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La conectividad interhemisférica permite la transmisión de la información dentro del cerebro. Este tema lo han estudiado ampliamente las neurociencias. Debido a que en el cerebro existen áreas especializadas que dentro de sus procesos desconocen el otro hemisferio, se requiere de un intercambio constante de información entre neuronas y entre hemisferios para poder desarrollar las tareas asignadas.
Conectividad interneuronal
El estudio de las neuronas ha permitido comprender que el procesamiento de la información implica múltiples áreas, cada una encargada de una parte de dicho procesamiento para ser luego integrada en áreas prefrontales. Todo ello solo es posible gracias a la conectividad entre neuronas, lo que permite la transmisión de señales eléctricas o químicas entre ellas.
Esta comunicación será medida por aspectos químicos y orgánicos, siendo más rápida y eficaz durante los primeros años de vida, y mostrando ciertos niveles de deficiencia al final de la vida. Además, hay que tener en cuenta que pueden introducirse en el proceso normal las consecuencias de alguna malformación o deficiencia provocada por alguna enfermedad o neurotóxico.
Procesos involucrados en la conectividad interhemisférica
Procesamiento del lenguaje
Con respecto al procesamiento del lenguaje, cada hemisferio está especializado en un aspecto diferente. Así, el hemisferio izquierdo interviene en el reconocimiento de patrones lingüísticos y matemáticos, además de ser el centro de expresión cuya lesión provoca alteraciones en la comprensión y la producción del habla. Por otro lado, el hemisferio derecho participa, en cierto grado, del nivel de comprensión verbal, aunque su lesión tiene poca influencia en el lenguaje salvo en la alteración de la prosodia.
Pero para una correcta ejecución lingüística se requiere del funcionamiento de ambos hemisferios, ya que, por separado están perdiendo información y efectividad. La conexión interhemisférica es realizada gracias a las vías de comunicación axónicas que componen la sustancia blanca del cuerpo calloso, cuya lesión supone la desconexión parcial o total de la comunicación entre ambos hemisferios.
Conectividad interhemisférica en intervenciones
Si bien esto puede parecer algo “negativo” para el funcionamiento cerebral, fue adoptado durante mucho tiempo como una vía de intervención médica ante determinados problemas de salud como la epilepsia. Lo fue en un procedimiento denominado callosotomía o comisurotomía, que, se suponía, detenía la propagación de la señal eléctrica y con ello limitaba los efectos de la misma. La comisurotomía ha permitido comprender el funcionamiento diferencial de cada hemisferio sin recibir información por parte del otro. En algunos casos, esto evidencia la independencia de determinados procesamientos y la interdependencia de otros.
Ya sea por algún trastorno o por causa de la callosotomía, en ambos casos se produce el síndrome de desconexión interhemisférica cerebral, predicho por Wernicke en 1874, al considerar que se provocaría el síndrome afásico de desconexión al seccionar las conexiones de las zonas anteriores y posteriores de la representación cortical del lenguaje.
Desconexión interhemisférica
Para entender el efecto de esta desconexión hay que tener en cuenta que en el cuerpo calloso existen entre 300 y 800 millones de fibras interhemisféricas provenientes del neocórtex, las cuales están anatómicamente separadas en cuatro secciones: rostrum, rodilla, tronco y esplenio.
Igualmente, se pueden distinguir tres tipos de fibras: las de proyección (aferentes y eferentes que unen la neo corteza con tronco encefálico y la médula espinal), las de asociación (que interconectan áreas alejadas de la neo corteza) y las cortas o arciformes (que interconectan áreas adyacentes de la neo corteza). Dependiendo del tipo de fibras, su localización y número, afectadas por daño o la sección intervenida con la comisurotomía, será el nivel de desconexión total o parcial entre los hemisferios.
Estudios relacionados
Con respecto a la información relativa a la conectividad entre regiones cerebrales y en la sustancia blanca, se ha empleado la técnica D.T. I., que permite ver en individuos vivos una disección virtual de las vías neuronales. Gracias a ello, se ha podido observar cómo en determinados momentos se produce un incremento en la velocidad de procesamiento. Por ejemplo, a los dos años se produce un incremento en la conectividad sináptica y del desarrollo de la mielina que envuelve los axones de las células nerviosas.
Investigaciones desde hace una década, han mostrado cómo existen diferencias significativas en la sustancia blanca en función del desarrollo de las habilidades cognitivas. Tal y como se observó en la capacidad de lectura, al comparar el cerebro de personas con un desarrollo normal frente a los que tienen una pobre capacidad lectora. Hay que tener en cuenta que una función cognitiva suele implicar a diversas regiones neuronales. Reside ahí la importancia de la interconectividad entre ellas para un mejor procesamiento, lo que se conoce como conectividad funcional, ya sea mediante la comunicación directa de áreas corticales o a través del cuerpo calloso.
Se había observado un incremento de vías neuronales asociadas mediante el empleo de técnicas como la resonancia magnética funcional. Se observó un aumento de conectividad funcional entre regiones corticales asociadas al procesamiento espacial y al aprendizaje de la tarea. También se ha observado en la activación de áreas cerebrales implicadas en una determinada tarea, las cuales se sincronizan para trabajar de forma colaborativa en la resolución de la misma. De este modo, entre los buenos lectores se ha observado cómo en los lapsus de lectura, se producen importantes comunicaciones entre el cingulado anterior y el área de Broca, que escasamente se observan entre los lectores ocasionales.
Inhibición de la conectividad
La conectividad interhemisférica se suele relacionar con procesos activos como el pensamiento o la memoria. Sin embargo, poco se habla de procesos pasivos como la inhibición. La inhibición permite enfocar la atención en elementos concretos desatendiendo el resto.
Un claro ejemplo de este proceso puede ser cuando se quiere realizar una operación matemática, ya sea mentalmente o mediante “lápiz y papel”. Cuando la operación es sencilla, como sumar dos unidades, la respuesta es inmediata. Lo mismo sucede si se ha de sumar decenas e incluso centenas, pero a medida que se incrementa la cantidad cada vez se requiere de una mayor esfuerzos y tiempo para ello.
Pero a la vez y casi sin notarlo, se empieza a desatender al resto de la estimulación ambiental, lo que se suele conocer como “estar concentrado”. La concentración puede llegar a tal grado que no se escuche a otra persona que está al lado hablando o que no enterarse cuando suena el teléfono.
Focalización de la atención
Las primeras teorías al respecto indicaban que se trataba de una simple selección de recursos por parte del cerebro. Así, ante un ambiente de recursos limitados, estos se dedican a dar respuesta a la demanda más acuciante o importante para la persona, no atendiendo al resto porque, simplemente, no se puede.
Lo anterior se ha revelado cierto parcialmente con el tiempo, ya que el cerebro está constantemente recibiendo información tanto del interior como del exterior, y no puede dejar de hacerlo porque en ello se involucran procesos de supervivencia para el individuo. Lo que sucede es que existe un mecanismo de focalización de la atención en la tarea considerada como relevante y una inhibición activa hacia el resto de la información no relevante para dicha tarea.
Estudios avanzados en neurociencias
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