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El objetivo de este artículo es comprender la necesidad de la presencia del confort térmico en el interior de los edificios. Para ello, primero se explicará la sensación de confort y bienestar de las personas, relacionados con la salud de los individuos. El confort térmico es un indicativo de bienestar personal; en todas las personas es producido por la reacción del cuerpo hacia la temperatura, la humedad y el grado de ventilación o movimiento del aire en un determinado ambiente.
La sensación de confort térmico está directamente relacionada con la salud de las personas. La exposición continuada a ambientes en los que no se goza de esa sensación de confort puede conllevar daños en la salud como problemas respiratorios, alergias en la piel o sensación de mareo. En los hogares, en el trabajo y en otros espacios interiores es importante contar con ciertos niveles de confort térmico.
Confort térmico desde el diseño
La palabra confort deriva de forma directa de la sensación de bienestar. Las palabras ‘estar’ y ‘bien’ se unen en este término inequívoco que, entre otras muchas acepciones, tiene como significado prevalecido la salud. Al hablar de confort térmico se hace referencia a la salud derivada del buen control de temperatura en el interior de los espacios.
Se habla de confort térmico cuando en un espacio no se sienten sensaciones de frío ni de calor, o, en otras palabras, cuando las condiciones de temperatura, ventilación y humedad ofrecen una sensación agradable y adecuada para la realización de las actividades propias de dicho espacio. Según la norma ISO 7730, se conoce como confort térmico a “la condición de la mente en la que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico”. Las personas cuentan con una condición de autorregulación para su propio control de la temperatura.
El objetivo es mantener la temperatura corporal de forma constante (alrededor de 36 º C, dependiendo de cada persona). La regulación de este control térmico dependerá del intercambio de calor que genera el propio cuerpo con la temperatura del ambiente. En un primer término, la sensación de confort, como bien se ha indicado, está condicionada por un conjunto de factores relacionados con el espacio que se ocupa (vivienda, edificio u otra estancia), estos términos son la temperatura, el grado de humedad y la ventilación o velocidad del aire.
Por otro lado, también existen otros condicionantes del confort térmico particulares de cada uno, que hacen de este una sensación independiente según cada persona. Estos condicionantes están relacionados con el metabolismo de cada uno, con el nivel de actividad física, con la cantidad de ropa o, incluso, con el tipo de tejido.
Afecciones de la temperatura
La temperatura es un indicador de la cantidad de calor que tiene un determinado cuerpo. La que se suele medir en las estancias es la temperatura seca del aire; pero como concepto, para el estudio térmico de un edifico o sala, se considera la denominada temperatura operativa, que es una media de las temperaturas que emiten los cerramientos, la cual condiciona en gran medida el equilibro térmico de los individuos.
Diferentes niveles de temperatura en una misma sala (paredes, techo y suelo) aumentan la sensación de malestar. Para tener condiciones equilibradas de confort en un espacio, en cuanto a la temperatura, hay que tener en cuenta lo siguiente:
- La diferencia térmica entre cabeza y extremidades de una persona no debe superar los 3 ºC.
- La temperatura óptima del suelo de una estancia debe estar entre 19 °C y 29 °C.
- Los techos a elevadas temperaturas, así como paredes más frías, provocan sensación de malestar por asimetría.
- Respecto al control de las superficies acristaladas, en cristaleras o grandes ventanales es más difícil el control de los valores de temperatura.
Afecciones de la velocidad del aire
El movimiento del aire no siempre suele favorecer las condiciones de climatización, ni de frío ni de calor. El aire impide la estabilidad de la temperatura interior y, como consecuencia de ello, resulta difícil alcanzar las condiciones de confort. Pero existe un aspecto positivo en el control de la velocidad del aire, en cuanto esta se utilice como una herramienta de ventilación controlada.
Afecciones de la humedad
La humedad es el grado de agua que contiene el aire de un espacio o estancia. Los niveles altos de humedad en el ambiente influyen de forma positiva para bajar la temperatura del cuerpo mediante el sudor. Por otro lado, un nivel de humedad bajo o reducido puede generar la deshidratación del organismo; pero fuera del cuerpo, en espacios con altos valores de humedad, se favorece la aparición de microorganismos que, también, pueden afectar la salud de diferentes formas. Las diferentes patologías derivadas de elevadas condiciones de humedad son las afecciones de tipo reumáticas, el asma, alergias o diferentes tipos de bronquitis.
De la misma manera, también existen afecciones propias de las condiciones de humedad baja como la sequedad de vías respiratorias. A pesar de que no existen con precisión las condiciones de confort térmico ideales en un nivel general, se han extraído unos intervalos para cada parámetro condicionante. Por lo general, si los valores están fuera de estos intervalos, aumenta la sensación de malestar. Los datos que se relacionan con condiciones térmicas de confort son los siguientes:
- Temperatura del aire del ambiente: 18-26 ºC
- Velocidad del aire: 0-2 m/s
- Humedad relativa: 40-65 %
Estos datos han sido interpolados a partir de su representación en las llamadas cartas bioclimáticas, también llamadas diagramas bioclimáticos. Estas reflejan una representación gráfica de la relación existente entre las diferentes variables que influyen en la sensación térmica de confort. Esta relación se representa en un sistema de coordenadas que relacionan temperatura y humedad. Este tipo de sistemas son conocidos como diagramas psicrométricos; en ellos se establecen las diferentes condiciones de confort según los índices térmicos.
Importancia del confort térmico
El confort térmico es de las necesidades más importantes y demandadas en la actualidad. La sensación de esta está relacionada con la comodidad y el bienestar tanto dentro como fuera de los edificios. Estar confortable con la temperatura del ambiente es estar bien consigo mismo, además, implica la correcta y cómoda realización de las actividades. La falta de confort térmico produce una sensación bastante desagradable, ya sea con frío o con calor, si el cuerpo no siente comodidad térmica no se puede hablar de confort.
Para garantizar unas condiciones de confort térmico, la temperatura del cuerpo debe estar equilibrada. Una sensación incómoda, conocida por todos, es estar en un ambiente térmico adecuado, pero, por ejemplo, tener las manos o pies fríos. Eso es señal de falta de este confort. El confort ha evolucionado con la sociedad, pues la cultura del bienestar acompaña todos los aspectos de la vida.
A pesar de que en este tema se ha presentado la óptima sensación de confort térmico como un cierto equilibrio entre la temperatura propia y la temperatura del ambiente, irónicamente se busca este confort en los extremos térmicos; es decir, se busca exceso de calor en invierno y exceso de frío en los meses más calurosos del verano.
La importancia de una buena labor
La edificación es una labor que resulta en una gran responsabilidad para el ingeniero. Esto se debe a que, si bien el profesional en arquitectura es quien se encarga de establecer ciertos parámetros, será el ingeniero el que dará muchos de los toques finales. Por ello, es de vital importancia que el mismo conozca su ámbito y logré dominar su campo de manera adecuada.
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