la tarea, considerando sus necesidades y capacidades, e inculcándoles el interés personal trascendente por el bien del equipo. Como resultado de esta influencia, los jugadores sienten confianza y respeto hacia el líder, y están motivados a hacer más de lo que en un principio esperaban hacer. Como se puede observar en la, tanto el estilo transformacional como el transaccional dirigen la conducta del coach.

El papel del coach en la transmisión de valores

El coach debe ser capaz de priorizar sus funciones, sabiendo de antemano que no todos los entrenadores pueden ser buenos educadores o viceversa. El coach debe formarse para tener las habilidades y los atributos necesarios para saber educar y, sobre todo, para entrenar. Pero no todos los entrenadores hacen bien de educadores físicos.

El entrenador tiene el rol principal en la instauración y organización de un ambiente positivo para el correcto desarrollo de los jóvenes jugadores. Desde el punto de vista social, el deporte es más importante para la juventud como herramienta educacional que promueve competencias de vida que para formar a unos pocos deportistas de élite u obtener éxitos olímpicos. De hecho, la mayoría de niños y niñas que acuden a equipos deportivos no llegan al profesionalismo cuando son adultos.

En el estudio de Saffici entienden que en el ámbito de la educación física existe cierto vínculo entre la enseñanza y el entrenamiento, afirmando que muchos educadores asumen el doble papel de la enseñanza y el coaching, ya que la única diferencia respecto a la enseñanza reside en la exigencia respecto al nivel técnico y el rendimiento en la mejora de las habilidades del jugador. La enseñanza deportiva, como práctica que queda para la vida actual y futura, también forma parte de la labor educativa de los entrenadores.

Tipos de coach

Se podría hablar de 4 tipos de profesionales: entrenador, entrenador-maestro, maestro-entrenador y maestro. Cada uno de los profesionales atiende a distintas demandas en su labor profesional, y a las prioridades y motivaciones que difieren para cada perfil. Los entrenadores-maestros deben establecerse para que sus alumnos sean responsables y disciplinados en el aula, no enfocándose en el rendimiento sino en el esfuerzo durante el proceso de aprendizaje ya sea de un concepto o de una técnica deportiva. En cambio, los maestros-entrenadores deben recordar que son contratados para ser maestros y educadores primero, dejando en un segundo plano las responsabilidades de su perfil de coaching, ya que no debe desvirtuar la enseñanza.

Nutrición deportiva para el fisioterapeuta

Los profesionales del campo de la fisioterapia cuentan con las bases teóricas y prácticas para convertirse en un coach deportivo. Sin embargo, hace falta un conocimiento especializado no solo en el aparato musculoesquelético, sino también en la nutrición. En TECH Universidad Tecnológica contamos con el Máster en Nutrición Deportiva, un programa diseñado para dar un acompañamiento integral al deportista profesional.

En el campo de la nutrición, en la universidad más grande del mundo te ofrecemos el Máster en Nutrición Deportiva en Poblaciones Especiales para Nutricionistas. Se trata de un programa único, y por ello te dará una capacitación de altísimo nivel. También te ofrecemos el Máster en Nutrición Clínica en Pediatría para Nutricionistas, enfocado en el cuidado de la nutrición del paciente pediátrico.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *