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La actividad más demandada en todas las farmacias de España es la dispensación de medicamentos. En la dispensación siempre es el paciente el que nos demanda el medicamento que necesita. Puede ser con receta o sin ella, pero en ningún caso es el farmacéutico el que decide lo que dispensa. Podrá, deberá, informar sobre las características del medicamento y tendrá que asegurarse que no está contraindicado en ese paciente. Es posible que aconseje no dispensar o que sugiera una sustitución por otro más adecuado, pero en ningún caso la elección inicial del medicamento le corresponde al farmacéutico. Por ello, los servicios de indicación farmacéutica resultan un conocimiento crucial para el farmacéutico profesional moderno en su comunidad.

Sin embargo, hay otra actividad que también es muy frecuente en el trabajo diario de las farmacias y que se conocía como “tratamiento de síntomas menores” o de forma más coloquial “¿Qué me da para?”, en la que el paciente no pide directamente un medicamento, sino que el paciente consulta sobre un problema de salud que padece y lo que pide es la solución, que él piensa que es un medicamento, aunque no sabe cuál.

Esta actividad se practica en las farmacias desde hace mucho tiempo, siendo competencia y responsabilidad del farmacéutico, ya que puede ser necesaria la dispensación de medicamentos y/o productos sanitarios no sujetos a prescripción médica. En 1997, durante el XI Congreso Nacional Farmacéutico, el grupo Torcal y Francisco Martínez Romero, contando con el asesoramiento de lingüistas profesionales, introdujeron por primera vez el término “indicación farmacéutica” (IF) para referirse al tratamiento de síntomas menores, y así es como se le conoce actualmente.

Definición y descripción breve

Ya en el año 2001, en el Consenso sobre Atención Farmacéutica elaborado en el Ministerio de Sanidad, se definió indicación farmacéutica como:

«Se entiende por consulta o indicación farmacéutica, el servicio que es prestado ante la demanda de un paciente o usuario que llega a la farmacia sin saber qué medicamento debe adquirir, y solicita al farmacéutico el remedio más adecuado para un problema de salud concreto.»

Posteriormente, en 2008, Foro de Atención Farmacéutica (Foro AF), y en 2010 la Guía de Foro AF para Farmacia Comunitaria, mantuvo la misma definición con ligeros retoques, pero definiendo esta actividad como un servicio:

«Indicación Farmacéutica es el servicio profesional prestado ante la demanda de un paciente o usuario que llega a la farmacia sin saber qué medicamento debe adquirir y solicita al farmacéutico el remedio más adecuado para un problema de salud concreto. Si el servicio requiere la dispensación de un medicamento, esta se realizará de acuerdo a la definición anterior (Dispensación).»

Se ha sustituido el término “consulta o indicación farmacéutica” por el más adecuado de “Indicación Farmacéutica”, ya que en la farmacia hay más consultas además de las consultas de IF. Además, especifica que si se dispensa algún medicamento esto debe hacerse de acuerdo con las normas de dispensación. La denominación “tratamiento de síntomas menores” es la denominación habitual, fuera de España se denomina, “minor ailments service”, aunque aquí se usa cada vez menos. Esto es debido a la imprecisión del término “síntoma menor”. El paciente acude a la farmacia con un problema de salud que él considera menor, pero que puede no serlo.

Concepto en farmacia

Esta definición es muy importante porque indica con claridad lo que podemos y no podemos tratar en la farmacia. Es importante resaltar que en general son problemas “autolimitados”, “de corta duración”. Por tanto, el tiempo de evolución va a ser un dato muy valioso en nuestro procedimiento. Tampoco podemos tratar problemas de salud aparentemente benignos, pero que sean consecuencia de algún otro problema de salud o tratamiento que tenga el paciente.

Por ejemplo, un estreñimiento producido por un tratamiento con opiáceos que tenga el paciente debe ser inicialmente remitido al médico para su estudio, aunque posteriormente sí podamos intervenir con medicación sintomática adecuada al caso. De las definiciones anteriores podemos sacar dos conclusiones relevantes:

  • “El paciente llega a la farmacia” El servicio se presta a demanda del paciente. El paciente es el que acude a la farmacia en busca de la solución para un problema de salud que tiene. Podría acudir a otros sitios, desde una parafarmacia, herbolario, centro de salud, hasta a urgencias médicas, pero por diferentes razones acude a la farmacia. El paciente, haciendo uso de su libertad de elección, decide ir a una farmacia. Por tanto, son los farmacéuticos los que deben afrontar la solución del problema del paciente.
  • “Problema de salud de carácter no grave” Al solicitar el servicio en una farmacia y no en otro centro sanitario, incluido urgencias, puede ser porque considere que su problema no es importante. Pero esto no siempre es así. Lo que el paciente considera banal generalmente lo es, pero a veces no, y puede ser un problema relevante. Por tanto, lo primero que tiene que hacer el farmacéutico es valorar si la consulta del paciente puede ser tratada en la farmacia (no es necesario un diagnóstico preciso) o necesita la valoración de un médico.

Automedicación

La automedicación no es indicación farmacéutica. En la automedicación el paciente nos pide, sin receta, un medicamento por su nombre. La automedicación en sí no es beneficiosa ni perjudicial. No es más que una herramienta que bien utilizada puede ser muy beneficiosa para el paciente. Esto por la autonomía que le confiere y la rapidez en proporcionar la solución al problema de salud.

Pero mal usada puede ser ineficaz e incluso peligrosa para el paciente. La automedicación es una actividad perfectamente lícita que se incluye dentro del concepto más amplio de autocuidados. Este concepto de autocuidado es algo consustancial con el ser humano. Esto, ya que desde el momento en que se percibe un problema de salud uno mismo y de forma casi inconsciente empieza a buscar una solución. Esto también se ha detectado en algunos primates que incrementan la ingesta de determinadas plantas ricas en taninos; todo ello cuando están embarazadas o lactando y esto se relaciona con una mayor producción de leche.

En la automedicación el farmacéutico es el único sanitario con el que entra en contacto el paciente, por ello es importante que el farmacéutico asuma su responsabilidad sobre la salud de sus pacientes. Es muy fácil convertir la automedicación en indicación farmacéutica.

Basta con preguntarle al paciente que se automedica ¿para qué quiere el medicamento solicitado? Y convertir la demanda del paciente “deme tal medicamento para tal problema de salud” en ¿qué me da para tal problema de salud? Y entonces aplicar todo lo dicho anteriormente.

El conocimiento como servicio

La farmacia es un campo que requiere de mucho conocimiento, además de una adecuada preparación académica por parte del perfil que se enfoque en ello. A través de los años esta práctica ha evolucionado, brindando así un amplio portafolio de servicios enfocado en el bienestar y la salud de la comunidad donde se encuentre el farmacéutico. Adecuar y adaptar sus conocimientos, le permitirá brindar un servicio adecuado a cada una de las personas que busquen de su asesoría.

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