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El discurso cristiano acerca de la revelación de la divinidad abarca determinados presupuestos, que son de orden trinitario, cristológico, y eclesiológico, sin los cuales sería una enseñanza flotante y ambigua (Morales, 2000). En la Revelación se autocomunica la Trinidad. Se conoce así la Trinidad económica, mientras que el misterio trinitario inmanente permanece velado para todos. La Trinidad económica es la Trinidad inmanente, pero no viceversa porque, de otro modo, se podría afirmar que el misterio trinitario divino requiere de la historia salutis para constituirse (Morales, 2000).
La Revelación de Dios consiste, en último término, en el acontecimiento que es Jesucristo, nacido, muerto y resucitado; “La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que la revelación trasmite resplandece en Cristo, mediador y plenitud de la Revelación”. La realidad de la Revelación implica para el Cristianismo la autoridad y la mediación de la Iglesia, sin la cual no es posible leer ni interpretar adecuadamente la Sagrada Escritura. La Revelación reside en la comunidad viva que es la Iglesia, definida por Newman como “coetus revelans Verbum Dei” (Morales, 2000).
La Iglesia depende absolutamente de la Revelación divina, que la constituye y justifica. Pero al mismo tiempo, no existiría sin la Iglesia, pues esta descubre al mundo el propósito salvador de Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo (Morales, 2000). La Revelación ha quedado cerrada con la muerte del último Apóstol. Si Dios se ha revelado completa y realmente en Jesús de Nazaret, ya no se debe esperar nuevas revelaciones propiamente dichas, dado que la plenitud divina está presente en Jesucristo (Morales, 2000). Nada nuevo, distinto o añadido puede venir. No debe esperarse una nueva economía, un nuevo plan divino de salvación, u otros mediadores. Solo puede producirse el desvelamiento y desarrollo gradual de lo ya revelado.
Revelación como concepto
El contenido esencial de la fe cristiana desaparecería si se abandonase la creencia en que Dios ha hablado de una vez por todas a profetas y apóstoles, y se ha encarnado en Jesús de Nazaret, que ha muerto por los pecados y resucitado para la justificación de todos (Morales). El Cristianismo vive de una Revelación que, en su origen, posee como patrimonio común con los israelitas, “de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, las promesas, y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas»”.
El término “revelación”, que es en su origen una categoría de pensamiento propia de la teología cristiana, ha sido aplicado en los últimos tiempos, por extensión, a varias religiones no cristianas. Se suele referir, en estos casos, a un hecho religioso que manifiesta de algún modo la voluntad divina, que se encontraría en el origen de la religión de que se trate, o sería la base de su mensaje espiritual (Morales, 2000).
En toda revelación hay un poder superior al hombre que se da a conocer a este. Entendida en este sentido amplio, la idea de revelación procede principalmente, aunque no de modo exclusivo, de la fenomenología religiosa (Morales, 2000). Cuando se afirma, en el marco de la teología cristiana, que diversas religiones ajenas al Cristianismo se comprenden a sí mismas como religiones con una revelación de lo alto, que sería la fuente de sus doctrinas y de su culto, conviene ser consciente de que se usa un lenguaje occidental, unas categorías de pensamiento elaboradas en un marco teológico y filosófico determinado, y una terminología que no es la propia de las religiones en cuestión (Morales, 2000).
Diferentes religiones y sus revelaciones
Estas verdades se desarrollan y completan en los Upanisadas, que son la base más directa del sistema religioso Vedanta. Se debe tener en cuenta que la categoría de “escritos sagrados” es occidental, y que el énfasis del Hinduismo no recae sobre la palabra canónica escrita, sino sobre la palabra oída y recibida por tradición en una sucesión ininterrumpida de maestro (gurú) a discípulo. Las enseñanzas oídas por los sabios hindúes son verdaderas e infalibles. Dicen a los humanos lo que deben hacer, y dado que es prerrogativa de la clase brahmán aprenderlas e interpretarlas, toda autoridad descansa sobre esta casta (Morales, 2000).
Según la comprensión hindú, la relación entre las palabras de la revelación y su significado permanece siempre constante. Las palabras que se desvelan a la conciencia del vidente no adquieren su sentido por convención humana, sino que lo contienen por sí mismas de modo inherentes. Por lo tanto, los escritos védicos son concebidos como constitutivamente significativos y autoiluminados, aunque su sentido original pueda oscurecerse en ocasiones debido a la debilidad de la mente humana. La investigación y el esfuerzo de las personas pueden y deben recuperar, en su caso, ese sentido.
Para el Hinduismo no se necesita un Dios que sea autor de la revelación (Morales). Esta no se entiende de modo estático. Hay, desde luego, un cuerpo de textos inmutables, que son los Vedas en toda su extensión (Samhitas, Brahmanas, Aranyakas, y Upanisadas. Sin embargo, hay también una fluidez y aceptación de nuevos textos. La comunicación divina no es solamente algo ocurrido en el pasado sino una constante posibilidad presente (Morales, 2000). El Budismo significa históricamente un desarrollo heterodoxo del Hinduismo, aunque comparte con este algunas ideas fundamentales acerca de la reencarnación, la ley del Karma, etc.
Textos sagrados o escrituras sagradas de las religiones
Un Texto Sagrado es la bibliografía de base sobre la cual se sustenta una religión. Para los fieles, los Libros Sagrados son considerados de inspiración divina. Estos textos pueden ser histórico-legendarios, sapienciales o prescriptivos, cuando no oraculares o proféticos. En cualquier caso, la interpretación de la Literatura Sagrada puede ser tan variada como la misma diversidad religiosa; así como las controversias entre creyentes y no creyentes. Su importancia es siempre significativa en la historia de una cultura, ya sea desde el punto de vista histórico o meramente literario. A continuación se desarrollarán las ideas de los textos sagrados de las cinco grandes religiones que ya se han estudiado con anterioridad.
El cristianismo
De la importancia y trascendencia de la Biblia, da idea el hecho de que ha sido el libro más editado, aparte del más antiguo. Hasta 2008 ha sido traducida a 2 454 idiomas. 2 500 millones y 6 000 millones de ejemplares en 438 lenguas diferentes. La palabra Biblia procede, a través del latín biblĭa, de la expresión griega τα βιβλία τα αγια (ta biblía ta hágia; ‘los libros sagrados’), acuñada por primera vez en el Primer Libro de los Macabeos 12:9,5. Es allí donde βιβλία que es el plural de βιβλίον significa papiro, rollo o libro (Rodríguez, 2018).
Hay una teoría según la cual la palabra es un diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos, la primera ciudad fenicia. Esta que era un importante mercado de papiros de la antigüedad, hoy reconocida como la ciudad más antigua del mundo habitada ininterrumpidamente. No obstante, dado que Biblos solamente con dificultad podría ser un préstamo del nombre original de dicha ciudad, que en fenicio es Gubla, existe la posibilidad de que fuera la ciudad la que recibiera su nombre griego a partir del término que designaba a la planta de papiro, y no al revés (Rodríguez, 2018).
La religión como educación
En muchos casos la religión puede verse como algo contrario a la producción de conocimiento. Si bien es cierto que en ocasiones resultan contrarias, casi siempre la ciencia y la religión van de la mano. Sin la existencia de la una, la otra en muchas ocasiones no tendría un rumbo claro, y es por esta razón que el trabajo en conjunto se hace necesario. La educación en religión busca comprender, diversos fenómenos y la estructura en sí de la religión como tal.
TECH Universidad Tecnológica se ha centrado desde su fundación en la capacitación optimizada del profesional moderno. Por ello, no ha dejado ningún campo sin cubrir, ofertando un amplio portafolio educativo enfocado en la excelencia. En el caso de su Facultad de Educación, se hallan programas como el Máster en Neuroeducación y Educación Física y el Máster en Didáctica y Pedagogía de la Enseñanza Musical. A pesar de ser excelentes opciones para el profesional en educación, no cabe duda que si su interés es el campo de la educación en la religión, una de sus mejores elecciones será el Máster en Educación Católica.