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El siglo XX ha sido testigo del marcado retroceso de las enfermedades infecciosas, tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados, y de un aumento en la atención y el comportamiento de la enfermedad infecciosa en la población, particularmente las crónicas. Sin embargo, las enfermedades infecciosas siguen siendo los problemas sanitarios agudos más importantes en todos los países y el motivo más frecuente de consulta en la práctica cotidiana del médico.
Al mismo tiempo constituye un reconocimiento de que, aunque la respuesta mundial ha reducido considerablemente la carga de enfermedades infecciosas y salvado más de 50 millones de vidas, todavía queda mucho por hacer, estas siguen teniendo consecuencias de gran alcance para la vida de las personas. En algunos de los países más pobres del mundo siguen devastando las economías y minando los sistemas de salud. Los progresos siguen siendo desiguales, y las medidas de prevención y el tratamiento no llegan a millones de personas.
Desde el inicio, la lucha contra estas enfermedades se ha visto minada por obstáculos sociales, jurídicos y económicos, y los déficits de financiación han sido considerables. Estas son algunas de las principales razones por las que el VIH, la tuberculosis, el paludismo, las hepatitis víricas y las enfermedades tropicales desatendidas siguen matando a más de 4 millones de personas cada año.
Formas de manifestarse individualmente el proceso infección enfermedad
- Caso clínico: son aquellas personas que sufren clínicamente la enfermedad, con signos y síntomas manifiestos. Por lo general, dependiendo de la gravedad, el paciente busca atención médica, requiere reposo u hospitalización.
- Caso sub clínico: son aquellos pacientes con síntomas tan vagos e imprecisos que no buscan atención médica, deambulan libremente, manteniendo contacto con muchas personas lo que incrementa el riesgo desde el punto de vista epidemiológico.
- Portador: es la persona (o animal) infectada, que alberga un agente infeccioso específico de una enfermedad, sin presentar síntomas clínicos de esta y constituye fuente potencial de infección para el hombre. Generalmente el estado de portador pasa inadvertido y solo puede detectarse mediante el diagnóstico microbiológico. De acuerdo con el tiempo durante el cual los portadores son contagiosos, se les puede dividir en:
- Portadores en período de incubación o durante la convalecencia: albergan o esparcen los microorganismos por un periodo variable de tiempo (por lo general corto).
- Portadores crónicos: quienes alojan a los agentes causales por largos períodos de tiempo, incluso durante toda la vida. Desde el punto de vista epidemiológico los portadores representan mayor riesgo que los casos clínicos y los sub clínicos, ya que la diseminación del agente infeccioso en la comunidad es más factible.
Cadena epidemiológica o de infección
Definida como la ruta que sigue el agente infeccioso desde la fuente de infección hasta quien es susceptible de ella. La misma se aplica, con mayor frecuencia a enfermedades transmisibles basándose en la teoría de los procesos infecciosos. Es un modelo práctico que permite reconocer cada uno de los eslabones que intervienen en el mecanismo de transmisión de una enfermedad, para identificar donde se puede actuar, aplicando medidas de prevención y control y de esta forma evitar su aparición.
Agente infeccioso
Un agente infeccioso es todo ser vivo que favorece, desarrolla e inicia el proceso de infección. Entre ellos se describen las bacterias, Virus, Parásitos, Rickettsias. Dentro de las características más importantes de los agentes infecciosos desde el punto de vista epidemiológico se encuentran:
- Infectividad: es la capacidad que tiene un organismo de alojarse en un huésped susceptible, crecer y reproducirse en él, pudiendo o no causar daño o enfermedad. El virus del sarampión o de la viruela tienen elevada infectividad, Virus de la rubéola y de la parotiditis infectividad intermedia y bacilo de la tuberculosis y lepra baja infectividad.
- Patogenicidad: es la capacidad que tiene un agente de producir enfermedad en el huésped susceptible, se mide por la razón casos/expuestos, es decir, el cociente entre el número de personas que desarrollan la enfermedad clínica y el número de personas expuestas a la infección.
- Virulencia: es la capacidad que tiene un agente infeccioso de producir daño severo o enfermedad grave, esta puede variar desde muy baja hasta muy alta. Por ejemplo, el virus de la rabia es altamente virulento, mientras que el del catarro común o de la rubéola producen enfermedades sumamente benignas.
- Letalidad: es la capacidad del agente infeccioso de producir muerte. El virus de la rabia es altamente letal.
- Poder antigénico o inmunogenicidad: es la capacidad que presenta un agente infeccioso de provocar cierto grado de resistencia específica en el huésped que ha invadido. Ejemplo: virus de la influenza produce poca o nada de inmunidad, mientras que el virus del sarampión o de la fiebre amarilla producen inmunidad duradera.
- Mutación: es la característica que tienen algunos agentes causales vivos de cambiar o alterar algunas de sus propiedades y transmitirlas a sucesivas generaciones, conservando la especificidad.
Reservorio
Es donde vive y se multiplica el agente etiológico, puede ser una persona, un animal, un artrópodo, una planta, el agua, una sustancia orgánica, etc. Es decir, el hábitat natural de un agente infeccioso.
Fuente de Infección
Es todo ser vivo, que alberga y disemina el agente infeccioso. Se considera así al elemento directamente infectante, desde el cual el agente infeccioso pasa a un nuevo huésped susceptible. Generalmente en la cadena epidemiológica de las enfermedades transmisibles el hombre mismo es su principal fuente de infección; por lo tanto, el ser humano constituye así el más importante reservorio de las enfermedades. Sin embargo, no hay que olvidar los animales, ya que son el segundo grupo de seres que actúan como reservorios de gérmenes capaces de infectar al hombre.
Puerta de entrada
Es aquel sitio del susceptible por donde penetra el agente infeccioso. Generalmente coincide con las mismas puertas de salida: respiratoria, digestiva (boca) urinaria, piel y mucosas (debe existir solución de continuidad). Es decir que la entrada puede producirse mediante ingestión, inhalación, inyección percutánea o a través de las mucosas o de la placenta.
Huésped susceptible
El eslabón final de la cadena de infección o epidemiológica es el huésped susceptible. Siendo la persona o animal que puede adquirir la enfermedad por no tener resistencia ni inmunidad. La susceptibilidad dependerá de ciertas características del huésped como son: Edad, Sexo, Grupo étnico, Condiciones ambientales y geográficas etc. Estos factores contribuyen a la susceptibilidad del huésped frente a la exposición a patógenos específicos y a la respuesta del huésped.
Puerta de salida
Se define como el sitio específico del organismo por donde sale el agente infeccioso de la fuente de infección. La facilidad de salida del agente infeccioso condiciona su capacidad de difusión y la forma como lo haga determina la vía de diseminación a utilizar para su llegada puede ser susceptible.
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