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A través de una visión holística y el uso de las TIC se mejora la eficiencia de las ciudades y la calidad de vida de sus ciudadanos, orientando todas las acciones a la sostenibilidad. Cada uno de los elementos que componen la definición de smart city tienen como uso, misión y objetivo común al ciudadano. Y es que realmente es el ciudadano como centro de la Smart City el objetivo sobre el cual giran todas las acciones que se toman dentro de la gestión de los recursos y servicios, impulsando el cambio hacia las necesidades de los individuos heterogéneos que conforman las ciudades.
Hasta hace relativamente poco, conocer qué pensaba y necesitaba un ciudadano era una tarea compleja que implicaba una gran cantidad de recursos. Gracias a la tecnología, esa brecha en la relación entre el gobierno y el ciudadano se ha visto reducida. Antiguamente se hacía enfoque en datos macroeconómicos que aportaban una idea general de la realidad económica. Sin embargo, no se hizo enfocque una imagen detallada de cuáles son las dificultades actuales.
Ahora, con la ayuda de la tecnología, se crea la capacidad de focalizar y comprender cómo se comportan las ciudades. Estas son vistas como conjunto de personas con comportamientos similares. También se hace énfasis en personalizar los servicios a los diferentes grupos que existen en la ciudad dependiendo de la edad, género, poder adquisitivo y cultura. Así pues, tomando como base que el ciudadano es el centro de una smart city, se deben detallar los flujos. Mismos en los que el ciudadano se ve envuelto como actor principal de una ciudad inteligente.
Ciudadano como generador del dato
El ciudadano, a través de la introducción, expansión y universalidad de internet, ha modificado la forma de interactuar y comunicarse; así como la forma en la que consume ocio, cultura y compras. Con la introducción de internet, simplemente por el hecho de desplazarse, el individuo se comunica e interactúa y está generando enormes cantidades de datos que servirán para crear ciudades más adaptadas a las necesidades actuales y futuras, siendo capaces de adaptarse y ser resilientes. Resulta abrumante el ritmo y el volumen en el que se generan y se consumen datos, por ejemplo:
- Solo en los últimos dos años se ha generado el 90 por ciento de los datos en el mundo.
- Según Forbes, a diario se generan 2,5 trillones de bytes al ritmo actual, y se observa un incremento diario de las cosas con el crecimiento de Internet (IoT).
- Más de 3700 millones de seres humanos utilizan Internet (una tasa de crecimiento del 7,5 por ciento con respecto a 2016).
- Google procesa más de 40 000 búsquedas cada segundo (3,5 millones de búsquedas diarias).
- En todo el mundo se realizan más de 5 millones de consultas diarias.
- Según data never sleeps 5.0 de domo, estos son los datos generados cada minuto del día:
- Se comparten 527,760 fotos en Snapchat.
- Más de 120 profesionales se unen a LinkedIn.
- Se visualizan 4,146,600 videos de YouTube.
- En Twitter se envían 456 000 tweets.
- Los usuarios publican 46,740 fotos en Instagram.
Los datos aquí reflejados son referentes al primer ejercicio de 2020. Como se puede suponer, estos datos están creciendo diariamente de forma completamente exponencial. Así pues, dando información cada vez más detallada de cada uno de los individuos que conforman las ciudades.
Ciudadano como usuario
Al afirmar que el ciudadano es el centro de una smart city, se entiende que es el usuario final de la misma. Todo el foco de gestión eficiente de los recursos, servicios e infraestructuras de la ciudad, así como la promoción de la participación ciudadana, está dirigida a la mejora de experiencia de usuario. Además de la usabilidad de infraestructuras y producto software.
- Usabilidad: según la norma internacional ISO 25010, la definición de usabilidad hace referencia a; “capacidad del producto software para ser entendido, aprendido, usado y resultar atractivo para el usuario cuando se usa bajo determinadas condiciones”.
- Experiencia de Usuario
- En términos generales, la experiencia de usuario es el conjunto de elementos y factores relativos a la interacción del usuario con un entorno concretos, dando como resultado una opinión positiva o negativa de dicho servicio, producto o dispositivo. Esta percepción depende también de aspectos no tan tangibles como las emociones, la confianza en el producto, la percepción de marca no únicamente de factores relativos al diseño.
- Aplicada específicamente al mundo software, la norma ISO 9241–210 define la experiencia de usuario (UX) “como el resultado de las percepciones y respuestas de una persona por el uso y uso anticipado de un producto, sistema o servicio”.
Ciudadano como sensor
Se ha popularizado el concepto de ciudadano como sensor, y es que el ciudadano del siglo XXI se encuentra en constante conexión con el mundo de internet dando información a través del uso de las infraestructuras urbanas, como las tarjetas ciudadanas, transporte público y aparcamientos o del uso de apps y redes sociales que permiten compartir su ubicación, opiniones e intereses.
Si bien es cierto que simplemente la emisión de datos del ciudadano no conforma en sí mismo un tejido inteligente para que la información generada sea realmente interesante, resulta absolutamente necesario contar con tres ejes claves en la adquisición de los datos del ciudadano:
- Ayuntamientos: tradicionalmente han sido quienes han prestado los servicios urbanos y la gobernanza de la ciudad. Empresas privadas: se han incorporado en los últimos tiempos en la prestación de servicios urbanos.
- Ciudadanos: utilizan los servicios e infraestructuras de las empresas, pero también pueden ser consumidores de datos a través de los diferentes portales que ponen a disposición administraciones públicas y empresas para otorgar al ciudadano de autonomía para la colaboración y mejora, creando así una comunidad libre donde el dato pueda ser utilizado.
Hoy en día son los ayuntamientos, las empresas privadas y los ciudadanos quienes conforman en términos macroeconómicos las ciudades, y conforman los tres grupos de actores principales sobre los que pivota la mejora en eficiencia, la gestión y el equilibrio de las ciudades. Todo ello no sería posible sin la promoción de una participación ciudadana responsable, digital y democrática.
Ciudadano como impulsor del cambio
Al contrario de lo que realmente se puede llegar a creer, una ciudad inteligente puntera no es aquella que dispone de más tecnología, sino aquella que involucra a sus habitantes en el proyecto de la nueva visión de la ciudad, siendo el ciudadano el motor que impulsa el cambio. Los ayuntamientos, empresas y los diferentes órganos locales deben fomentar la participación ciudadana activa como medio para diseñar servicios ágiles y personalizados, mejorar la gobernanza de la ciudad y trabajar en la mejora permanente. Con esto, se da introducción al siguiente apartado donde el objetivo de toda política pública se enfoca al ciudadano.
El nuevo paso de la humanidad
La tecnología avanza a gran velocidad y, con ella, la humanidad revoluciona y cambia su estilo de vida. Esto se produce debido a las diferentes herramientas, dispositivos y sistemas que se nos brindan como resultado de la constante investigación. El ingeniero es uno de los principales responsables en este proceso de desarrollo, y es por ello que el mismo debe estar capacitado para ejercer esta labor.
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