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Aquello que se entiende como un comportamiento normal en el niño, y en el ser humano en general, debe ser comprendido desde la psicología infantojuvenil. Esta disciplina, al pretender conocer las principales definiciones sobre el término normalidad, da una base sobre las transiciones entre lo normal y lo patológico. Es decir, estudia aquellos problemas mentales que dejan de ser normales cuando se cumplen ciertos parámetros.

Introducción

A lo largo de la existencia evolutiva de un sujeto, se pueden determinar una serie de experiencias que son decisivas para el desarrollo posterior de una situación de salud o de enfermedad. Para entender estos cambios, se debe tratar el concepto de la psicología evolutiva. Es aquella que centra su interés por los cambios y transformaciones de la conducta humana a lo largo del tiempo.

En los últimos años, se han descrito una serie de pautas y factores haciendo referencia hacia su papel en el desarrollo comportamental funcional en el mundo de los niños. Existen una serie de criterios que permiten diferenciar las conductas que ocurren en la evolución natural del niño (comportamiento normal), de aquellas conductas que son expresiones de un trastorno oconflicto psicosocial (comportamiento patológico).

Sin embargo, se entiende que lo patológico no se puede definir sin tener lugar lo normal. La transición entre aquello que se considera como normal o como patológico se define en función de un continuum que comienza por lo normal y que avanza hacia la patología. Por tanto, para poder interpretar lo patológico, se debe determinar qué es lo normal en las diversas funciones psíquicas de un ser humano, desde que nace hasta que termina su existencia en el mundo.

¿Qué es lo normal?

Cuando se habla de lo normal, se refiere a aquella actividad mental estable que permite la adquisición del aprendizaje y del conocimiento humano. Además, la actividad mental normalizada permitirá el desarrollo de los hábitos y actitudes adaptativas y funcionales ante el mundo, por lo que la vida del sujeto no se ve afectada en ningún aspecto de forma severa.

Normalmente, se considera como comportamiento normal a aquel que no impide la funcionalidad de la vida de una persona, sino que se rige por unos criterios que suelen ocurrir en todos los sujetos en el mismo rango de edad.

Desde la perspectiva de la Gestalt, se considera que lo normal es el fluir continuo a lo largo de los ciclos evolutivos. Por ende, cuando un individuo no puede avanzar en un ciclo de forma fluida, no ocurre aquello que estaba destinado a ocurrir. En consecuencia pasa hacia la anormalidad. La anormalidad surge cuando se interrumpe el avance en los ciclos de aprendizaje, de adquisición de habilidades o de capacidades.

Término cuantitativo

De acuerdo con la definición cuantitativa del término normalidad de Schneider, el criterio de normalidad estadística se entiende en psicología como el término medio. Es aquello que caracteriza a la mayoría de las personas de un grupo y que, a la hora de posicionar a un sujeto en lo normal, lo sitúa en la media aritmética de su contexto social, por lo que se trata de un término cuantitativo.

En este sentido, en términos cuantitativos, la normalidad representa el comportamiento del niño en relación a las semejanzas que tenga con otros niños de su misma edad y en condiciones similares. Además, la normalidad se puede entender en términos ideales. Corresponde a cómo debería ser el individuo desde una visión cualitativa. Por lo tanto, desde esta perspectiva es normal el niño que se asemeja a un modelo establecido desde el sistema y que presenta las características deseables para la sociedad.

Por otro lado, Foucault considera que lo normal es aquello que se rige por una especie de regla de conducta o de comportamiento. También es algo que presenta una regularidad funcional en la adaptación.

¿Qué es un problema psicopatológico?

Se considera que un problema psicopatológico es aquel que causa un desorden o una alteración en el funcionamiento mental de una persona. Normalmente, las psicopatologías alteran la forma de pensar, actuar y sentir de un individuo, por lo que afecta a diversos ámbitos de la vida de un ser humano.

Lo patológico se refiere a aquello que se aleja de lo frecuente, lo que no pertenece a lo ordinario y que implica un problema tanto para la adaptación como para el desarrollo futuro del niño. Por ello interferirá en la funcionalidad de las funciones psíquicas del niño. Con ello, causará una serie de impedimentos en la vida del infante.

Cuando un problema psicopatológico ocurre desde la primera infancia, la gravedad futura para la vida cotidiana del niño es superior. Dependiendo de la gravedad de estos problemas, será más o menos posible que el niño pueda adquirir las habilidades y capacidades que se consideran como normal para su etapa evolutiva.

Trastornos mentales

En este punto, se debe definir el concepto de trastornos mentales. Se trata de aquellas afecciones fuera de lo normal que hacen sentir incómodas e inadaptadas a las personas que los presentan y que ocurren en la psicología del individuo.

El trastorno mental implica una serie de conductas anormales o desadaptadas que permiten diferenciar a un individuo normal de uno que padece un trastorno mental. Los comportamientos anormales potencian las diferencias en los individuos que presentan características similares. Normalmente pueden generar una serie de comportamientos de la sociedad que no son favorables para el sujeto que padece el trastorno.

Estos comportamientos incluyen desde el juicio social, los estereotipos, prejuicios y errores en la percepción del sujeto, hasta la falta de conocimiento de los trastornos mentales. Causan un malestar al individuo y al entorno próximo de este.

Normalmente, los problemas psicopatológicos implican afecciones en diferentes capacidades, entre las que se encuentran, las capacidades para pensar, el enfrentamiento y solución eficaz de los problemas, la estabilidad emocional, el crecimiento cognoscitivo y el desarrollo de la personalidad.

Transiciones

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), el término transición se define como la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. También se incluye en la definición el cambio repentino en la expresión de una cosa.

Por lo tanto, y teniendo en cuenta esta definición, la transición entre lo normal y lo patológico es el paso de una conducta normal a una conducta que se aleja de esa norma. Por tanto, se acerca hacia la patología mental del ser humano.

El paso de una conducta normal a patológica depende de numerosos factores moduladores tanto biológicos (herencia genética, plasticidad cerebral) como factores socioculturales (la relación con los padres, la escuela, la cultura o la sociedad). Por lo tanto, para que una conducta pase a ser patológica, la influencia de los factores de riesgo debe ser notable.

¿Cuándo se considera patológico?

Determinar el paso de un comportamiento normal hacia una psicopatología no es tan fácil, pues se debe tener en cuenta, si lo que se considera como patológico, puede ser definido objetivamente como tal. En el continuo normalidad-anormalidad pueden existir comportamientos que no pasen a ser completamente patológicos, de cara a que se consideren como una condición que afecta al desarrollo del niño.

Un comportamiento pasa de ser normal a ser patológico cuando ocurre continuamente y cuando produce consecuencias negativas en el crecimiento evolutivo del niño, tanto en términos cognitivos como en términos madurativos del crecimiento. Estas consecuencias deben ser medianamente irreversibles, en el sentido de que causen una condición en el niño que pueda ser diagnosticada en función de unos criterios estadísticos del comportamiento psicopatológico. Por lo tanto, puede ocurrir que exista un comportamiento patológico que al ser intervenido no cause estragos en la vida del infante.

Por ello se establece la importancia de definir lo que es normal de aquello que es patológico, pues lo patológico tiene una serie de características definitorias como es la gravedad, la profundidad, la intensidad y el grado de influencia negativa que tiene en la vida del individuo. Así, un comportamiento será patológico cuando la gravedad de afectación en el desarrollo del niño sea irreversible. Por lo tanto, cause una condición definitoria en el individuo.

Criterios principales

En Rodríguez Sacristán, se mencionan los criterios principales para poder diferenciar lo normal de lo patológico. Estos son:

  • La información de la familia, la sanción social.
  • La gravedad.
  • La profundidad en la afectación.
  • La índole de la alteración de las funciones psíquicas y la historia natural longitudinal de la organización psicopatológica.
  • Los criterios diagnósticos incluyentes o excluyente de las enfermedades.
  • El concepto de normalidad que se emplea: estadístico, ideal o funcional.

Familia

En primer lugar, la familia es el primer entorno que puede detectar la existencia de una psicopatología. Es decir, es la primera fuente que es capaz de detectar cuando un problema psicopatológico sobrepasa los límites de aquello que se considera como normal. En un principio, la familia debe situarse en la observación del niño para apreciar y poder describir el comportamiento anormal. Normalmente, es un periodo en el que afloran muchos sentimientos contradictorios, pues a la familia más cercana suele costarle aceptar que su familiar está realizando comportamientos que se salen de la norma en relación a otros individuos de su mismo rango de edad, y de los comportamientos que son característicos de una etapa concreta.

Sociedad

La actuación que tome la familia desde que empieza a detectar un comportamiento con posibilidad de ser psicopatológico va a depender de algunos factores, siendo el primero la sociedad en la que se encuentra dicho sistema familiar. La sociedad es de importancia en la toma de decisiones de la familia, pues se encarga de juzgar o sancionar aquello que suele ser anormal. Llega incluso a detectar una psicopatología con anterioridad a la propia familia.

Esta facilidad de poder sancionar a un individuo normalmente se debe a que las personas tienden a juzgar antes a aquellos que no pertenecen a su núcleo social. Así, la presión del entorno social contribuye a que la familia se imponga en la aceptación forzada de una posible patología del niño. Cabe destacar que tanto la familia como el entorno social son los primeros que pueden detectar cuando algo no es normal.

A pesar del papel del entorno social y de la familia en la identificación de las patologías, este factor trae consigo una serie de peligros, entre los que se encuentran las posibilidades de error y los prejuicios hacia un sujeto. Las diferentes opiniones familiares y sociales sobre los trastornos pueden servir como un factor de riesgo en la consideración de un comportamiento como patológico. O bien puede ser un factor de riesgo debido a la negación constante a asumir la existencia de un rasgo patológico en el sujeto.

Ambiente

Por otro lado, el ambiente en el que se desarrolle un sujeto influirá en el desarrollo de comportamientos anormales en este, ya que la parte más importante de nuestro desarrollo ocurre en contacto con el ambiente. Por lo tanto, las relaciones personales defectuosas con los referentes, tales como la sobreprotección, la severidad, la indiferencia o la carencia afectiva, son experiencias decisivas que pueden desembocar en posibles trastornos posteriores.

Estados emocionales

En la infancia, ocurren situaciones que pueden perturbar el ámbito cognitivo del sujeto. Por ello, a la hora de determinar una posible patología, es necesario tener en cuenta la información relacionada con los estados emocionales del niño. En la infancia, los individuos suelen presentar una intensidad que en ocasiones causa un gran malestar al menor, por lo que es importante que se vayan consolidando los procesos de comprensión y regulación emocional desde la infancia.

Esto último se consigue con ayuda de las interacciones sociales y del contexto social. También la carencia de aprendizajes favorables para las funciones corporales como es la del control esfinteriano, alimentación, sueño, conllevan situaciones similares de anomalía.

Índice de gravedad

En segundo lugar, la mayor o menor gravedad del trastorno sirve también como un criterio que se debe tener en cuenta para poder diferenciar aquello que es normal de lo patológico. Si en un niño que se guía la normatividad en sus conductas ocurre la aparición abrupta de un comportamiento patológico, es posible que ese niño pueda estar atravesando por la transición hacia un comportamiento patológico o una psicopatología determinante.

Por otra parte, también existe un índice de gravedad de los síntomas. Este permite establecer un rango de gravedad en función de un síntoma determinado. Así, si un niño puntúa inferiormente al índice de gravedad de ese síntoma, el comportamiento estará más cercano a la norma y como tal, más alejado del comportamiento anormal. Sin embargo, si el índice de gravedad del síntoma es superior, es entonces cuando se considera al comportamiento como patológico.

Evidencia de descompensación

Otro de los caracteres que permiten definir lo patológico es la evidencia de descompensación. Se refiere al grado en que una patología afecta al individuo, de tal forma que afecta a la descompensación de su sistema psicológico. Por ejemplo, en el caso de la esquizofrenia, será más grave cuanto más descompensado se encuentre el sistema funcional del sujeto. Por tanto, se interfiere en la vida cotidiana del individuo.

Sin embargo, en general, la gravedad de un trastorno se determina cuando las repercusiones que tiene este trastorno se dan a largo plazo, dejando de ser algo temporal. Por lo tanto, el futuro de la persona se ve perjudicado.

Profundidad de la afectación

En cuanto a la profundidad de la afectación, se refiere al grado en que las estructuras psíquicas se ven afectadas. Cuando las funciones de aprendizaje y de constitución psicológica se ven afectadas debido a la profundidad de la afectación, se forman las organizaciones psicopatológicas.

Algunos de los factores patológicos que pueden dar lugar a futuros trastornos se encuentran ligados a las relaciones vinculares con la familia con la que se convive en el microcontexto, a las experiencias educativas erróneas (carencia afectiva, sobreprotección), a las situaciones inesperadas (separación de los padres, nacimiento de un hermano) y a las experiencias personales traumatizantes (maltrato o abuso, padecimiento de enfermedades crónicas).

Historia natural evolutiva

En cuanto al criterio del origen de la patología y de la propia historia natural evolutiva de cada organización psicopatológica, se puede diferenciar lo normal de lo patológico. Desde esa visión tendremos en cuenta la persistencia de los síntomas en la propia biografía del niño y las consecuencias del trastorno en la familia. A su vez repercutirán en la evolución futura. Por ello, dependiendo del origen y de cómo evolucione ese comportamiento, se puede diferenciar si es un comportamiento patológico.

Por otro lado, para poder diferenciar lo normal de lo patológico, deben establecerse los criterios diagnósticos que van a permitir a los profesionales de la psicología, el clasificar el grado de afectación, los rasgos patológicos, las conductas patológicas y la posibilidad de obtener un buen pronóstico para el individuo.

La mente de los niños y los adolescentes

La población infantojuvenil requiere de un abordaje especial por parte de los diferentes profesionales de la salud. Para ser más específicos, la psicología ha encontrado grandes oportunidades de profundización a través de ciertos programas de TECH Universidad Tecnológica: el Máster en Psicología Clínica Infantojuvenil o el Máster en Intervención Psicológica en Dificultades del Aprendizaje son un par de ejemplos de las opciones disponibles en la plataforma de la institución.

La realización de alguno de estos posgrados asegura al psicólogo el conocimiento y el conocimiento de la metodología para conocer, evaluar, diagnosticar e intervenir en los trastornos más habituales que se presentan en la consulta. Así mismo, el Máster en Psicopatología Infantojuvenil es otra de las herramientas que el estudiante dispone para convertirse en un profesional capacitado a través de la mejor tecnología educativa.

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