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La memoria y la neuroeducación están basadas en pequeñas unidades de información denominadas huellas de memoria. Estas se forman por la combinación de la información proveniente del exterior, la percepción de la misma y la comparación con otras huellas de memoria previas. La distinción se realiza en función del tiempo en que la información permanece en el cerebro; la sensorial que dura unos segundos, la de corto plazo que permanece algunos minutos, mientras que la memoria a largo plazo es capaz de hacerlo durante años.

Así pues se genera una memoria sensorial, que pasa a memoria a corto plazo. Si se trata de información relevante y novedosa se convierte en memoria a largo plazo; si es redundante e “inútil” simplemente se olvida y “destruye” dicha huella de memoria. Por tanto para llegar a formarse una nueva memoria debe de pasar una serie de filtros, como el sensitivo, requiriendo que la sensación supere un determinado umbral; atencional, ya que sin atención no se aprende.

Otra clasificación de la memoria, la divide en memoria explícita e implícita, siendo la primera la que se puede verbalizar. En cambio la segunda hace referencia a memorias “no conscientes”, como la de las habilidades difícilmente explicables. La memoria implícita, también denominada procedural, comprende el aprendizaje de habilidades. Sean estas motoras, perceptuales o cognitivas, y como característica definitoria, es que no requieren un proceso consciente de aprendizaje; a su vez esta memoria está implicada en dos tipos de aprendizajes:

  • Aprendizaje no asociativo, en donde se presenta un único estímulo, tal es el caso de la habituación o la sensibilización.
  • Aprendizaje asociativo, en donde se presentan dos estímulos consecutivos, como en el caso del condicionamiento clásico y el condicionamiento operante.

Los procesos neuronales

Es cierto que no todo aprendizaje necesita ser “explicado” ni estudiado en los libros. No todo de lo que se registra en la memoria es consciente, así al menos se ha demostrado desde hace años. Lo anterior, empleando los principios básicos del aprendizaje como el condicionamiento clásico y el operante. En estos, sin necesidad de la intermediación de la toma de conciencia por parte de la persona se es capaz de aprender sobre las consecuencias de los actos. Esto simplemente por asociación entre estímulos que guardan una relación de contingencia espacio-temporal.

Con respecto a los procesos neuronales, en el siglo XX se descubrió cómo la estimulación moderada en la misma vía neuronal, fortalecía las conexiones interneuronales, mediante lo que se denominó Potenciación Sináptica a Largo Plazo, el cual está en la base de la formación de las huellas de memoria; al conectar diferente información recogida por las neuronas, y junto con la plasticidad neuronal permiten modificaciones puntuales. Incluso estructurales en función del aprendizaje, que no es más que información más o menos “rica” memorizada.

El proceso pues, consiste en una estimulación externa o interna, que llega al cerebro formando una huella de memoria sensorial. Esta pasa por el filtro atencional y es percibida formando la huella de memoria a corto plazo. Es allí donde permanecerá brevemente hasta que otra nueva huella ocupe “su lugar”, perdiéndose la información no consolidada.

En cambio si esa huella se consolida, pasa a la memoria a largo plazo, donde permanecerá durante años. Tanto es así que se han llegado a realizar experimentos para saber hasta qué punto se es capaz de recordar lo que ha llevado a comprobar cómo las huellas de memoria a largo plazo no solo pueden recordarse durante años sino incluso décadas.

La huella de memoria

Las huellas van a contener gran cantidad de información sensorial del momento en donde se registró, no solo referida a lo aprendido entonces; sino al contexto donde se produjo, qué personas había allá o cómo se sentía en ese momento entre otros. De hecho, cuantos más datos se puedan recordar mucha más “efectiva” es la huella de memoria y durante un mayor tiempo permanecerá accesible a su recuperación, ya que las vías para hacerlo serán diversas.

En cambio sí se ha registrado dicha huella de memoria empleando un o dos estímulos, y el acceso a alguno de ello se “pierde” es más probable que se considere “perdida” la huella de memoria, cuando en realidad está inaccesible. Con respecto a las áreas implicadas en la memoria, destaca el hipocampo y el núcleo dorso-medial del tálamo, en la memoria explícita; y los ganglios basales y el cerebelo en la memoria implícita.

Estudios con pacientes epilépticos que han sufrido una lobectomía temporal bilateral, muestran una pérdida significativa en la formación de nuevas huellas de memoria a largo plazo, conservando intacto sus recuerdos anteriores. A pesar de lo “sencillo” que parece que supone recordar un evento acontecido ayer, hace una semana o quizás unos años, el recuerdo es mucho más complejo, pues requiere de la activación de las áreas implicadas en dicha huella de memoria.

Por simplificar, pensar en el recuerdo de lo que se comió ayer, implica que la huella de memoria activará la sensación de la vista; del gusto y del olfato, como componentes de dicha huella. Otros recuerdos implicarán más o menos sentidos, dependiendo de la información relevante para dicha huella de memoria, por tanto, los pasos de las operaciones de la memoria serían: codificación, análisis, combinación, agrupamiento, almacenamiento y recuperación.

La memoria en el aula

Si bien se ha comentado hasta ahora una de las alteraciones más reconocibles como es la amnesia no es la única, así una de las mayores incidencias cognitivas sobre la vida es cuando se ve afectada la memoria de trabajo, ya que esto provoca grandes problemas a la hora de desenvolverse; siendo esta la que permite estar trabajando en el aquí y el ahora, recordando lo que se tiene que hacer, siguiendo un objetivo o tarea. Si se lesiona la memoria de trabajo, la persona se puede encontrar totalmente “perdida”, ya que inicia una actividad, como la de ir a comprar pan, y a mitad del camino se queda “en blanco” sobre a dónde iba y por qué.

Igualmente, cuando se lleva una conversación se requiere ese tipo de memoria, para seguir “el hilo” de la conversación, si se tiene dañada esta capacidad, pronto la persona se “perderá” y no sabrá de qué está hablando o repetirá los mismos argumentos porque no se acuerda de haberlos dicho antes. Desde la neuroeducación también se ofrecen una serie de recomendaciones que facilitan el proceso de memorización como es:

  • Facilitar la información en módulos, de forma que cada uno esté estructurado y tenga entidad por sí mismo.
  • Relacionar la información a aprender con la ya memorizada, mostrando cierto nivel de continuidad, comentando las diferencias y mejoras que supone el nuevo aprendizaje.
  • Tratar de contextualizar el aprendizaje dentro del ambiente natural del alumno, de forma que le sea más fácil asociarlo a lo que está acostumbrado a ver a diario.
  • Trabajar con la atención, de forma que se maneje esta en pro de la memoria, haciendo especial hincapié en aquellos conocimientos a adquirir dedicándole más tiempo y exponiéndolo de forma amena y apoyada por material audiovisual.

Proceso educativo optimizado

Los modelos educativos cambian y evolucionan constantemente. Esto ha permitido que a través de los años se construyan nuevas metodologías por parte de los educadores. Así pues, se ha brindado una educación adaptada a las necesidades de los alumnos en cada etapa de sus vidas. Para hacer parte del proceso evolutivo, es necesario que el profesional en educación cuente con capacitación constante.

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