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El aprendizaje basado en el pensamiento, Thinking-Based Learning (TBL), es una metodología activa que enseña a los alumnos a pensar, razonar, tomar decisiones y construir su propio aprendizaje a través del trabajo de los temas del currículo. El objetivo, por lo tanto, no es solo que los estudiantes adquieran los conocimientos del temario, sino que también desarrollen destrezas y habilidades relacionadas con el pensamiento y puedan ponerlas en práctica en el futuro de forma autónoma, para cualquier otro tema, concepto o reto. Se explicarán las claves de este enfoque metodológico y las ventajas que supone su utilización en el aula.

La principal figura del aprendizaje basado en el pensamiento es Robert Swartz, filósofo, profesor e investigador, responsable de la organización Center for Teaching Thinking. Swartz defiende que se debe ejercitar y trabajar el pensamiento crítico y creativo en el marco de los contenidos curriculares y este es precisamente el objetivo del Thinking-Based Learning.

Se trata, por lo tanto, de una metodología que cambia el enfoque con el que se afrontan los contenidos: no se trata de memorizar o aprender nociones básicas sobre un tema o concepto, sino de poner en práctica y asimilar los procedimientos necesarios para generar y desarrollar el conocimiento. El Thinking-Based Learning requiere, en consecuencia, que el profesor oriente e instruya a los alumnos en los procedimientos necesarios para realizar razonamientos de orden superior, y en las rutinas de pensamiento que después los estudiantes ponen en práctica para afrontar de forma reflexiva y profunda los contenidos que están aprendiendo. Para ello utilizan distintas herramientas y estrategias, como preguntas específicas y organizadores gráficos, además, trabajan juntos en grupos cooperativos.

Fundamentos explicativos

Aprenden a pensar y tomar decisiones con destreza, teniendo en cuenta las opciones disponibles, las consecuencias positivas y negativas y su importancia, y seleccionando la mejor opción según ello. De este modo, el pensamiento crítico y creativo queda integrado en la enseñanza-aprendizaje de los contenidos y, en cualquier otro momento en el que los alumnos quieran comprender o asimilar un concepto, pueden poner en práctica las herramientas de pensamiento que han adquirido aplicándolas a la nueva información.

Swartz ha trabajado por más de 25 años con educadores de colegios y universidades de todo el mundo, desarrollando e impartiendo cursos de formación sobre la infusión a través del programa de difusión de pensamiento dentro de los contenidos de aprendizaje, que consiste en integrar los contenidos curriculares y aprender a través de las destrezas de pensamiento. Ha publicado numerosos libros y artículos sobre la enseñanza del pensamiento crítico y creativo en todos los niveles educativos. Su trabajo más reciente es el libro Thinking-Based Learning (Aprendizaje Basado en el Pensamiento), publicado en 2007.

En este libro aparecen las bases del método, cómo activar el potencial del estudiante para mejorar el aprendizaje y el pensamiento de calidad, cómo hacer que el pensamiento se realice con destreza, animar a los alumnos a pensar sobre su propio pensamiento, los tipos de lección TBL y también los tipos de lecciones prácticas, entre otros puntos. Este método de enseñanza del pensamiento crítico y creativo se aplica en todo el currículum de forma transversal. Según el Centro Nacional de la Enseñanza del Pensamiento, en 2013, los profesores tienen que encontrar la mejor manera de abordar cada asignatura y cada elección.

La taxonomía de bloom

La idea de establecer un sistema de clasificación de habilidades, comprendido dentro de un marco teórico. Surgió en una reunión informal al finalizar la Convención de la Asociación Norteamericana de Psicología, reunida en Boston (USA) en 1948. Se buscaba que este marco teórico pudiera usarse para facilitar la comunicación entre examinadores. Así, promoviendo el intercambio de materiales de evaluación e ideas de cómo llevarla a cabo. Además, se pensó que estimularía la investigación respecto a diferentes tipos de exámenes o pruebas, y la relación entre estos y la educación.

El proceso estuvo liderado por Benjamín Bloom, Doctor en Educación de la Universidad de Chicago (USA). Se formuló una Taxonomía de Dominios del Aprendizaje, desde entonces conocida como Taxonomía de Bloom, que puede entenderse como Los Objetivos del Proceso de Aprendizaje. Esto quiere decir que después de realizar un proceso de aprendizaje, el estudiante debe haber adquirido nuevas habilidades y conocimientos. Se identificaron tres Dominios de Actividades Educativas: el Cognitivo, el Afectivo y el Psicomotor. El comité trabajó en los dos primeros, el Cognitivo y el Afectivo, pero no en el Psicomotor.

Posteriormente otros autores desarrollaron este último dominio. En los últimos años, se ha hablado mucho de la Taxonomía de Bloom en las formaciones, ligándola con diferentes temáticas. Estas pueden ser el aprendizaje por proyectos, las destrezas del pensamiento, el aprendizaje cooperativo o las inteligencias múltiples. La taxonomía de Bloom se considera uno de los textos educativos más significativos del siglo XX.

En 2001, Anderson y Krathwohl, un grupo de investigadores educativos publicó la primera revisión importante de la taxonomía. La nueva versión incluía los niveles para indicar el proceso cognoscitivo relacionado. Estos son: recordar, entender, aplicar, analizar, evaluar y crear. Además, los revisores agregaron una nueva dimensión a la taxonomía para reconocer que los procesos cognoscitivos deben procesar algo.

Aprender a pensar

Las estrategias de pensamiento pretenden de forma sistemática y eficaz fomentar el aprendizaje significativo. La auténtica comprensión a través del pensamiento profundo y la aplicación o transferencia de los conocimientos y del pensamiento a la vida. Se trata de uno de los cambios más significativos del enfoque educativo del siglo XXI. Según este planteamiento, el alumno deja de ser un mero receptor pasivo y se convierte en un agente activo. Busca, procesa y utiliza la información para solucionar sus problemas mediante el pensamiento crítico y creativo.

Son un conjunto de procesos, herramientas, destrezas y hábitos de pensamiento, es decir, distintas maneras de mejorar el proceso de pensar. El proyecto Savia, en su conjunto, incluye organizadores visuales, faros del pensamiento y metacognición. Se corresponden a las tres fases del proceso de aprendizaje significativo; la organización de la información o de las ideas, su profundización y la autorregulación, respectivamente. Son consecutivas y complementarias.

Así, los organizadores visuales permiten ordenar la información, clarificarla, analizarla y planificarla; los faros del pensamiento posibilitan profundizar en dicha información, para su comprensión y transferencia, a través de la participación activa, crítica y creativa de los alumnos; y la metacognición facilita la reflexión y la evaluación individual y grupal para su autorregulación y mejora en el proceso de aprendizaje.

Los organizadores visuales son estrategias o herramientas que permiten ordenar espacialmente las informaciones, ideas, conocimientos o pensamientos. Esto sobre las que se trabaja o que son objeto del proceso de aprendizaje. Son eficaces, en especial, para los alumnos que aprenden mejor de manera visual. Las teorías sobre los estilos de aprendizaje citan, como uno de los más usuales, el correspondiente a la ruta de acceso al cerebro.

Técnicas de enseñanza modernas

Dentro de las múltiples tareas del profesional en educación, una de las que prima es el asegurarse de que el proceso de transmisión del conocimiento se efectúe de manera óptima. Para ello, el mismo debe contemplar entre las diferentes estrategias existentes, aplicado la que más se adapte a sus necesidades. Para ello, el mismo debe tener pleno conocimiento acerca de ello, aplicando los mismos de manera adecuada según la situación.

TECH Universidad Tecnológica se posiciona actualmente como la mayor universidad virtual del mundo. Este objetivo fue logrado mediante la aplicación de una novedosa metodología digital, acompañada de un amplio portafolio educativo enfocado en las necesidades de los profesionales modernos. Caso ejemplo de ello es su Facultad de Educación, donde se desarrollan posgrados tales como el Máster en Dirección y Gestión de Centros Educativos y el Máster en Educación Católica. A pesar de ser excelentes opciones para el profesional de este campo, no cabe duda que su mejor decisión si busca dominar el campo de la enseñanza histórica, será el Máster en Enseñanza del Latín y Cultura Clásica.

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