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El objetivo de este artículo es alcanzar la comprensión de algunos de los conceptos más importantes y al mismo tiempo complicados de la Ciencia Política. Se trata de las actitudes y las culturas políticas, valores e ideologías. Es difícil encontrar consenso en la definición de cualquiera de ellos, y en este artículo se trata de facilitar, al menos, los elementos esenciales de cada uno con el fin de que puedan ser empleados por el estudiante en sus escritos, y al mismo tiempo sea capaz de entender los de otros autores.

Las culturas políticas

El término “cultura política” ganó mucha popularidad a partir de los primeros años del siglo XX. Es fácil encontrarlo en todo tipo de textos de cualquier disciplina de las ciencias sociales, desde la antropología y sociología hasta el campo de los estudios históricos, especialmente en el de historia política (Pérez, 2010). El uso extensivo del concepto ha conducido, como es inevitable, a cierto estiramiento conceptual que se debe corregir en este artículo.

No se puede olvidar que la definición se originó precisamente en el ámbito de la Ciencia Política, de la mano de dos autores: Gabriel A. Almond y Sidney Verba en su obra The Civic Culture, de 1963. En este apartado se rescata este concepto original tratando de aclararlo al lector, así como de profundizar en él en la medida de lo posible. Finalmente, se incluirán también las clases o tipos de culturas políticas que los mencionados autores identificaron

El concepto de cultura política

El concepto de cultura política puede resultar complicado de entender en un primer momento. Esto se debe principalmente al empleo del sustantivo “cultura”, que en la actualidad puede inducir a error. Con cultura política, Almond y Verba se referían al conjunto de valores, creencias y actitudes que los miembros de una sociedad tienen con respecto al sistema político (Pérez, 2010). No obstante, es preciso aclarar que, al especificar la cultura política de una sociedad, el resultado será únicamente ese conjunto de valores, creencias y actitudes que predominen en dicha sociedad.

Esto quiere decir que se tomará la cultura política general de la sociedad, aunque como es evidente no todos los miembros de esta tendrán los mismos valores, creencias ni actitudes. Por lo tanto, aunque se estudia con más detalle las actitudes y valores políticos en el epígrafe tercero, se puede discernir que por cultura política se refiere a un conjunto de conocimientos, sentimientos y valoraciones; son las orientaciones hacia los objetos políticos (Almond, 2021).

De esta manera, es importante diferenciar este concepto de las ideas o motivaciones de la acción política, así como de los órganos políticos o sus actuaciones (Pérez, 2010), se trata en cambio de las creencias de la población acerca de lo que tiene lugar en el sistema político (Pérez, 2010). Lo que permite esta conceptualización es, una vez más, el estudio de otro elemento del sistema político. Mismo que se podría decir que actúa como motor de los inputs de los cuando se explica el modelo de Easton.

Se trata de una herramienta de análisis muy positiva, ya que, conforme a ella, cada sociedad tendrá una cultura política propia. Esto posibilita el estudio más detallado y eficaz en el terreno de los sistemas políticos comparados.

Los tipos de cultura política

Una vez expuesto el concepto de cultura política como las orientaciones de una sociedad hacia objetivos políticos, es necesario concretar las distintas posibilidades de orientación que existen. Lo anterior, ya que a partir de estas surgirán los tres tipos de cultura política propuestos por Almond y Verba. En realidad, estas orientaciones han sido mencionadas supra, porque forman parte del propio concepto de cultura política. Se trata de los conocimientos, sentimientos y valoraciones de la sociedad hacia el sistema político. Almond y Verba se referían a estos como la orientación cognitiva, la afectiva y la evaluativa (Almond, 2021).

Los conocimientos hacen referencia a lo que se cree saber sobre el sistema político y sus actores e instituciones. Se podría decir que son elementos más objetivos, en la medida en que no se ven afectados por decisiones individuales: es lo que la sociedad percibe y sabe. Los afectos son los sentimientos que el sistema político, sus actores, funciones y logros, inspira en los miembros de la sociedad.

Finalmente, las valoraciones son las opiniones que merecen todos estos elementos, que habitualmente se derivan de la mezcla de los conocimientos y los afectos (Almond, 2021). En segundo lugar, es necesario dividir las posibles dimensiones del sistema político hacia las que se dirigen estas orientaciones. Se debe pensar que no sería muy efectivo poner como objetivo el sistema político por completo, ya que lo que se conoce, se siente y se opina variará en función de los distintos componentes de dicho sistema. A modo de recordatorio, se decía que los primeros estaban formados por el apoyo y las demandas de la sociedad al sistema político, que eran procesadas por este para después emitir sus decisiones y acciones, es decir, los outputs.

Las actitudes y las culturas políticas, valores como ideologías políticas

Introducción: los problemas de la ideología

El concepto de ideología política es, como ya se empieza a acostumbrar en este curso, muy controvertido e interpretable. Desde sus orígenes, según se cree, en el grupo de teóricos franceses llamados los Idéologues, la noción de ideología ha sufrido numerosos cambios e interpretaciones. Lo que comenzó siendo un término para hacer referencia a la “ciencia de las ideas”, una forma de descubrir la verdad y despejar las ilusiones (Mullins, 1972), pasó a transformarse, con la influencia de Marx, en prácticamente todo lo contrario: un conjunto de falacias que posibilitan la estabilidad del sistema de explotación.

A lo largo del siglo XX el concepto ganó popularidad y, con ello, aún más dificultades de acotación. John Gerring, en Ideology: A definitional Analysis (Gerring, 1997), rescata varias definiciones dadas por distintos autores antes que él. Aunque Gerring utiliza esta información para llevar a cabo un estudio pormenorizado de distintas maneras de entender la ideología y de conceptualizarla, no se entra en este aspecto con tanta profundidad. No obstante, sí se toman algunos de los elementos más importantes de las definiciones, para tratar de extraer al menos sus características más recurrentes.

Hacia un concepto de ideología

Lo primero que se debe tener en cuenta es que la mayoría de los autores coinciden en que se trata de un concepto colectivo, es decir, de un “conjunto de” o de un “sistema de”. Esto facilita ya bastante información: la ideología es compleja y no simple. Además, la mayoría de las definiciones recogidas por Gerring coinciden en que esa complejidad está coherentemente organizada; se trata de una elaboración ordenada de elementos.

En estos dos aspectos, el debate es inexistente: la ideología es compleja y coherente. Es en la naturaleza de los elementos que la componen donde se dará la mayor disparidad, aunque también pueden extraerse datos en común. Muchos autores, como McClosky o Converse, hablan de un “beliefsystem”, de creencias (Gerring, 1997).

Otros utilizan el término “opiniones” o “actitudes”. También es definida como un conjunto de conceptos, o de ideas, o de valores, o incluso de símbolos. De todos estos términos se podría llegar a la conclusión de que guardan cierta similitud, en cuanto a que son percepciones de la sociedad con respecto a algo. En el fondo guardan cierta similitud con las orientaciones que se mencionan al hablar de la cultura política.

Conformación de comunidades en el mundo

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