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La inteligencia emocional es uno de los conceptos que gozan más popularidad hoy en día en distintos ámbitos, tanto cotidianos como profesionales, en el caso de la psicología y la neuroeducación. Es importante, por tanto, comprender qué significa y qué modelos teóricos han servido para su construcción. En este artículo daremos un repaso a las bases teóricas de la inteligencia emocional.

El constructo de inteligencia emocional

Inteligencia emocional ha sido definida y redefinida por diversos autores. Aun así, existe divergencia de opiniones. Algunos autores defienden un concepto amplio, en el cual incluyen todo lo que no queda contemplado en la inteligencia académica, como, la automotivación, las habilidades sociales, la capacidad de autocontrol, etc. Otros se inclinan más por un concepto restrictivo de inteligencia emocional, puesto que consideran que los conceptos científicos deben ser específicos y restrictivos para no ser desvirtuados. A continuación, se presentan algunas propuestas más relevantes.

En primer lugar, se presenta la definición de los pioneros en el uso de este constructo: Mayer y Salovey, que tras varias redefiniciones llegan a la siguiente: inteligencia emocional es la capacidad para reconocer las propias emociones y las de los demás, discernir entre diferentes sentimientos y etiquetarlos apropiadamente, usar la información emocional para guiar el pensamiento y el comportamiento, y manejar las emociones para adaptarse a los ambientes y lograr los objetivos.

Modelo de Bar-On

Bar-On ofrece una definición de inteligencia emocional basada en la propuesta de Salovey y Mayer. Para el autor, inteligencia emocional es un conjunto de conocimientos y habilidades tanto emocionales como sociales que influyen en la capacidad general para afrontar con éxito los desafíos del entorno. El modelo de Bar-On se compone de cinco componentes:

  • La percepción de uno mismo: que es la habilidad de ser consciente, de comprender y saber relacionarse con los demás.
  • La expresión de uno mismo: que hace referencia a la capacidad de comunicar el estado interno, desde lo que es mejor para uno mismo, respetando al entorno.
  • El componente interpersonal: que hace referencia a la habilidad para gestionar emociones intensas y controlar la impulsividad.
  • La toma de decisiones: alude a la capacidad para elegir desde la calma y en función de la realidad.
  • El manejo del estrés: para el cual se requiere el optimismo y flexibilidad.

Propuesta de Goleman

En la propuesta de Goleman, inteligencia emocional engloba la capacidad para:

  • Conocer las propias emociones: tener conciencia de las propias emociones y reconocer un sentimiento en el momento en que ocurre.
  • Manejar las emociones: hacer referencia a la gestión los propios sentimientos para que se expresen de forma apropiada.
  • Motivarse a sí mismo: alude a la capacidad de encauzar las emociones y la motivación hacia el logro de los objetivos.
  • Reconocer las emociones de los demás: destaca el papel de la empatía. Las personas empáticas sintonizan mejor con las sutiles señales que indican lo que los demás necesitan o desean.
  • Establecer relaciones: el arte de establecer buenas relaciones con los demás es, en gran medida, la habilidad de manejar sus emociones.

Las aportaciones de la neurociencia apoyan la existencia de una inteligencia emocional, entendida como un conjunto de habilidades que son distintas de las habilidades cognitivas o el coeficiente intelectual. Aunque la discusión sobre el constructo de inteligencia emocional sigue abierta, lo que sí que parece estar claro es la existencia de una serie de competencias emocionales, susceptibles de ser aprendidas.

El modelo de Mayer y Salovey

Mayer y Salovey consiguieron aunar dos conceptos que durante muchos años se habían concebido como contradictorios: inteligencia y emoción. Fueron capaces de plasmar una inherente conexión entre ambos. Su contrastado modelo surge para dar respuesta a las necesidades sociales del momento, donde la formación a nivel intelectual quedaba insuficiente; se ve como algo imprescindible abordar el desarrollo de aspectos no cognitivos como los afectivos, emocionales y sociales.

Para los autores el término inteligencia emocional atañe a un conjunto de procesos mentales que tienen correspondencia con las habilidades que posee cada individuo. Expresan que la base teórica de esta conceptualización está basada en la conceptualización de inteligencia personal de Gardner, siendo esta la razón que llevó al uso de la palabra habilidad en lugar de capacidad.

Este modelo se conceptualiza a partir de cuatro habilidades relacionadas entre sí.

Cuatro habilidades

  1. La percepción emocional: incide en la habilidad para reconocer los propias emociones y sentimientos, así como, los estados y las sensaciones fisiológicas y cognitivas que estos conllevan. Abarca también el reconocimiento de las emociones de los demás, así como la veracidad de esta expresión. Para ello es necesario ser capaz de identificar y descodificar las señales emocionales que se derivan de la expresión facial, los movimientos corporales y la voz.
  2. La facilitación emocional: hace referencia a la habilidad para tener en cuenta los sentimientos en los procesos de racionamiento y ante la solución de problemas. Se centra en los procesos cognitivos básicos que facilitan la toma de decisiones en los diversos estados afectivos y la focalización de la atención en lo importante. Busca la implementación del pensamiento creativo que influencie los procesos de forma positiva.
  3. La comprensión emocional: implica la capacidad para entender las situaciones emocionales en las relaciones interpersonales, para lograr relaciones saludables y armónicas. Para una adecuada comprensión es necesario que se produzca la identificación, la comprensión y el razonamiento sobre el proceso emocional.
  4. La regulación emocional: es la habilidad que permite la apertura a las diversas emociones, identificar la información que ofrecen y reflexionar con esta. Incluye la capacidad para manejar las emociones, ya sea para calmarlas o para autogenerarlas, implementando las técnicas y las estrategias pertinentes de forma consciente, que contribuyan al desarrollo personal y al bienestar.

Medición de la inteligencia emocional

Los autores de este modelo dieron un paso más y crearon un instrumento que permitiera medir la inteligencia emocional como una inteligencia clásica, tal como la verbal o la lógico-matemática, utilizando tareas de ejecución que el sujeto debía realizar, llamado MSCEIT (Mayer Salovey Caruso Emotional Intelligence Test).

La validez de este instrumento reside en que evalúa la inteligencia emocional como una capacidad, no es una medida de autoinforme.  Se evalúa si una persona es hábil o no en un ámbito, en este caso el emocional y el afectivo, comprobando sus habilidades a través de diferentes ejercicios y comparando, posteriormente, sus respuestas con criterios de puntuación predeterminados y con los objetivos. De esta forma proporciona puntuaciones válidas y fiables, puesto que algunas respuestas son mejores que otras y, por tanto, algunas personas muestran más aptitud que otras en las diversas tareas.

Cabe indicar que en este test no hay una única respuesta correcta, sino que existe una gradación que indica el nivel de corrección, recibiendo respuestas, unas con mayor puntuación que otras. Así mismo, este instrumento se ha aplicado a una muestra de población, lo que permite comparar el nivel de aptitud de cada persona con el de un conjunto amplio y representativo.

Actualización en inteligencia emocional

Ahora que se tiene claro el concepto de inteligencia emocional, se debe recalcar la relevancia que tiene actualmente dentro de la terapéutica psicológica en la sociedad actual, pues cada vez son más los psicólogos que integran a sus intervenciones la inteligencia emocional para lograr el bienestar completo de sus pacientes. En TECH Universidad Tecnológica lo sabemos, y hemos diseñado el Máster en Inteligencia Emocional para Psicólogos, para que profundices más en el tema de forma rigurosa y completa, lo que potenciará tus habilidades laborales

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