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Para tratar al paciente odontopediátrico, el profesional debe conocer la clasificación de los pacientes y las distintas técnicas de conducta que existen. En este artículo daremos una breve introducción al tema mostrando distintos modelos de clasificación de pacientes, y el concepto de técnicas de guía de la conducta (TGC).
Clasificación de los pacientes según su grado de colaboración
Cada niño constituye una realidad muy compleja. No hay dos iguales y muchas veces un mismo niño puede presentar comportamientos muy diferentes en dos citas distintas. Sin embargo, con fines de orden pedagógico, algunos autores han intentado clasificar los tipos de comportamiento que puede presentar un paciente frente al tratamiento dental, de modo que, conociendo las características de dicho comportamiento, pueda incluirlo en una categoría que indique al profesional las técnicas que debe adoptar en el objetivo de guiar con éxito al paciente hacia un comportamiento colaborador y lograr que se mantenga en el tiempo. Entre estos autores destacan: Wright, Lampshire, Frankl y Venham, cuyas clasificaciones se detallan a continuación.
Clasificación de Wright
La clasificación de Wright, publicada en el año 1975, define al niño como “colaborador” cuando se trata de un paciente extrovertido que va con entusiasmo a la consulta y se relaciona abiertamente con el odontólogo. Aquel “incapaz de colaborar” es generalmente el niño que tiene necesidades especiales que le impiden ser cooperador. Mientras que un “colaborador potencial” tiene una conducta incontrolable, desafiante, presenta una resistencia pasiva o es tímido.
Clasificación de Lampshire
La clasificación de Frankl es una de las más citadas en la literatura odontopediátrica. Según su autor, los comportamientos pueden ser: “definitivamente negativo” cuando el paciente rechaza el tratamiento, grita fuertemente, está temeroso o tiene cualquier otra evidencia de negativismo extremo; “negativo” en casos en los que difícilmente acepta el tratamiento o no coopera, tiene algunas actitudes negativas pero no expresadas, es arisco o se muestra lejano; “positivo” si el niño acepta el tratamiento. A veces puede ser cauteloso, pero muestra voluntad para hacer caso al odontólogo y sigue las indicaciones cooperando en todo momento. Se habla de un comportamiento “definitivamente positivo” cuando existe buena relación y armonía con el odontólogo y se muestra interesado en los procedimientos, ríe y disfruta durante su estancia en el consultorio.
Clasificación de Frankl
La clasificación de Frankl es una de las más citadas en la literatura odontopediátrica y, según su autor, los comportamientos pueden ser: “definitivamente negativo” cuando el paciente rechaza el tratamiento, grita fuertemente, está temeroso o tiene cualquier otra evidencia de negativismo extremo; “negativo” en casos en los que difícilmente acepta el tratamiento, no coopera, tiene algunas actitudes negativas pero no expresadas, es arisco o se muestra lejano; “positivo” si el niño acepta el tratamiento. A veces puede ser cauteloso, pero muestra voluntad para hacer caso al odontólogo y sigue las indicaciones cooperando en todo momento. Se habla de un comportamiento “definitivamente positivo” cuando existe buena relación y armonía con el odontólogo y se muestra interesado en los procedimientos, ríe y disfruta durante su estancia en el consultorio.
Clasificación de Venham
La clasificación de Venham tipifica el posible comportamiento del niño en cuatro categorías, así:
- 0-Cooperación total: el niño no protesta físicamente a través del llanto o de movimientos corporales que pueden perturbar al odontólogo, lo que permite buenas condiciones de trabajo.
- 1-Protesta moderada: el niño protesta en silencio contenido, refunfuñando o llorando como un signo de malestar. Sin embargo, no se opone a la continuación del tratamiento.
- 2-Protesta intensa: el niño expresa su malestar verbalmente en forma de llanto y/o movimientos de piernas, brazos y/o cabeza, que obstaculizan el tratamiento. Sin embargo, tiene intenciones de cooperar a pesar de su resistencia.
- 3-Protesta muy intensa: el niño realiza movimientos corporales más intensos de tronco y piernas. Puede detener el procedimiento, lo que representa un verdadero problema para el odontólogo. Se requiere la restricción física de cualquier miembro del cuerpo (manos y/o cabeza). Aun así, el niño, aunque a regañadientes, coopera parcialmente.
- 4-Protesta generalizada: no hay cooperación del niño. La situación se traduce en el esfuerzo físico y mental, tanto para el niño como para el odontólogo. Se requiere de restricción física (manos, brazos, piernas, cabeza, torso). El niño puede tratar de escapar del sillón, taparse la boca y en ocasiones continuar el tratamiento se hace imposible.
Actuación óptima
La experiencia clínica en el odontopediatra sirve de gran ayuda a la hora de intuir cuál es la mejor manera de actuar en cada caso. Sin embargo, es importante recordar que en el campo conductual infantil no existen recetas mágicas. Según la Academia Americana de Odontología Pediátrica (AAPD), ser capaz de entender el comportamiento del niño sugiere: “Interacción continua entre el niño y el odontólogo para así suministrarle la confianza necesaria para afrontar con éxito el tratamiento dental”.
El odontopediatra debe disponer de una variedad de técnicas y enfoques con el fin de hacer frente de manera efectiva a las muchas respuestas diferentes a la odontología que manifestarán los pacientes. Según el comportamiento de cada niño habrá una respuesta del odontopediatra que podrá ayudarle a adaptarse a la experiencia dental de manera positiva. Generalmente el odontopediatra no emplea de forma aislada una sola técnica para llevar a cabo la atención del paciente, sino que suele combinar varias para la obtención de su colaboración.
Muchas de estas técnicas para la gestión de la conducta (TGC), de probada eficacia, tienen su origen en las teorías del aprendizaje de la ciencia de la conducta. La manera en la que los odontólogos las aplican será muy distinta, dependiendo de sus habilidades de comunicación y empatía. Por lo tanto, la guía del comportamiento es tanto un arte como una ciencia, cuyo objetivo es construir y mantener relaciones con el niño y los padres que permitan prestar unos servicios odontológicos de máxima calidad. Asimismo, se pretende ayudar a cada niño a desarrollar las habilidades y comportamientos necesarios para buscar voluntariamente el cuidado dental sin que resulte obstaculizado por la ansiedad o el miedo excesivo.
Técnicas básicas de guía de la conducta
Independientemente de la clasificación de los pacientes, el odontopediatra va a disponer, en general, de dos tipos de TGC: las básicas y las avanzadas. En las básicas solo se emplean recursos psicológicos, sin embargo, en las avanzadas se emplean ayudas complementarias ya sean fármacos o aditamentos.
Dentro de las TGC básicas, fundamentadas, como se ha mencionado, en el empleo de recursos psicológicos, es posible diferenciar también dos grandes grupos: las que están encaminadas al establecimiento de una buena comunicación y las que buscan prevenir o modificar una conducta inadecuada o peligrosa.
Actualización en Odontología Pediátrica
Tras repasar la clasificación de los pacientes recordamos que la población infantil necesita de cuidados especiales altamente individualizados. Por desgracia, son pocos los profesionales especializados en el campo de la odontopediatría, lo cual hace que los tratamientos odontológicos se sitúen en primer lugar en cuanto a necesidades de salud no satisfechas en niños. En TECH Universidad Tecnológica diseñamos el Máster en Odontología Pediátrica Actualizada, un programa completo y único que te dará todas las herramientas para destacar en el sector.
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