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La nutrición del niño deportista es fundamental para su salud y su rendimiento. La práctica de entrenamientos de larga duración o intensidad varias veces a la semana es común en muchos niños y adolescentes que participan en algún deporte. Por ello varios factores deben ser tenidos en cuenta fuera del entorno propio del entrenamiento y/o la competición.
Los niños no deben ser considerados adultos en miniatura
Además de un esqueleto inmaduro, los niños y adolescentes tienen diferencias fisiológicas que van a afectar su gasto energético, el uso de sustratos y la termorregulación durante el ejercicio. La demanda energética durante el crecimiento aumenta y también paralelo a ella, lo hacen los requerimientos en micronutrientes.
Los niños, se conoce, tienen un sistema glucolítico inmaduro, por lo que son más dependientes de la oxidación de grasas y, por tanto, tendrán menos capacidad para desarrollarse a elevadas intensidades. Igualmente, su inmadurez hormonal también afecta a la fuerza muscular debido, por ejemplo, a los bajos niveles de testosterona. Sin embargo, los efectos de este tipo de ejercicio son muy positivos, no teniendo que pensar que un entrenamiento de la fuerza en niños solo y exclusivamente puede llevarse a cabo en una sala de musculación.
Otros factores no deberían ser pasados por alto, como la genética y el medio ambiente, pues afectan al inicio de la maduración y deben ser considerados en la nutrición del niño deportista para su planificación dietético-nutricional. Igualmente se debe tener en cuenta que la realidad psicobiológica del niño y adolescente afecta a sus patrones de alimentación y a la percepción y receptividad de la información nutricional.
Hidratación
Los estudios actuales indican que los niños y adultos tienen la misma capacidad para responder a las cargas térmicas y tiempo de tolerancia durante el ejercicio. Si bien parece que los mecanismos de disipación de calor de los niños son diferentes a los de los adultos, ya que dependen más de la redistribución de la sangre periférica y pérdida de calor por conducción y radiación que por la sudoración, la evidencia también apunta a adaptaciones que mejoran la vasodilatación periférica y por tanto el enfriamiento no ventilatorio.
En la nutrición del niño deportista es muy importante asegurar un correcto estado de hidratación con el fin de evitar la enfermedad por calor, intentado evitar pérdidas de sudor superiores al 2 % de su masa corporal pre-ejercicio. Aunque se podría hacer uso de las diferentes bebidas deportivas que existen en el mercado con este objetivo, parece innecesario su consumo, entre muchos factores, debido a la menor perdida de sodio por el sudor en deportistas jóvenes frente a adultos, además de que un elevado consumo de calorías puede llevar a sobrepeso/obesidad y riesgo de caries dental.
En el caso de deportistas jóvenes en competiciones de resistencia, pueden ser planteadas las bebidas deportivas como una ayuda, debido al suministro de carbohidratos, electrolitos y agua. También puede ser considerada la leche como bebida de recuperación interesante. Por último, se debe educar a los jóvenes deportistas a conocer las diferencias entre las bebidas deportivas y energéticas, dado que es preocupante cómo diferentes estudios no parecen conocer tales diferencias.
Necesidades nutricionales
Proteínas
Para niños y adolescentes deportistas, las necesidades de proteínas son más altas que para lo no activos, tal y como ocurre en adultos. Tradicionalmente se ha centrado la recomendación proteica en 0,8 g/Kg y día en adultos, sin embargo, son muchos los estudios que cuestionan estos valores y dan a conocer la mayor necesidad de este nutriente. Las recomendaciones para adolescente apoyan un consumo no mayor a 1,7 g/Kg día de proteína. Esta cantidad debe ser repartidas de forma equitativa a lo largo del día y, si es posible, realizando una de las ingestas en el periodo posterior al entrenamiento (en la recuperación) con el fin de maximizar la respuesta de adaptación y recuperación al entrenamiento.
Es importante tener en cuenta que la ingesta total de energía debe ser considerada en la evaluación de las necesidades proteicas, ya que una ingesta de energía inadecuada aumentará el uso de proteína como fuente de energía y por tanto, se reducirá sus funciones primarias. Phillips y Van Leon (2011) señalan además que las cantidades de proteína puede ser mayores (hasta 2.5 g/kg día) durante periodos de elevada intensidad o donde existan restricciones en la ingesta de energía.
Carbohidratos
Un nutriente importante en el deportista para asegurar niveles adecuados de sustratos para su uso durante el ejercicio son los carbohidratos. Actualmente existen diferentes líneas de investigación con dietas bajas en carbohidratos y cetogénicas, que, aunque pueden tener un papel relevante en determinadas condiciones de salud, su efecto sobre la mejora del rendimiento en diferentes deportes sigue siendo un tema de debate y deja a los carbohidratos en primer lugar como recurso energético durante el ejercicio en base al mayor cuerpo de evidencia científica.
Los carbohidratos son almacenados en el hígado y el músculo esquelético fundamentalmente. Actualmente también está siendo reconocido un almacenamiento de glucógeno en el cerebro (astrocitos) que puede servir de aprovisionamiento de energía al sistema nervioso. Debe ser conocido que las funciones del glucógeno muscular y hepático, debido a la realidad bioquímica inherente de cada uno de esos tejidos, son diferentes; el glucógeno muscular sirve como fuente de sustrato para el músculo durante el ejercicio, mientras que, el glucógeno hepático tiende a ser el regulador de la homeostasis de la glucemia durante el ejercicio. Por tanto, se conoce que uno de los factores efectores de la fatiga muscular y central es el agotamiento y/o disminución elevada de estas reservas o de la glucemia sanguínea.
Actualmente, se trabaja de forma programada y bajo el paraguas de la conocida “periodización nutricional en el deportista” en la disminución de la disponibilidad de carbohidratos (tanto exógenos como endógenos) para aumentar la actividad de diferentes vías celulares que desencadenan una mayor expresión de genes relacionadas con la adaptación al entrenamiento, especialmente en deportes de resistencia.
Grasas
Las grasas son importantes para asegurar un suministro adecuado de vitaminas liposolubles y ácidos grasos poliinsaturados, así como para proporcionar energía que apoye el crecimiento y madurez del deportista. Además, las grasas aportan energía al niño durante la actividad física, la mayor parte de los lípidos (aproximadamente el 95%) son consumidos y almacenados como triglicéridos. Estos triglicéridos son almacenados en el músculo, triglicéridos intramusculares, y también en el tejido adiposo.
Los triglicéridos intramusculares son una importante fuente de energía para el deportista durante el ejercicio, a diferencia de sujetos con obesidad o diabetes, donde son parte importante del complejo esquema que da lugar a la resistencia a la insulina en el tejido. Una de las adaptaciones del entrenamiento anteriormente comentado con baja disponibilidad de carbohidratos, tiene por objetivo mejorar el uso de las grasas como fuente de energía durante el ejercicio.
Nutrición clínica en medicina
La nutrición del niño deportista debe guiarse con base en los requerimientos que le impone su maduración psicobiológica y el deporte que práctica. Es importante conocer que las demandas nutricionales deben ser cubiertas, asegurando así tanto el rendimiento del deportista como la salud. Para lograrlo, se requiere el acompañamiento de médicos altamente capacitados. En TECH Universidad Tecnológica te ofrecemos la capacitación más completa con nuestro Máster en Nutrición Clínica en Medicina, un programa orientado a actualizar al médico para que pueda incorporar los últimos avances producidos en esta especialidad.
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