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Cada vez que un caso mediático llega a los tribunales o, incluso, en la fase de instrucción a las tertulias de la radio o la televisión y a la opinión pública, se oye la expresión “pena de banquillo”. Lo primero que se debe aclarar dentro de los medios de comunicación y la pena de banquillo es que la palabra “banquillo” tiene varias acepciones, según el Diccionario de la Real Academia Española.

Se designa al banco o conjunto de asientos situado en la banda u otro lugar de un terreno de juego donde se sientan el entrenador y los jugadores de reserva de un equipo durante un evento deportivo (RAE, 2020). Por eso, es frecuente escuchar a los periodistas en las retransmisiones deportivas, en la radio y en la televisión, hablar de la “pena de banquillo”, cuando un entrenador castiga e impone una “sanción” a uno o varios de sus jugadores convocándoles a un partido, pero sentándoles en el banquillo sin jugar. Se les castiga a ver el partido desde el banquillo y no participar en el juego. Algo que molesta mucho a los jugadores.

No obstante, la palabra “banquillo” también tiene otra acepción importante. Con “banquillo” se designa el asiento en el que se coloca a un acusado ante el tribunal en un juicio para que se le juzgue y se haga justicia, sobre todo, en la fase de la vista oral, sin duda la más mediática. La pena de banquillo en el ámbito judicial sería, entonces, la que se produce todos los días en los tribunales de justicia para un ciudadano inmerso en un proceso. Así, el acusado de un delito, cuando acude a un juicio, permanece sentado en un banquillo, donde escucha todas las pruebas, a los testigos, a los peritos y testimonios que existen contra él.

Antecedentes legales

En el pasado, en España, la pena de banquillo era mucho peor, ya que los bancos de los tribunales no eran sillas como ahora, sino que eran bancos sin respaldo que hacían del juicio un auténtico calvario para el acusado. Para cada país y dependiendo del modelo y celebración de la vista, puede cambiar “el asiento”. En la actualidad, se ve la pena de banquillo como un agravio.

Y es que ser sometido a un proceso judicial supone, en numerosas ocasiones, un estigma social, incluso en el supuesto de que el acusado sea declarado inocente. Es ese el momento cuando el término adquiere su máxima “expresión”, haber sufrido una pena de banquillo. En la mayoría de las ocasiones es imposible la reparación moral, puesto que el honor de la persona se ha visto afectada, en algunos casos de forma extrema. Una de las reclamaciones de los ciudadanos que se ven en un proceso judicial es que esperan una pronta resolución, tanto en la instrucción del caso, el juicio y la sentencia definitiva.

Durante la investigación, y sobre todo el juicio que es más mediático, no se evita que las personas que están siendo investigadas y sus familiares sufran la condena social que también conlleva la “pena de banquillo”. Esto cuando ni tan siquiera existe una sentencia firme que, en algunos casos, es absolutoria años después. Y es que, la citada pena se traduce primero en incertidumbre personal. Luego, en una difícil campaña para subsanar el desprestigio, sobre todo si la persona es inocente. Por eso, es mejor que nunca se tenga que sufrir en carne propia la “odiosa” pena de banquillo.

Ética del periodismo

Uno de los temas más controvertidos para un periodista de tribunales es saber y aplicar sus principios éticos a la hora de elaborar una noticia. Además de los que pueda establecer el manual de estilo de su propio medio de comunicación junto con las normas y los códigos deontológicos. Mismos que promulgan diversos organismos periodísticos, como colegios profesionales y colectivos de prensa. No todo vale en el periodismo, por el precio de una noticia, ni tampoco las leyes pueden censurar el trabajo del periodista; se está en un difícil y, a veces, polémico y debatido “equilibrio”.

Para el británico Aidan White, director de la red de periodismo ético: El periodismo vive hoy una mutación sin precedentes. El trabajo de los periodistas es más rápido, está sometido a numerosas limitaciones y es muchísimo más complejo. Los medios informativos se han percatado, a pesar suyo, de que la revolución de la información ha resultado ser una espada de doble filo; esto pese a todas sus virtudes liberadoras. Actualmente, es posible enviar en unos segundos un artículo completo al otro extremo del mundo. La comunicación puede crear comunidades más sólidas, informadas y comprometidas.

Sin embargo, los modelos económicos que antes permitían retribuir a los periodistas se han quebrado, en muchos casos de modo irreparable. El dinero con el que se financiaba el periodismo de interés público se ha evaporado; las salas de redacción luchan denodadamente por mantener sus principios éticos. Esto hace que hayan cobrado mucha más importancia las irregularidades de la prensa que venimos denunciando desde siempre. Ejemplo de ello es la información sesgada políticamente, influencia indebida de los medios empresariales, conflictos de intereses y difusión de prejuicios (White, 2017).

Los medios de comunicación y la pena de banquillo: derecho al honor y derecho a la intimidad

En el periodismo judicial, como en otras especialidades, cobra mayor protagonismo y es importante establecer el derecho al honor y el derecho a la intimidad de las víctimas y de los acusados. Incluso, de los investigados y también de los condenados. En cualquier país, su constitución se encarga de establecer, poner los límites y regular las posibles injerencias o abusos a estos derechos de las personas.

La sociedad de la información ha cambiado los modelos y escenarios comunicativos que se caracterizan por la inmediatez y la diversidad de canales, y las redes sociales han provocado que situaciones o noticias, que antes podían tener un alcance limitado ahora puedan tener una amplia difusión en entornos digitales. Hay dos escenarios que convergen, los medios clásicos y los que están en línea.

La irrupción que los medios de comunicación “tradicionales” tienen en entornos como las redes sociales. Esto especialmente en Twitter, donde provoca un efecto viral que se incrementa de forma exponencial. La información llega al instante no a miles, ni decenas de miles, sino a millones de usuarios de una forma rápida, sencilla, económica. Además de en ocasiones, también de forma perenne. La información, siempre y cuando tenga el carácter de interés general y realizando un ejercicio debidamente ponderado, debe primar sobre el derecho a la intimidad de las personas.

Este es un principio básico que se debe cumplir, sin excepción, en una buena crónica de tribunales. A este principio general, siempre se han de tener en cuenta las circunstancias concretas que puedan establecerse. En su caso, tutelar mecanismos extrajudiciales y judiciales para controlar excesos que puedan lesionar el derecho a la intimidad y a la imagen de las personas. Mismas que entiendan que se han vulnerado sus derechos fundamentales.

Conocimiento legal periodístico

Dentro de las diferentes áreas que abarca la comunicación masiva, la legalidad resulta una de las más delicadas. A través de diferentes emisiones se producen comunicados que pueden ser incluso globales, trayendo de forma adecuada la información a cada espectador. Por ello, la persona encargada de este campo debe conocer en su totalidad la formación y el desarrollo del campo.

TECH Universidad Tecnológica actualmente desarrolla programas educativos que buscan responder a las necesidades educativas del profesional moderno. En el caso de su Facultad de Comunicación y Periodismo, se pueden encontrar posgrados tales como el Máster en Dirección de Marketing y Comunicación Política y el Máster en Redes Sociales y Community Management. A pesar de ser excelentes opciones para el profesional, si el mismo demuestra interés por el área legal, su mejor elección para complementar su conocimiento será sin duda alguna, el Máster en Periodismo Judicial.

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