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La conducta es una función del sistema nervioso que se define como el conjunto de las acciones con que un ser vivo responde a una situación. Este acto incluye los pensamientos, movimientos físicos, expresión oral y facial, así como las respuestas emocionales. En la relación cerebro-conducta, las posiciones adoptadas por los diferentes teóricos se han dado en términos de aceptar o rechazar la existencia de tales relaciones; mientras otros afirman la complementariedad de los dos niveles de análisis (Moore, 2002) que hacen la distinción entre análisis conductual y neurociencia conductual.
Es así como se habla de dos sistemas de relaciones funcionales, establecidas en un caso con base en estructuras y relaciones biológicas, y en el otro sobre la conducta observable, donde el énfasis recae en las variables ambientales controladoras. Bajo este postulado dual, el cerebro es equiparado con lo biológico (como materialización de lo mental) mientras la conducta se iguala con el componente psicológico. Sin el componente biológico no habría conducta, sin embargo, lo psicológico no puede ni debe agotarse en lo biológico. Algunos autores plantearon esta relación en términos de no dependencia.
Skinner (1938), rechazó en principio todas aquellas explicaciones que utilizaran constructos hipotéticos y a elementos relacionados con la anatomía, fisiología o bioquímica. Quizás este posicionamiento se basa en que otro tipo de explicaciones no eran verificables usando la tecnología disponible para la época. Una posición similar es desarrollada por Hayes y Brownstein (1986), que según ellos la visión contemporánea que busca igualar los procesos mentales con los procesos cerebrales no es otra cosa que la materialización de la mente en el cerebro, lo que para ellos constituye simplemente un reemplazo del dualismo tradicional.
Definición del concepto
Otros autores argumentan que la explicación del comportamiento en términos de la actividad cerebral constituye nada más que un reduccionismo a la biología de los complejos procesos conductuales de los organismos humanos. Es el caso de Thompson (2005) que afirma que el reduccionismo constitutivo u ontológico que habla de las diferentes formas en las cuales los sistemas y subsistemas biológicos se organizan en función de determinados fenómenos conductuales.
Así pues, parece que cuando se habla de los componentes biológicos dentro de lo psicológico no se puede caer en el error propio del reduccionismo teórico, al suponer que tales componentes son tratados como elementos causales del fenómeno conductual de manera que estos componentes se tienen como elementos posibilitadores de ciertas interacciones conductuales. Bajo esta perspectiva de la conducta se asume la existencia de componentes biológicos organizados en sistemas que a su vez interactúan con otros sistemas y subsistemas del mismo tipo.
Además, la actividad neuronal no explica el comportamiento complejo de los organismos, pero si puede contribuir en el sentido de dar cuenta de la denominada variabilidad conductual, de manera que se producen ciertos desórdenes comportamentales relacionados con alteraciones biológicas, cerebrales o genéticas. Las irregularidades genéticas, las lesiones cerebrales y el déficit en la producción de neurotransmisores conducen a pobres conexiones neuronales que desencadenan, o favorecen el desarrollo de, comportamientos des adaptativos de los organismos.
Con todo esto se establece relaciones entre genes, funciones, estructura cerebral y comportamiento y conducta. Sin embargo, el único tipo de relación que puede ser planteada es aquella que toma los elementos neuronales como factores disposicionales. esto es, elementos que hacen más probable en términos de facilitar o dificultar ciertas interacciones y que disponen el que una interacción pueda darse o no y tales eventos o colecciones de eventos pueden darse en el interior del órgano.
La conducta es una función del sistema nervioso: la sensopercepción
Es uno de los procesos básicos que permiten el desarrollo de otros superiores, como el aprendizaje o el lenguaje. El proceso posterior y consecuente de la sensopercepción es la acción que realiza el organismo para desplazarse en el medio. La motricidad es lo que posibilita al ser humano, moverse o desplazarse. Esta moción tiene lugar cuando una persona actúa una serie de conductas dirigidas hacia un objetivo en específico. Finalmente, y en relación con lo comentado, cuando se hace referencia a la conducta desde un plano psicológico, no parece lógico hablar de dos niveles de análisis; uno que corresponde a lo biológico y otro a lo propiamente psicológico.
Debemos hablar de un solo nivel de análisis, de lo psicológico, que incluye componentes biológicos, pero que no se reduce ni agota en ellos. Al hablar de dos niveles de análisis se corre el riesgo de reducir el nivel de lo psicológico, al nivel de lo biológico. Así, eliminando el campo de acción mismo de la psicología; ya que los componentes biológicos que hacen parte de lo psicológico actúan como factores disposicionales.
Skinner lo tuvo claro, solo existe la conducta y el resto es poesía. El monismo de Skinner, fue realmente resuelto por el dualista John Eccles, que encuentra fundamento teórico a su teoría en las ideas Karl Popper. Popper distinguió en su teoría de los “tres mundos”, un mundo que denomina realidad física, otro donde coloca los fenómenos mentales y el último en el que propone los productos culturales. Para Eccles, el cerebro está contenido en el cerebro, y el resto de elementos mentales al mundo.
El primer principio
Lo que se llama coloquialmente ‘emoción’, no se corresponde con un proceso cerebral separado e independiente; sino el resultado de múltiples mecanismos cerebrales que pueden ser distintos en emociones diferentes. Algo análogo a lo que ocurre con ‘la memoria’ o ‘la inteligencia’.
En tal sentido, debe tenerse en cuenta también que los componentes conscientes de las emociones, que denominamos ‘sentimientos’, como la satisfacción, el honor o el amor, no son cualitativamente diferentes de las percepciones cognitivas, como podrían ser la resolución de un problema matemático o la percepción de que el objeto en el que viajamos es un automóvil. Los mecanismos de procesamiento inconsciente que subyacen en ambos casos son diferentes. Pero en los dos, la consciencia se produce cuando el mecanismo cerebral general del conocimiento consciente los capta e incluye en su función.
Segundo principio
Los mecanismos cerebrales de conducta emocional, tales como los que se ponen en marcha durante el miedo, la búsqueda de alimento o el deseo sexual, aparecieron ya en estadios muy primitivos de la evolución animal. Se han conservado en gran medida durante la evolución de los vertebrados, entre los que se cuenta el hombre. Las emociones conscientes se darían en aquellas especies animales que poseen consciencia. No es posible inferir si la emoción consciente que provoca una situación de miedo es percibida de modo igual por el hombre y un animal.
No obstante, si los patrones de conducta que se evocan en tal situación, en el hombre y en la otra especie animal, son iguales o muy semejantes. Podemos asumir que una parte importante de los procesos cerebrales que determinan tal conducta son iguales en ambas especies. La mayoría de los componentes de las respuestas emocionales se ponen en marcha de manera no consciente (plataforma de acción y respuesta emocional). Como especuló acertadamente Freud, la consciencia es solo la parte final de un sistema de operaciones cerebrales mucho más amplio.
Comportamiento y salud
La salud en el ser humano se ve afectada a menudo por diferentes factores que pueden resultar dañinos para la misma. Se deben tener diversidad de sistemas en cuenta, sin omitir ninguno de ellos, ya que un diagnóstico completo debe abarcar cuanta información sea relevante en este campo. El sistema nervioso se encarga de diversas funciones en el ser humano y es por ello que deben vigilarse de cerca sus funciones. Esta es una tarea que el profesional en salud debe realizar, desde un análisis inicial, hasta que se realice un tratamiento en el mismo.
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