Velar por el cuidado de los niños y adolescentes es una de las principales misiones para los sistemas sanitarios a nivel mundial. Con relación al ámbito reumatológico identificar los errores comunes es la clase para garantizar un servicio con los más altos estándares de calidad. A lo largo de este texto ahondaremos en los factores negativos que se pueden extraer de una praxis incorrecta en esta área del saber. De este modo el lector podrá informarse correctamente y reflexionar sobre los temas y procedimiento que rodean la reumatología pediátrica.
Errores a evitar en la historia clínica en reumatología pediátrica
Las enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas (ER y ME) en niños y adolescentes son muy variadas y van desde procesos benignos y autolimitados hasta cuadros con una morbilidad y mortalidad elevadas o con riesgo de cronificarse si no son diagnosticados y tratados de forma precoz. Para poder diagnosticar una enfermedad reumática se debe pensar en ella y hacer las preguntas pertinentes, no siendo necesario un uso extenso de pruebas complementarias.
Se ha visto que los motivos de consulta pueden ser variados, tener mayor o menor acierto también, es importante saber reconocer los signos en cada fase del crecimiento (falta de movimiento, cojera, dolor, evitación, etc.). La historia ha de recoger información rica y desde la perspectiva del niño (si ya habla), además de la de los padres, incluyendo la actividad del niño y de cosas que no puede hacer durante los periodos de síntomas en comparación a los que el niño está libre de estos.
Historia clínica
Por todo lo anterior, los errores que se deben evitar en cuanto a la historia clínica son:
- Preguntar solo por el momento en que tiene síntomas: los periodos libres de síntomas permiten diferenciar entre lo que el niño no puede hacer y lo que el niño nunca ha hecho. Ello permite acotar el momento de inicio de la enfermedad o su temporalidad (p.e., vuelve a gatear cuando había comenzado a caminar).
- Limitar la anamnesis a los síntomas en aparato locomotor: a veces los síntomas constitucionales, mucocutáneos, oculares o digestivos, entre otros, dan tanto o más información que los articulares. No se puede hacer una historia centrada en el aspecto locomotor, porque primero las ER y ME más importantes son las sistémicas y, segundo, los síntomas articulares son muy inespecíficos en su mayoría.
- Pasar por alto los antecedentes familiares: no solo algunas ER y ME tienen una predisposición probablemente genética, al aparecer en varios miembros de una familia, sino que, además, enfermedades inflamatorias no reumáticas en otros miembros de la familia pueden poner sobre la pista de ER y ME en el niño. por dolor musculoesquelético en atención primaria van a ser consecuencia de traumatismos (contusiones en preescolares, lesiones deportivas y fracturas en escolares y adolescentes), causas mecánicas/por sobreuso (síndrome femoropatelar, tenosinovitis) y osteocondrosis.
- No derivar cuando hay signos de alerta: si hay fiebre, inflamación articular o dolor óseo hay que descartar infección osteoarticular, lo primordialmente, y neoplasias que afecten al aparato locomotor. Si no se sabe hacer la artrocentesis en niños, se debe derivar urgentemente o la articulación puede verse muy dañada con cada día que pase.
Errores a evitar en la comunicación efectiva con el niño y su familia
La comunicación con el niño y su familia es compleja pero no inabordable si se tienen en cuenta unas reglas mínimas. Entre estas, es importante recordar lo que no se debe hacer:
- Ignorar al niño mientras se habla con los padres: La información debe adaptarse para que el paciente pueda comprenderla en la medida de sus posibilidades, pero los niños son capaces de comprender más conceptos sobre salud y enfermedad de lo que generalmente se piensa. Hay que implicarlos, siempre en función de su edad y capacidades, pero no ignorarlo.
- Quitar el control a los padres: El diagnóstico de una enfermedad crónica en un hijo resulta una situación muy dura para sus padres y por esto es considerable que perciban el apoyo de los profesionales sanitarios, reforzando el sentimiento de competencia en el cuidado del hijo y ayudándoles a entender las reacciones del niño, facilitando así su sensación de control. Si no se hace así, no colaborarán y transmitirán su inseguridad al niño.
- Mostrar una conducta fría, impersonal y puramente técnica: Cuando el profesional de salud no interactúa con el niño y familia, la acción terapéutica de esa relación se vuelve muy limitada, la familia se siente ignorada, impotente y se pierde adherencia y afrontamiento activo. La mera interacción reduce la ansiedad y permite prestar atención.
- Estar más preocupado/a por el tiempo que dura la visita que por la efectividad: Las técnicas para mejorar la comunicación, incluidas las preguntas abiertas, tocar preocupaciones o la empatía, no sobrecargan tanto la consulta como se piensa. Una vez se aprenden no llevan más tiempo y enriquecen la información y el resultado de salud.
Errores a evitar en la asistencia multidisciplinar
Pretender que haya una sola persona dentro del ámbito sanitario, que tenga todas las competencias necesarias para ayudar a un niño y a su familia en el proceso de la enfermedad, es una entelequia. Estos son los errores más comunes que no se tienen en cuenta en el proceso asistencial integrado y que deberían evitarse:
- No implicar a los pacientes en el cuidado de su propia salud: Se es paternalista por creación en la facultad de medicina, pero se debe pasar el testigo a niños y familia. Si no se tiene tiempo para el acompañamiento necesario en este proceso, se debería contar con otros profesionales como la enfermera, el trabajador social o el psicólogo.
- Cada vez un profesional distinto ve al niño: Sin continuidad asistencial se somete al niño y a la familia al estrés de volver a recordar todo lo que ha pasado y que, por lo que sea, no haya quedado reflejado en la historia clínica. La continuidad en atención primaria es crítica para identificar cambios. Por lo tanto, en reumatología y traumatología, para evitar duplicidad de pruebas o mensajes contradictorios, deben estar en los procesos las mismas enfermeras y el mismo equipo, esto da seguridad al niño y a su familia.
- Desconexión entre profesionales: Aunque sea virtual y cada profesional esté en un sitio distinto, si los componentes del equipo no se ven de forma regular para compartir la perspectiva, las dudas y las preocupaciones que tienen sobre los pacientes, todo ello se va a transmitir en la asistencia y se va a percibir por el niño y su familia como un peligro. Por lo tanto, si se quiere rebajar tensión los profesionales se tiene que comunicar constantemente.
Errores a evitar en la exploración
Para realizar la exploración del paciente se incluye tanto una exploración pediátrica general como del aparato locomotor y la valoración del estado de crecimiento, desarrollo y actitud del niño. Algunos de los errores que se deben evitar son:
- Realizar la exploración con prisa: A más prisa, más nerviosos todos. El niño no va a colaborar y va a interrumpir la secuencia perdiendo información. Si es necesario, se puede hacer la visita en varias partes o ir a descartar lo más importante con la intención de más adelante volver a explorar con detenimiento.
- Explorar solo las articulaciones con problemas: Tanto la articulación contralateral (que permite comparar) como otras articulaciones y todos los órganos y sistemas pueden dar pistas diagnósticas. Si se ignoran en la exploración, faltarán piezas importantes del puzle.
La necesidad de la actualización profesional en la reumatología pediátrica
La cualificación profesional es una necesidad para cualquier sector de la sociedad. En el ámbito de la reumatología pediátrica es fundamental conocer los errores y nuevos avances que han mejorado la práctica médica en los últimos años. Por este motivo, desde TECH Universidad Tecnológica diseñamos el Máster en Reumatología Pediátrica más completo del mercado educativo, a fin de que los individuos interesados en esta rama del saber cuenten con una alternativa acorde a los requerimientos del mercado.
Además, contamos con otras alternativas educativas en el ámbito del cuidado infantojuvenil, de las cuales podemos destacar el Máster en Cuidado Hospitalario o el Máster en Ortopedia.