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La depresión (del latín depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o ‘abatimiento’) es una enfermedad mental grave que afecta al organismo, al estado de ánimo y a la manera de pensar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno depresivo es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas, y es la primera causa de discapacidad en el mundo (supone el 27% de todos los casos de discapacidad generados por cualquier afección). Requiere un manejo cuidadoso, y en los últimos años han surgido alternativas para su tratamiento.
¿En qué consiste el trastorno depresivo?
La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente. Se estima que afecta al 10-20% de la población adulta y la prevalencia es el doble en la mujer que en el hombre. No debe confundirse con las variaciones habituales del estado de ánimo o con las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Llega a convertirse en un problema de salud serio, sobre todo cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave. Es una enfermedad que disminuye la calidad de vida del paciente, incluso cuando se manifiesta con intensidad leve. Normalmente, causa gran sufrimiento y altera las actividades cotidianas, laborales, escolares y familiares. Puede llevar al suicidio: de hecho, cada año se suicidan cerca de 800 000 personas, la mayoría con depresión.
En la depresión se produce una alteración del humor en la que destaca un ánimo deprimido, falta de energía y/o pérdida de interés, o de la capacidad para disfrutar u obtener placer (anhedonia), que afecta la vida de la persona, durante la mayor parte del día y durante al menos dos semanas. En el caso de la población infantil, la clínica depende de la etapa de desarrollo y se materializa en trastornos de la conducta, deterioro escolar, quejas somáticas y ánimo disfórico.
Clasificación de los trastornos depresivos
Los trastornos depresivos más comunes son el episodio depresivo y el trastorno depresivo recurrente: el paciente presenta decaimiento de ánimo, con reducción de la energía y de la actividad. La capacidad de disfrutar se deteriora. Disminuye el apetito y el sueño está alterado, aparecen sentimientos de culpabilidad y de baja autoestima. Los criterios diagnósticos de depresión más utilizados, tanto en la clínica como en los estudios de investigación, son la Clasificación Internacional de Enfermedades (Trastornos mentales y del comportamiento, CIE-10) según la cual hay tres criterios:
Criterios tipo A
- El episodio depresivo debe durar al menos dos semanas.
- El episodio no es atribuible a abuso de sustancias psicoactivas o a trastorno mental orgánico.
Criterios tipo B
- Humor depresivo, presente durante casi todo el día la mayor parte de los días, que persiste al menos 2 semanas.
- Pérdida de interés o de disfrutar de actividades que antes eran placenteras.
- Falta de vitalidad o aumento de la fatigabilidad.
Criterios tipo C
- Pérdida de confianza o de autoestima y sentimientos de inferioridad.
- Sentimientos de culpabilidad y reproches excesivos hacia sí mismo.
- Pensamientos de muerte o suicidio o conductas de suicidio.
- Disminución en la capacidad de concentración y de pensar acompañadas de falta de decisión y de vacilaciones.
- Cambios de actividad psicomotriz con agitación o inhibición.
- Alteraciones del sueño.
- Cambios de apetito con el cambio correspondiente de peso.
Cuadro depresivo
La CIE-10 utiliza una lista de síntomas depresivos y divide el cuadro depresivo en leve, moderado o grave:
- Depresión leve: Están presentes 2 o 3 síntomas del criterio B, pero el paciente por lo general puede continuar con su actividad rutinaria.
- Episodio depresivo moderado: Al menos 2 o 3 síntomas del criterio B y 3 o 4 síntomas del criterio C que interfieren con el normal desarrollo de su actividad diaria; estos pacientes no pueden continuar con su actividad rutinaria.
- Depresión leve: Están presentes 2 o 3 síntomas del criterio B, pero el paciente por lo general puede continuar con su actividad rutinaria.
- Episodio depresivo moderado: Al menos 2 o 3 síntomas del criterio B y 3 o 4 síntomas del criterio C que interfieren con el normal desarrollo de su actividad diaria; estos pacientes no pueden continuar con su actividad rutinaria.
Etiopatogenia de los trastornos depresivos
La causa de los trastornos depresivos es multifactorial, y pueden estar implicados factores genéticos, biológicos y psicosociales (personalidad, acontecimientos vitales, soporte social, etc.), lo que hace de esta enfermedad una patología compleja.
Actualmente existe un mayor conocimiento de los factores biológicos, debido al avance de las investigaciones sobre esta área. Particularmente, la psiconeuroimnunología ha descrito la relación entre el sistema nervioso central y el sistema inmunológico, demostrando que una perturbación en un sistema puede ser reflejada en el otro. Esta interacción no solo es bidireccional mediante la inervación autonómica, sino que también se ve afectada por la presencia de receptores y transportadores de neurotransmisores (como los de serotonina, noradrenalina y dopamina) en células del sistema inmune, particularmente en los linfocitos T.
Tratamiento farmacológico
El tratamiento del trastorno depresivo se puede abordar con diferentes técnicas terapéuticas como psicoterapia, farmacoterapia y fitoterapia, y en algunos pacientes con depresión grave llegan a ser de utilidad las técnicas electroconvulsivas.
El tratamiento farmacológico del trastorno depresivo se basa en incrementar la concentración de los neurotransmisores dopamina, noradrenalina y serotonina en el espacio sináptico, inhibiendo su recaptación, su degradación y/o actuando en sus correspondientes receptores como dianas terapéuticas.
Los fármacos antidepresivos son muy eficaces en el tratamiento del trastorno depresivo, sin embargo, presentan reacciones adversas, interacciones y contraindicaciones. Un 30-60% de pacientes tratados con antidepresivos tricíclicos presentan aumento de peso y somnolencia, boca seca, estreñimiento, visión borrosa, mareos e hipotensión); y del 15 al 30% de pacientes tratados con ISRS presentan náuseas, disfunción sexual, insomnio/somnolencia, pérdida de apetito, malestar gastrointestinal y diarrea, sudoración y síndrome confusional. En numerosas ocasiones, los pacientes abandonan el tratamiento como consecuencia de los efectos secundarios de los antidepresivos, incluso sufriendo los síntomas físicos y psicoafectivos de la depresión.
A pesar de las desventajas de los tratamientos farmacológicos, en los casos de depresión grave y moderada, son los únicos de aplicación, acompañados o no de terapia psicológica. Solo en casos de depresión leve y en alguna ocasión depresión leve-moderada, son de aplicación tratamientos alternativos, como la fitoterapia.
Trastorno depresivo y fitoterapia
La fitoterapia es una alternativa a los fármacos de síntesis en el tratamiento del trastorno depresivo leve. Presenta menor incidencia de efectos secundarios (10 veces inferior a la que presentan los antidepresivos sintéticos), y el coste económico es menor. Este tratamiento exige la dirección de un profesional de la salud con los conocimientos integrales, actualizados y científicos en el uso médico de la fitoterapia, que cada vez gana mayor reconocimiento apoyado en evidencia científica. Desde TECH Universidad Tecnológica reconocemos allí una oportunidad profesionalizante. Por ello tenemos para ti el Máster en Avances en Fitoterapia Aplicada, un programa de primer nivel único en su especie.
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