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La reducción en la ingesta de alimentos suele ser uno de los síntomas más frecuentes en las fases tempranas de muchas patologías, incluso aunque no afecten al sistema gastrointestinal. De forma habitual los animales acuden a consulta tras 24-48 horas de anorexia/ hiporexia, o se instaura al estar hospitalizados como consecuencia del estrés emocional que genera este hecho, afectando especialmente a los gatos. La nutrición enteral se encarga de esto, así como lo veremos en el presente artículo.
También puede desencadenarse tras procedimientos quirúrgicos o por la administración de determinados fármacos. Un periodo prolongado de inanición da lugar a una serie de cambios en el metabolismo del individuo. En animales enfermos se desarrolla un catabolismo proteico temprano, debido a las altas demandas metabólicas de la propia enfermedad. Si esto se suma a una condición corporal baja previa, frecuente en patologías crónicas, se puede desarrollar un estado de malnutrición de manera rápida. Esta condición resulta muy peligrosa para la evolución y pronóstico de los pacientes, generando:
- Depresión del sistema inmunitario.
- Aumento del tiempo de cicatrización.
- Alteración de la barrera intestinal (riesgo de translocación bacteriana).
- Disminución de la actividad de órganos vitales.
Cuando se detecta un estado nutricional comprometido, se debe incorporar un soporte nutricional con el objetivo de aportar una cantidad suficiente de calorías y nutrientes para poder mantener el metabolismo, preservando la masa muscular corporal y evitando las complicaciones asociadas a la misma. Se ha demostrado que reduce el tiempo de hospitalización y mejora la supervivencia. Las indicaciones más frecuentes para el soporte nutricional son:
- Anorexia (real o prevista) durante tres días o más.
- Condición corporal baja.
- Pérdida reciente de peso superior al 10% (no relacionadas con deshidratación).
- Lesiones que impidan la ingestión oral adecuada.
- Patologías que cursen con excesiva pérdida de proteínas (peritonitis, heridas graves, quemaduras, nefropatías, enteropatías, etc.).
- Diarreas y vómitos.
Cálculo de los requerimientos nutricionales
En los pacientes hospitalizados, como ya se ha comentado antes, se tiene como objetivo cubrir las necesidades energéticas mínimas para mantener un metabolismo adecuado, para ello se utiliza el término NER (necesidades energéticas en reposo), que registra la cantidad diaria en kcal. Su cálculo se realiza mediante las siguientes fórmulas:
- Más recomendada (perros y gatos): NER = 70 x (kg)0.75 = kcal/día.
- Perros 3-25 kg (perros): NER = (30 x kg) + 70 = kcal/ día.
- Gatos: NER = 40 x kg = kcal/día.
Algunos autores han recomendado en animales enfermos multiplicar por 1.1-2, como factor de conversión, adecuando así a las necesidades metabólicas mayores generadas por la enfermedad, pero en la práctica clínica se ha comprobado que el riesgo de provocar una sobrealimentación y generar efectos indeseados es peligroso. Por lo que se prefiere empezar por el NER, y si es bien tolerado, se pueden realizar aumentos en animales donde se detecten bajadas en el peso.
Tipo de alimento
Es muy importante la elección correcta del tipo de alimento, basándose en el estado nutricional del paciente y la patología. En el mercado existen una gran variedad de dietas comerciales formuladas para las diferentes patologías, incluso adecuadas a cada especie. Se pueden realizar formulaciones individualizadas con la colaboración de un nutricionista, pero no resulta demasiado práctico en un entorno de urgencias, cuando la implementación de la alimentación debe ser rápida. La elección también estará condicionada por la vía de administración seleccionada.
En la vía oral se debe primar la palatabilidad del producto, y se puede atemperar para potenciar sabor y olor; respetando las preferencias del animal y generando un ambiente agradable en los momentos de alimentación. La alimentación húmeda de consistencia pastosa o trozos es la que da mejor resultado.
Nunca se debe recurrir a una alimentación forzada (mano o jeringa), ya que es fácil generar aversión al alimento o incluso aspiraciones por tráquea, en especial en animales con un estado mental deprimido. En la alimentación asistida mediante sondas, las dietas más recomendadas son las líquidas, que permiten ser administradas en todos los calibres de tubo, sin riesgo de obstrucción.
Pautas de alimentación
De forma general, se establecerá la cantidad y ritmo de alimentación a administrar según los días de ayuno previos al inicio de la terapia con alimentación. Si han transcurrido tres o menos días, se comenzará con 1/3 del NER y si el paciente tiene buena tolerancia, se irá duplicando la cantidad, de forma diaria hasta alcanzar el 100% del NER en tres días. Si se lleva más de tres días de ayuno se realizará de una manera más progresiva en cinco días, con las siguientes cantidades:
- Día 1: 1/4 NER.
- Día 2: 1/2 NER.
- El día 3: 2/3 NER.
- Día 4: 3/4 NER.
- Día 5: 100% NER.
Lo más recomendado es dividir la cantidad correspondiente al día en diferentes tomas, cada 4-6 horas. Pudiendo aumentar el número de tomas, para conseguir reducir su volumen, esto, en el caso de que aparezca intolerancia a las cantidades normales, o por retraso en el vaciado gástrico del paciente. Durante la alimentación mediante sonda se recomienda reducir las cantidades en las primeras tomas y realizarlas solo con agua.
Una vez comprobada la correcta tolerancia del animal, se administrará agua, antes y después del alimento, para limpiar y comprobar la correcta permeabilidad del tubo en cada toma. Se debe ejecutar de forma lenta, con una duración total de 10-15 minutos. La administración en infusión continua mediante perfusor de jeringa puede estar indicada en algún paciente, pero requiere mayor atención y únicamente se utiliza en pacientes con problemas gastrointestinales graves.
Tipos de sondas de alimentación
Para realizar la nutrición enteral asistida se utilizan sondas colocadas a distintos niveles, basando la elección en diferentes aspectos: tiempo que se necesita, presencia de lesiones a distintos niveles del tracto gastrointestinal y estado general del paciente. Las sondas empleadas en veterinaria son: nasoesofágica/ nasogástrica, esofagostomía, gastrostomía y yeyunostomía. Las dos primeras son las más usadas, y por tal razón se explicarán de forma más detallada en los siguientes numerales. La sonda de gastrostomía está recomendada en patologías esofágicas (perforaciones, tumores, megaesófago y esofagitis severas).
Para su colocación, se introduce el tubo directamente al estómago a través de la pared abdominal, se requiere anestesia general e intervención quirúrgica. Se puede mantener durante meses, ejecutando un buen manejo e higiene, y presenta muy buena tolerancia. Sin embargo, con su uso pueden aparecer problemas de peritonitis si se generan fugas por descolocación del tubo, especialmente durante las primeras dos semanas, donde todavía no se ha generado adherencias a la pared abdominal que protege la entrada del tubo.
Los tubos de yeyunostomía están indicados en pacientes con enfermedad gástrica o duodenal. También están indicados en algunos casos de pancreatitis o enfermedad biliar, para evitar la estimulación por el paso de comida. Se colocan mediante laparotomía o laparoscopia, por lo que requiere de la anestesia del animal. El diámetro del tubo es pequeño, y las cantidades están limitadas, precisando un manejo adecuado. El tipo de alimento puede ser de tipo elemental, ya que la absorción a este nivel requiere cierto procesamiento. Los riesgos son muy similares a los riesgos de la gastrostomía, pero pueden generar diarreas con más facilidad.
El veterinario y la nutrición del paciente animal
El profesional en veterinaria debe aplicar sus conocimientos a diferentes campos que permitan un estado óptimo de salud y bienestar en el animal. Uno de ellos, y que a menudo es subestimado, es el área de la nutrición. En este campo el profesional deberá tener en cuenta los diversos factores que permiten una nutrición ideal para cada una de los animales sin pasar por alto sus características.
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