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En el presente artículo se abordan de forma integral la etiopatogenia, el diagnóstico y el tratamiento de trastornos comportamentales con manifestación cutánea más frecuentes que, en su mayor parte, se refieren a trastornos compulsivos (TC) tales como la dermatitis acral, el lamido del flanco, la persecución de la cola, etc. Muchas de estas dolencias son difíciles de controlar en gran parte debido a su origen multicausal, lo que implica la necesidad de colaboración entre especialistas en distintas áreas (dermatólogo, neurólogo, traumatólogo y etólogo clínico) para llegar a un diagnóstico concluyente y lograr así un tratamiento exitoso.

El término trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) fue introducido en medicina veterinaria en 1991 a partir de una publicación de Goldberger y Rapoport en el periódico American Animal Hospital Association. En la actualidad existe desacuerdo entre los especialistas en la denominación de este conjunto de patologías, prefiriéndose el término de conductas o TC. Los TC son uno de los problemas conductuales más frecuentes y más estudiados en medicina veterinaria de pequeños animales.

Se definen como aquellos comportamientos anormales que se caracterizan por la realización de conductas repetitivas y persistentes. Esto sin parada espontánea, invariables, sin función obvia. Si bien en un inicio aparecen en respuesta a un estímulo concreto (por ejemplo dolor, una reacción pruriginosa o frustración), con el tiempo pueden darse en otros contextos. Además, sin el estímulo detonante inicial (es lo que se denomina emancipación de la conducta), lo cual empeora el pronóstico.

Dentro de las conductas compulsivas se debe diferenciar entre conductas de sustitución y estereotipias, considerando ambas como comportamientos patológicos. Si el animal presenta la capacidad de controlar la parada de la conducta, se trata de conductas de sustitución, mientras que en el caso de las estereotipias, el animal es incapaz de detener la conducta sin una intervención externa.

Etiología y patogénesis

El ectodermo es una de las tres capas germinales del embrión, las otras dos son el mesodermo (capa intermedia) y el endodermo (capa proximal). Es la capa más externa (distal) y la primera en formarse durante la fase de blástula del desarrollo embrionario, para posteriormente dar lugar a las otras dos durante la fase de gastrulación. El ectodermo se diferencia para formar el sistema nervioso (médula espinal, nervios periféricos y cerebro), el esmalte dental y la epidermis (las partes externas del integumento).

Esta capa germinal también va a dar sitio al revestimiento de la boca, el ano, las fosas nasales, las glándulas sudoríparas, el pelo y las uñas. En los vertebrados, el ectodermo puede formarse por invaginación y se divide en tres partes: ectodermo externo, cresta neural y tubo neural. La cresta neural y el tubo neural constituyen lo que se conoce como neuroectodermo. El ectodermo externo se diferencia en los tejidos epiteliales:

  • Pelo
  • Uñas
  • Plumas
  • Cuernos
  • Pezuñas
  • Boca y epitelio de la cavidad nasal
  • Córnea
  • Glándulas de la piel
  • Glándulas mamarias

A partir de la cresta neural se forman los melanocitos, el sistema nervioso periférico, el cartílago facial y los dientes. A partir del tubo neural se desarrollan diferentes tejidos del sistema nervioso:

  • Cerebro (romboencéfalo, mesencéfalo y prosencéfalo)
  • Médula espinal y nervios motores
  • Retina
  • Neurohipófisis

Tratamiento de trastornos comportamentales: diagnóstico

El diagnóstico de los TC se realiza con base en una anamnesis y un examen físico completo, descartando previamente el padecimiento de un problema orgánico mediante examen físico y pruebas que sean precisas en función de la sintomatología del paciente; llegados a este punto y habiendo descartado un problema médico, será el etólogo clínico el que complete la exploración, emita un diagnóstico e instaure el tratamiento médico o conductual preciso para curar o controlar el proceso.

Según Hewson et al. (1999), hay tres factores críticos a la hora de diagnosticar un TC: historia de conflicto o frustración, aumento en el número de contextos en los que aparece la conducta, problema e incremento en la frecuencia diaria de aparición de la conducta.

Tratamiento

El tratamiento requiere de una terapia de comportamiento bien orientada. Esta terapia cognitivo-conductual depende, en gran medida, de dar con la verdadera causa del problema. Sin embargo, el tratamiento médico por sí solo, en la mayor parte de los casos, no da completa solución, pero consigue una mejoría evidente, siendo preciso implementar la modificación de la conducta. Este tratamiento integral comprende varios aspectos: formación del propietario y enriquecimiento ambiental, así como la implementación de técnicas de modificación de conducta.

  • Enriquecimiento ambiental:
    • Si el animal presenta una vida sedentaria y no hay motivos médicos que lo desaconsejen, es interesante aumentar la actividad física, tanto en cantidad como en calidad.
    • Debe evaluarse el entorno donde vive el animal para determinar aquellos cambios que puedan considerarse oportunos, bien porque el ambiente no sea adecuado o bien porque puedan aplicarse mejoras en el mismo. En cualquier caso, deben evitarse entornos hipo e hiperestimulantes.
      • Deben evitarse situaciones o entornos que puedan propiciar en el animal una condición de conflicto emocional, por ejemplo, un gato con acceso a una ventana con visión, a una zona con muchas aves.
    • Implementar ejercicios de olfato. El bulbo olfatorio y el área cortical destinada al olfato es muy amplia y la actividad olfativa es fundamental en los animales.
    • Implementar terapia de juego y actividades cognitivas.
  • Modificación de conducta:
    • Se desaconseja el empleo de castigo (verbal, físico o de cualquier otro tipo) en cualquier situación, tanto por sus implicaciones éticas y sobre el bienestar animal, como por la forma específica en pacientes con TC, ya que el castigo aumenta la frustración del animal empeorando el cuadro y originando un episodio de agresividad. » Deben desaconsejarse todos los remedios que impliquen un castigo: collares de descargas, vendas o sustancias amargas.

Tratamiento dietético

En ocasiones, el etólogo clínico asocia la terapia conductual, un tratamiento médico dietético, el cual se puede clasificar así:

  • Tratamiento dietético:
    • Dietas con mayores niveles de triptófano y reducción en los niveles de otros aminoácidos que interfieren en la disponibilidad de este aminoácido precursor de la serotonina.
    • Suplementación con alfa-casozepina
  • Tratamiento con feromonas: tanto las feromonas felinas como las caninas han demostrado contribuir a la reducción de situaciones de ansiedad y estrés, pudiendo compatibilizar su uso con psicofármacos, dietas y otras terapias médicas o conductuales.
  • Tratamiento nutracéutico:
    • Alfa-casozepina
    • Triptófano
    • Teanina: aunque no existen evidencias en su aplicación en medicina veterinaria, se cuenta con productos que la incorporan en su composición y diversos estudios que avalan su empleo en distintos trastornos psiquiátricos humanos y su posible aplicación en TOC.
  • Tratamiento con psicofármacos:
    • Ansiolíticos (diazepam, alprazolam, clorazepato, lorazepam)
    • Antidepresivos tricíclicos (clomipramina, amitriptilina)
    • ISRS (fluoxetina, paroxetina, fluvoxamina, sertralina, citalopram, risperidona)
    • Inhibidores de la monoaminooxidasa (selegilina)

Cuidado del animal desde el veterinario

El profesional en veterinaria debe conocer diferentes campos que pueden resultar de afección para el animal. Por esta razón, conocer los síntomas le será de gran utilidad para complementar sus conocimientos y así, brindar un diagnóstico adecuado. Es allí donde juega un papel crucial el desarrollo óptimo de la especialización académica, siendo esta la base y pilar de sus herramientas.

TECH Universidad Tecnológica actualmente desarrolla un amplio portafolio educativo enfocado en el éxito del profesional. Caso ejemplo de ello sucede al interior de su Facultad de Veterinaria, dedicada por completo a este campo. Allí, se desarrollan posgrados tales como el Máster en Ensayos Clínicos Veterinarios y el Máster en Rehabilitación Equina. Sin embargo, para aquellos profesionales que buscan dominar el campo del cuidado de la piel, no cabe duda que su mejor decisión será tomar el Máster en Dermatología de Pequeños Animales.

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