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De forma general, la aparición de una emoción depende de la sucesión de una complicada cadena de acontecimientos. El proceso emocional en las estructuras cerebrales comienza con una valoración que surge de manera natural ante un estímulo emocionalmente competente. Seguidamente, los estímulos son representados en los sistemas de procesamiento sensoriales del cerebro (como las regiones visual o auditiva).
Esta información accede a las regiones cerebrales desencadenantes de emociones (a modo de metáfora serían cerraduras que solo se abren con las llaves pertinentes, es decir, con los estímulos emocionalmente competentes), las cuales a su vez activan las regiones de ejecución de las emociones en otras zonas de cerebro. Estas últimas zonas son la causa inmediata del estado emocional que se ejecuta en regiones tanto del cuerpo, como del cerebro.
En este proceso, las principales estructuras y sistemas implicados en las respuestas emocionales se encuentran en interconexión y participan en todas las emociones. Seguidamente, se profundiza en las diversas estructuras siguiendo las líneas de trabajo de expertos como Martínez-Selva, Casafont, Ibarrola y Damasio. Una de las estructuras con gran relevancia en los eventos emocionales es la amígdala ubicada en el lóbulo temporal, formando parte del sistema límbico. Su función principal se puede comparar con una sirena de bomberos.
Está especializada en emociones negativas, como la ira y el miedo y se caracteriza por desencadenar respuestas de luchahuida debido a su exquisita sensibilidad y rápida capacidad de respuesta. Interviene en la identificación de los estímulos, procesando su contenido emocional y generando respuestas vegetativas y motoras.
Fisiología cerebral
La amígdala ejerce parte de sus efectos a través de otra estructura del sistema límbico, el hipotálamo que tiene un papel fundamental en la expresión emocional, ya que prepara y permite al cuerpo actuar, al ser el ejecutor maestro de muchas respuestas químicas que forman parte integral de las emociones. El tálamo es otra estructura límbica que se puede asemejar a una torre de control por donde entra la información sensorial y emocional.
Está tan bien conectada que resuena a una caja de empalmes eléctricos. Se encarga de canalizar, procesar y filtrar la información. Esta influye antes en la amígdala que la información procedente de la corteza lo que hace posible las respuestas emocionales antes de que se produzca su reconocimiento consciente. El hipocampo que conecta la amígdala con el hipotálamo es una estructura límbica muy relevante debido a su gran capacidad plástica. Su cometido a nivel emocional está relacionado con la memoria, es decir, es la estructura responsable de los recuerdos emocionales, así como de la vivencia emocional al rememorar.
El septo se trata de otra estructura límbica conectada con el tálamo. Otra estructura con relevancia en el proceso emocional es el tronco encefálico que ya existía en el cerebro reptil. Es la estructura que permite las respuestas emocionales automáticas tan importantes para la preservación de la vida. Se encarga de canalizar la información en doble vía: del cuerpo al cerebro y del cerebro al cuerpo. Varias de sus áreas participan en la emoción:
- La formación reticular que regula los procesos de sueño y vigilia.
- El área tegmental ventral que forma parte del circuito de recompensa, es decir, de la vivencia de situaciones placenteras.
- El locus coeruleus que se activa ante estímulos emocionales nuevos e inesperados.
El proceso emocional en las estructuras cerebrales: corteza cerebral
Dentro de la corteza cerebral, hay que destacar el papel de la corteza prefrontal ubicada en el lóbulo frontal de la misma. Se la considera nuestro director de orquesta, puesto que se encarga de funciones como regular la conducta, los pensamientos, los recuerdos y los afectos. Este elaborado proceso permite la coordinación entre la memoria y los mecanismos de toma de decisiones. Por otro lado, la corteza prefrontal puede regular otras estructuras, como la amígdala, modificando así, la intensidad de las emociones.
Dentro de la corteza prefrontal destacan dos áreas en relación con el cerebro emocional: la corteza orbitofrontal y la corteza ventromedial. La corteza orbitofrontal está en conexión con la amígdala y el sistema de recompensa cerebral. Es la responsable del ajuste y la flexibilidad de la conducta, inhibiendo estímulos emocionales negativos no oportunos y generando respuestas en caso de transgresión de normas morales. En ella se aprecian dos subáreas relevantes:
- La porción medial que se encarga de la flexibilidad de la conducta, a partir de la asociación que lleva a cabo entre los estímulos, las respuestas y las consecuencias en las diversas situaciones.
- La porción lateral que está implicada en la inhibición de las respuestas que previamente han sido recompensadas, por ello, se activa en los procesos de regulación emocional.
- La corteza ventromedial integra la información emocional y de otras fuentes como el contexto y la memoria, con la información procedente de otras estructuras, como la amígdala y el hipotálamo. Por ello es la responsable de la eliminación de las conductas inapropiadas, así como, de las respuestas a los estímulos que ya no son recompensados. Se encarga también de procesar el valor de la recompensa en los estímulos que se le presentan, así como la de generar conductas adaptativas y flexibles.
La intensidad y valoración emocional en las estructuras cerebrales
El conocimiento de la neurobiología de la valencia emocional y el nivel de activación o arousal en los seres humanos sigue siendo incompleto. Su relevancia se debe a que son procesos cerebrales fundamentales en los que se basan todas las funciones cognitivas. Se cree que las respuestas conductuales de aproximación o alejamiento, así como de aumento de disminución de la activación están mediadas por diferentes circuitos cerebrales.
En el siguiente estudio, gracias al uso de la resonancia magnética funcional, se tomaron puntuaciones de la valencia emocional y del nivel de activación mientras se observaban imágenes emocionales. Se reveló actividad cerebral diferencial en varias regiones cerebrales. Los estímulos intensos que conllevan modificaciones a nivel muscular y vegetativo. Esto para preservar el organismo se asociaron con la valencia y correlacionaron con la actividad en la amígdala. Sin embargo, los informes de la valencia emocional negativa mostraron la actividad en la corteza insular.
Las respuestas fisiológicas y verbales periféricas a lo largo de la dimensión de excitación (arousal) indicaron actividad en la región talámica y en la corteza frontomedial. Las respuestas fisiológicas periféricas a lo largo de ambas dimensiones correlacionaron con la actividad en áreas de asociación somatosensorial en la corteza parietal anterior.
En otra investigación cuyo objetivo era conocer cómo las valencias emocionales estaban representadas en el cerebro, para conocer más acerca de cómo interactúan los sistemas aproximación y aversión, se identificó un patrón de activación mediante señales emocionales positivas y negativas en el núcleo accumbens, que es una estructura cerebral subcortical situada en el punto en que núcleo caudado y putamen se juntan, siendo uno de los núcleos que configuran los ganglios basales.
Control emocional profesional
Las emociones y los sentimientos atraviesan diversidad de etapas en las cuales el ser humano puede sentirse confundido. Por esta razón, desde el inicio del estudio de las mismas se ha hecho necesario apoyo y ayuda profesional. Estos se encargan de realizar exhaustivos estudios que permiten documentar y comprender mejor el funcionamiento del cerebro humano. Así, también se implementan diversas metodologías educativas; mismas que son utilizadas a diario por profesionales de variados campos.
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